❝Donde finalmente, Jimin asume que debe dar un paso atrás.❞
Jungkook se pasa la vida ignorando y menospreciando a Jimin, aunque el pequeño rubio haga su mejor esfuerzo por agradarle. Gasta todos sus cartuchos y los vuelve a recargar, todo por el car...
Aquellos encuentros, si es que amistosamente se les podía llamar así, eran la tónica diaria en el grupo. Jimin, bien por buen corazón o por ceguera, encontraba siempre una excusa al comportamiento del maknae.
Solo es arisco, pensaba. Arisco como Suga Hyung.
Claro que Suga Hyung nunca lo había insultado o empujado. Ni tampoco le había rechazado un acercamiento con semejante desprecio. Aunque prefería obviar esos detalles. Era mas sencillo creer en lo que uno quiere y evitarse los malos pensamientos.
Por ello y para sufrimiento del resto, Jimin seguía adelante sin importar qué.
Él era un muchacho cariñoso y demostrativo, todos lo sabían. Quizá por ello entendían que el menor perdiese la paciencia con él a veces. No obstante, su comportamiento había sobrepasado cualquier excusa en los últimos tiempos. Tampoco se explicaban como podía Jungkook apartar y denostar a una criatura tan tierna y vulnerable sin sentir una pizca de malestar.
Todo seguía un patrón: Jimin haría el intento, acercándose con su carácter afable y su sonrisa adorablemente irregular para que Jungkook lo apartase con un "no me toques". Eso si es que tenía buen día como para no ignorarlo por completo.
Después, los mas solidarios se dedicarían a tratar de elevar esa sonrisa desaparecida. Hobi le haría bailar hasta marearse, Jin le acariciaría el pelo y besaría su coronilla y Taehyung... Su eterno y leal compañero lo abrazaría hasta robarle el aire.
Había veces en que incluso los mas ariscos como Suga aportaban su granito de arena.
La última vez que vio a Jimin abatido, le llevó chocolate y galletas a la sala de entrenamiento. La anterior, dejó que lo utilizase como conejillo de indias en sus practicas de baile. Y la anterior a esa, lo sacó a dar una vuelta por el centro solo para no dejarlo pensar.
Pero a pesar de ello, Jimin siempre acababa olvidando sus penas y la humillación para volver a intentarlo.
Tal como estaba apunto de suceder.
—¡Hey, Kook!—sonriente y saltarín, se aproximó al maknae ante los ojos preocupados de Jin.—Encontré tu reloj.
Mostró su paletita irregular mientras contraía sus mejillas en una sonrisa sin fronteras. Jin sonrió enternecido, aquel chiquillo era verdaderamente un caso.
Pero Jungkook no parecía pensar igual. Se limitó a tomar el reloj que el pequeño le tendía, reloj que llevaba buscando una maldita semana, quejándose continuamente porque era su favorito y se contentó con soltar un seco gracias evitando mirarle.
Jin apretó los dientes. Adoraba a su vástago adoptivo mas pequeño pero a veces sentía ganas de estamparle una silla en la cabeza.
—Jiminnie, ¿Cómo lo encontraste?— preguntó con voz paternal al ver decaer su sonrisa.
Este lo miró esperanzado. Tal vez si Jungkook escuchaba todos sus esfuerzos para localizar su reloj le diese algo mas de mérito.
—Pues pensé en dividirme por zonas: agencia, coches y casa.—Jin le sonrió.—Anteayer rebusqué en los coches y las furgonetas, ayer en todo el edificio y los estudios y hoy por aquí.—miró con ojos brillantes a Jungkook quien se estaba abrochando el reloj.—Y por fin, después de levantar todas las camas y rebuscar entre los armarios lo encontré...—cuando el menor se abrochó el reloj de vuelta, tomó su taza y se fue sin dedicarle una última mirada.—En el cesto de la ropa...—terminó de explicar en voz muy baja y agachando la mirada.
Jin miró a Jungkook irse con las venas hirviéndole. Mocoso rebelde, irrespetuoso, insensible... Rápidamente se puso frente al pequeño Jimin y le abrazó con una fuerza monstruosa.
—¡Pero que niño mas listo! Solo tú podrías haber encontrado ese reloj, Jiminnie.—halagó besando su pelo con olor a bebé.—No sé que haríamos sin ti.
—Seguro que os las arreglaríais, Hyung.—respondió, como siempre que recibía un desplante tan directo, alicaído.
Esa era una de las cosas que mas molestaba a los miembros. Que Jimin tendía a proyectarse a si mismo y a su función en el grupo en aquellos rechazos. Tan pronto irradiaba luz como se desvalorizaba, sintiéndose prescindible. Era un pequeño ser inseguro que requería de amor y halagos.
Y mimos. Muchos mimos.
—¿Pero qué cosas dices?— regañó su Hyung balanceándose en el abrazo, haciéndolo tambalearse y reír.—Sin el bebé de la casa estaríamos perdidos.
—Taehyung es el bebé de la casa.—rio Jimin, enterrado en su pecho.
Jin negó divertido.
—Tienes razón, Tae es el mocoso llorón y monta líos. Tú eres el ángel de la casa.—le acarició ese pelo rubio sedoso.—¿Quién cuidaría del mocoso? ¿O quien haría que Yoongo saliese del maldito estudio?
—Un día de estos oirá que le llamas Yoongo y te matará.
—Para matarme tendrá que correr.— respondió alegre, dándole un toque en su naricita.—Y ese no corre ni por salvar su vida. Ahora vamos, me apetece ver algún drama de esos que ves con Taehyung.
Jimin se apoyó en Seokjin mientras echaban a andar hacia el salón.
—Si Tae sabe que he visto la serie sin él no vuelve a hablarme.
Jin bufó con burla.
—Hasta que le compres comida pero si insistes...—concedió el mayor.—¡Kim Taehyung, vamos a ver el culebrón ese que te gusta, mueve el culo o atente a las consecuencias!
Se escuchó un golpe seco, una puerta abriéndose de golpe y pisadas de elefante queriendo tumbar las escaleras. Eso y la preciosa risa del chico de Busan. Todo ello culminando con una serie vomitivamente emotiva reproduciéndose en el televisor y Tae y Jin acoplados a Jimin como piezas de un puzle en el sofá.
Tal vez, una de las mayores suertes que tenía Jimin, era la gente que lo rodeaba.
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Bueno gente, aquí traigo esta cosa nueva porque siendo sincera, me he tragado tooooda la biblioteca Kookmin del Wattpad y para que mentir, la Taegi también y ya estaba deseando crear algo a mi gusto.
