❝Donde finalmente, Jimin asume que debe dar un paso atrás.❞
Jungkook se pasa la vida ignorando y menospreciando a Jimin, aunque el pequeño rubio haga su mejor esfuerzo por agradarle. Gasta todos sus cartuchos y los vuelve a recargar, todo por el car...
¡Especial Namjin como me habéis venido pidiendo desde que terminé la historia hará medio año, antes de que se fuera a borrador básicamente. ¡Espero que os guste!
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—Hyung.—Jin apartó la vista de su móvil para mirar a Taehyung.
—¿Qué?
Taehyung sonrió y Jin entrecerró los ojos con sospecha.
—Hoy estás muy guapo.—los ojos de Jin ya se habían convertido en dos finas y brillantes rendijas.—En serio, estás radiante. ¿Has cambiado de crema?
—¿Qué quieres?
Taehyung hizo un puchero enorme, diseñado para apuntar y disparar al corazón de su víctima.
—Tengo hambre.
Jin suspiró. Hizo el móvil a un lado y con desgana, se levantó del sofá.
—A ver cuando aprendemos a cocinar, niño. Me paso el día saciando a tu estómago de hiena.
—¡Pero si la última vez me gritaste que jamás en mi vida volviese a acercarme a unos fogones!
Jin se giró con tanto dramatismo que el flequillo de Taehyung danzó cuando se detuvo.
—¡Porque la última vez tuvimos que llamar a los bomberos!—Taehyung ni pestañeó. Jin refunfuñó entre dientes, continuando su camino.—Y me gustaban esas cortinas. ¡No he vuelto a encontrar unas iguales!
Namjoon vio desde el sillón como Jin desaparecía rumbo a la cocina con Tae siguiéndole como una cría de pato.
Lanzó un suspiró atolondrado.
Jin era tan… Perfecto. Lo había sabido casi desde el inicio, su físico lo hacía destacar de entrada pero cuando te sentabas a conocerle la opinión sobre Kim Seokjin no hacía mas que aumentar. Aún recordaba como le había exasperado en los viejos tiempos su tranquila forma de vivir.
Namjoon era un alma curiosa, inquieta. Y darse de frente con esa pacífica forma de mirar al mundo le trajo quebraderos de cabeza. Seokjin se había convertido en un enigma que su mente no era capaz de descifrar. Pero con el tiempo, dejó de importarle resolver el rompecabezas. Porque la convivencia solo le había confirmado que al final del día, tener esa fuerza pacifista era lo mas reconfortante de este mundo.
Jin era atento, cariñoso y maduro, mucho mas de lo que aparentaba frente a las cámaras.
Y aún así, se las apañaba para fundir ese reconfortante rasgo con su inmaculada infantilidad. En definitiva, Jin era equilibrado, mucho mas que él. Era serio y comedido cuando la situación lo requería, el mayor apoyo con el que el líder pudiese contar. Su general al mando, su mano derecha. Del mismo modo que era el primero en saltar hacia la travesura y la risa fácil cuando la vida sonería. E incluso cuando no lo hacía, cuando esa zorra te daba la espalda y se dedicaba a tirarte piedras a la cabeza, él sabía darle la vuelta a la tortilla y comenzar a construir con todo ese amasijo de mala suerte.
