Maratón 3/3
Golpes suaves de nudillo resonaron contra la puerta. Cuando nadie contestó, lo hicieron de nuevo. En vista de que no recibía respuesta, Jungkook abrió y asomó la cabeza.
—¿Jiminie?
Sus ojos se dulcificaron mientras observaba el rostro durmiente del rubio. Cerró la puerta y se sentó en el borde del colchón, con cuidado de que este no se hundiese bruscamente y lo despertase.
Miró con detenimiento al chico. Tumbado de lado con las manos bajo la mejilla, ojos cerrados y los labios en un puchero adorable.
La llamada del médico Bae Seulki, les informó de que Jimin se encontraba en perfectas condiciones. No tenía nada roto y los nervios de la espalda y cuello estaban intactos. No corría peligro y se habían limitado a darle un relajante muscular para destensar la zona y conseguir que desinflamase, llevándose consigo el dolor. Horas después, lo habían traído a casa y depositado en su cama para reposar, por recomendación del médico.
Había llegado de noche así que le dejaron dormir plácidamente.
Jungkook procuró esperar todo lo posible antes de ir a hacerle una visita. Así que aunque había despertado a las 6 de la mañana, esperó pacientemente a que el reloj marcase las 8 para hacer su aparición. Observó la cara de Jimin, embriagandose con su frescura.
Pero qué bonito era.
No pudo contener su mano de acariciar los mechones rubios que enmarcaban su cara y caían parcialmente sobre el lado izquierdo. Sin pretenderlo, aquel suave toque hizo revolotear los ojos aún cerrados del chico y segundos después, los abrió.
Unos ojos castaños empañados por el sueño recibieron a Jungkook y le provocaron una sonrisa radiante.
—Buenos días, bonito.
Jimin parpadeó y sonrió, antes de bostezar.
—Hola.
—¿Cómo te encuentras?—aprovechando que estaba despierto, se permitió rozarle la mejilla con el pulgar.
Jimin se encogió de hombros.
—Bien, supongo. En verdad es difícil saberlo.—se giró un poco para quedar boca arriba.—Esas drogas de los hospitales son cosa buena.
Jungkook emitió una risita. No había perdido el buen humor, al parecer. Asintió lentamente y dejó que su pulgar bajase hasta acariciar el puente de su nariz.
—Eso he oído.—confirmó. Jimin se movió, dispuesto a incorporarse y el le ayudó de inmediato. Dejando que apoyase su peso en sus antebrazos, entre ambos consiguieron que quedase sentado con la espalda apoyada en el cabecero de la cama.—Habrá que pedirle al mata sanos ese un par de pastillitas de la felicidad.
El otro sonrió divertido mientras estiraba lentamente el cuello de un lado al otro, probando. No le dolía.
—El mata sanos es un profesional muy competente.—afirmó siguiendo con los estiramientos.—Y para tu información, yo ya se lo he pedido y me ha dicho que no.
—¿Va de hombre decente?—bromeó el castaño.
—Eso parece.—Jimin abrió los ojos y resposó finalmente la cabeza en el cabecero. Miró a Jungkook.—Una verdadera lástima, esas pastillas son una maravilla.
Jungkook no había dejado de sonreír desde que entró. Se daba cuenta, pero de ahí a conseguir parar había un mundo.
Tentativamente, acercó los dedos al cuello de Jimin. Deslizó las llenas y cuando confirmó que él no le apartaría, presionó ligeramente en el hueco que lo unía con el hombro.
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NEVERMIND ♠️Kookmin♠️
Hayran Kurgu❝Donde finalmente, Jimin asume que debe dar un paso atrás.❞ Jungkook se pasa la vida ignorando y menospreciando a Jimin, aunque el pequeño rubio haga su mejor esfuerzo por agradarle. Gasta todos sus cartuchos y los vuelve a recargar, todo por el car...