5. La procesión por dentro

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Los ojos de Jimin se abrieron a las seis en punto de la mañana. Se estiró con un ruidito satisfecho a pesar del desagradable sonido del despertador. Suspiró encantado para después levantarse y descorrer las cortinas. Una mañana preciosa, pensó.

Cualquiera diría que hacía un sol radiante y que los pajarillos trinaban en lugar de estar cayendo el diluvio universal.

Se calzó las zapatillas de estar por casa y bajó a saltitos las escaleras, tarareando una melodía.

—Hola, Hyung.—saludó a Hobi, quién comía un poco de fruta.—Bonito día, ¿A qué si?

Un trueno hizo temblar los cristales mientras Hoseok echaba un cínico vistazo a la ventana, el exterior siendo difuminado por la lluvia torrencial.

—Eehh... Si. Precioso.

Jimin sonrió y después de besar a Hobi en la mejilla, procedió a hacerse el desayuno. Avena, sandía y un té. Su amigo entrecerró los ojos.

Abrió la nevera y discretamente puso al lado de Jimin pan y mantequilla. Este se paralizó un instante.

—Para que no tengas hambre luego, Jiminie.

El rubio miró fijamente la comida, compuso una sonrisa y negó, guardando de nuevo ambos ingredientes.

—No, gracias Hyung. No tengo tanto apetito.-demasiadas calorías, agregó su mente.

Hobi abrió la boca pero la cerró un instante después, tampoco podía obligarlo... Lamentablemente. Jimin comió con mucha calma el escaso desayuno, su atención fija en la ventana empañada mientras meneaba felizmente los pies.

Él no era de humor ligero por las mañanas pero ese día estaba radiante.

Hobi le acarició el pelo antes de subir a ducharse, dejándolo solo. Este daba bocados mirando tentativamente el arco que separaba el descansillo de la cocina, esperando. Deseaba ver a Jungkook. Después de anoche, sentía esperanzas renovadas.

Sus plegarias obtuvieron respuesta diez minutos más tarde, cuando la cabeza despeinada de Jungkook atravesó dicho arco, soltando un gran bostezo.

Jimin brincó en su silla por la anticipación.

—Buenos días, Jungkookie.

Este se detuvo a medio rascar su cabeza para mirarle. Una pausa y finalmente, una respuesta.

—Buenos días.

No había sido el saludo más expresivo del mundo pero era uno y para el rubio eso era una situación positiva. Este miró de refilón como Kook se preparaba su desayuno, el instinto le decía que no cargase al chico con mil palabras así que hizo el esfuerzo de darle silencio, aún observándole de cerca.

Dejó a un lado el tazón vacío y le pasó al castaño los dos trozos de sandía que había dejado intactos.

—¿Quieres?—ofeció con ojos chispeantes.

Jungkook miró la fruta y se encogió de hombros, arrastrando el cuenco hacia el resto de su comida. Había vuelto a su estado taciturno, aunque la simple aceptación a Jimin lo llenaba de alegría. Se quedó allí sentado, incluso después de acabarse su té, solamente haciendo compañía.

Al cabo de un rato, Jungkook le echó un vistazo.

—¿No vas a subir a ducharte?

Jimin se encogió de hombros.

—Si, ahora voy. ¿O quieres ducharte tú primero?—exclamó con su intensidad de siempre.

Jungkook volvía a crisparse y era muy temprano para eso. ¿Por qué tenía que ser tan pesado? Siempre intentando contentar a todo el mundo. Infló las aletas de la nariz con la réplica mordaz en la punta de la lengua. Pero justo cuando iba a decirle que lo dejara tranquilo y fuese a ducharse de una puta vez, su pensamiento de la noche anterior volvió.

NEVERMIND ♠️Kookmin♠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora