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Martín salió de su casa pasadas las una de la tarde, aún faltaban unas horas para la junta con Manuel. Una sonrisa escapó de sus labios al pensar en el castaño.
Caminó a la plaza acordada, pasó por distintos locales comerciales, entre ellos una floristería. En vitrina se mostraban distintos arreglos florales de toda paleta de colores, Martín rió, si esta fuese una de esas películas romanticas el protagonista seguro compraría un ramo para dar en su confesión.

Pero esto no es una película "cursi", esto es real, de verdad esta pasando.

El rubio continuó su camino más emocionado que antes, no podía esperar a por fin soltar todo lo que tantos años había estado guardando, por fin dejar ir el miedo y comprobar si esos sentimientos eran mutuos o no y algo en su interior le decía que sí, que todos esos años no habrían sido en vano y que un futuro juntos era posible.

Llegó al parque treinta minutos antes de la hora acordada, se sentó en una banca y le mandó una foto de lo que veía frente a él con un mensaje de "Vas tarde", el imaginar al castaño con su cara de confusión mirando la hora mientras aún se arreglaba le hizo soltar una risa, algunos transeúntes que pasaban lo quedaron mirando.

Pasaron unos minutos y luego una hora, revisó su mensaje pero aún no había sido leído, pensó que quizás iba algo demorado, pasó otra hora y otra más, impaciente llamó pero nadie contestó, volvió a llamar, le colgaron.

Martín no entendía qué sucedía ¿Algo había pasado a último momento? ¿Una emergencia? ¿Por eso no tenía tiempo de contestarle? Sentarse ahí y llenarse la cabeza con preguntas solo lo deprimiría. Tomó sus cosas y subió al primer taxi que pasó frente a él, indicándole la dirección del chileno.

-¿Puede ir más rápido? Parece que pasó algo...

La tarifa no le salió barata pero por suerte andaba con lo suficiente, golpeó la puerta un buen rato pero nadie respondió así que se sentó en el piso a esperarlo. El tiempo pasaba lento, lo llamó varias veces, le escribió todavía más pero sus mensajes no llegaban, la angustia crecía en su estómago.

Finalmente anocheció y Manuel seguía sin dar señales de vida, por la mente del rubio pasaron miles de escenarios cada uno más fatídico que el otro, solo volvió a la realidad cuando sintió la vibración de su teléfono, lo respondió tan rápido que ni alcanzó a leer de quién trataba, antes de poder decir una palabra la voz de Sebas lo increpó.

-¿¡Martín donde andas!? ¡Tu viejo anda vuelto loco buscándote!

-Ah, verdad que no lo desbloqueé- su primo suspiró.

-Boludo ya deja de preocuparlo, le va a terminar dando algo

-No veo porque se preocupa, ni que fuera un pibito de 12

-Sos un pibito de 17

-Cerra el orto- Seba suspiró

-¿Dónde te fuiste? ¿Andas con guita para irte o te pido algo? - Martín vió su billetera que solo contenía unas cuantas monedas, la tarifa del taxi la había vaciado.

-Pide

-Ya ¿Dónde andas?- Martín miro la puerta de la casa del chileno

-Ah... Mejor voy a un metro y ahí me lo pides

-¿Ok? No te tardes mucho

Martín llegó pasadas las 2 de la mañana a su casa, Antonio le grito tan fuerte que despertó a algunos de sus vecinos cercanos, el rubio sólo lo miró con expresión de aburrimiento y luego subió a su pieza, su padre se quedó abajo frustrado siendo consolado por Lovino que sólo había observado en silencio. Martín suspiró mientras cerraba la puerta.

Al siguiente día Martín volvio en vano a contactar con Manuel, no respondía el teléfono y su casa se mantenía vacía, pensó en llamar a las autoridades, reportarlo como desaparecido pero al final optó postergar hasta ver si el lunes no aparecía, despues de todo Manuel desde niño odiaba faltar a clases, obteniendo una asistencia perfecta que lo había hecho conocido entre los profesores.

-Te juro que aunque tosa mi pulmon voy a venir igual- lo oyó decir una vez difónico- es regla que siempre que falto hacen algo entrete y me lo pierdo o pasan caleta de materia y nadie la copió entera, no, que paja faltar

El rubio no pegó un ojo en toda la noche, constantemente revisaba su teléfono buscando una señal de Manuel, ni en redes, ni llamadas, ni siquiera el mensaje del sábado tenia los dos tickets. Cuando su alarma sonó se levantó pesadamente, se arreglo, sacó un pan y se fue dejando a su padre con un "¿Te voy a dejar?" en la boca. Lo malo fue que lo que no durmió en su casa lo durmio en el bus despertando varias paradas lejos de su destino, haciendolo llegar más de una hora tarde a la puerta de su sala.

Al entrar lo primero en que se fijó fue en Manuel, estaba como si nada en primera fila escribiendo muy concentrado anotando los apuntes de la pizarra. Martín hizo una mueca de disgusto al pensar en lo tonto que se vió estando preocupado por él pero en el fondo se sentía aliviado de que nada hubiera pasado.

El tiempo transcurrió lento, Martín hacía su mejor esfuerzo en no dormirse, de vez en cuando tiraba ojeadas al castaño pero este seguía pegado a su cuaderno. Cuando la campana sonó Manuel se paró de su silla y salió con Alice al patio, Martín se paró enojado provocando un gran ruido con la silla ¿Ni siquiera pensaba darle una explicación? Martín salió a paso apurado y agarro el brazo del chileno, el cual con el tirón casi cae hacia atrás

-¿Oye, que onda? Amaneciste violento- el enojo de Martín empeoró al oirle con ese tono despreocupado- Oi ya sueltame que ando ocupado- Martín apretó el agarre mientras Manuel intentaba sacarse sus manos de encima

-¿Igual de ocupado que estuviste el fin de semana? ¿No pudiste al menos avisar si no ibas a ir? ¿No podías al menos responder tu teléfono?- el tono de Martín empezó a subir y compañeros que estaban cerca se pararon a observar, Manuel sintió un extraño deja vu.

- ¡Si po! ¡Andaba ocupado!- Manuel se zafó del agarre bruscamente- Se me fue avisarte pero no es pa que vengai aquí a hacerme un escándalo- Martín se dió cuenta de cuantas personas los estaban viendo y murmurando, él era el tipo de persona que no solía notar lo que ocurría a su alrededor por lo que solía dejar salir sus sentimientos sin filtro, pero Manuel no era así y se daba cuenta de la incómoda posición en que lo había dejado.

-Che... Perdona me exalté... No quise

-No- la voz del castaño no disminuía su volumen- Ya empezaste así que terminemos, en realidad ni me acuerdo pa que te dije que nos vieramos ese día, pero el trabajo ya se terminó y nosotros no somos amigos así que no vuelvas a tomarte las confianzas de recién.

-¿Cómo que no te acordás? - dijo casi susurrando- Si era obvio que íbamos a seguir la conversación que habíamos dejado...

-¿Qué convers... ¡Ah! ¿En la que me dijiste que erai hueco?- un silencio se armó en el patio, ahora la voz de Manuel se oía más claramente, él sonrió burlon- No me digas que esperabas que me confesara o algo así- el tono sarcástico perforó el corazón de Martín, él seguía viendolo a los ojos intentando encontrar alguna pista que le dijera que lo que ocurría no era real, que lo que decía no era real, encontrar en esos ojos dorados la chispa que había visto cuando estaban solos en su casa- Oh... Es en serio, de verdad lo creíste. Rucio, esta no es una de tus películas ridículas, ya despier-

Antes de poder articular otra palabra Daniel salió de entre la multitud y tiró a Manuel de un puñetazo al piso, Manuel lo vió con odio y se preparó para responderle pero al notar las lágrimas que luchaban por salir en los ojos de él solo chasqueó la lengua y se paró calmado.

-No te me vuelvas a acercar- dijo tirándole una mirada seria a Martín.

Sebastián llegó al lado de sus primos sin entender bien qué había pasado, Daniel no pudo evitar que un hilo de lágrimas saliera y Martín que sólo se había quedado con la mirada vacía volvió en sí y se abrió entre la multitud, Sebastián llevó a su primo a la enfermería mientras lo consolaba, su mano estaba roja.

En Trance [ArgChi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora