En Trance [ArgChi]

14

La casa estaba en completo silencio, el único movimiento perceptible era el pestañear de Manuel y, unos segundos despues, su teléfono vibrando anunciando la alarma. Manuel sonrió cansado, se levantó pesadamente del sillón y dejó con cuidado la cabeza de Martín sobre un cojín, el argentino aún llevaba su uniforme puesto por lo que decidió dejarlo dormir un poco más.

Con la luz de su linterna se arregló y preparó un desayuno simple, Martín se despertó al oir el sonido de la tetera hirviendo y se dirigió al comedor frotando sus ojos.

-Buenos días

-Buenos dí- Martín paró al ver la cansada cara del castaño.

-La película no funcionó- dijo fozando una sonrisa, Martín se entristeció -Ya, sientate, tomate el té antes que se enfríe.

Ambos chicos se sentaron y comieron en silencio, uno agradable, de vez en cuando sus miradas se encontraban y sonreían con cariño, sin embargo cada vez que esto sucedía una pequeña punzada atravesaba la cabeza del castaño.

-Mejor me voy llendo, no quiero dejar esperando a la Alice- Manuel se levantó, su taza de té estaba hasta la mitad y el pan aún no había sido tocado.

-¿No comerás nada?

-No tengo hambre... ¡Ah!- Manuel rebuscó dentro de un cajita con objetos sobre un mueble alto y sacó unas llaves- Cierra cuando te vayas - Manuel dejó las llaves sobre la mesa y se fue.

Esta vez el silencio no era agradable.

Manuel caminaba rápido, cada paso que daba parecía aumentar su ansiedad por ver a la británica. El día anterior ella le había insistido en no ir a buscarla como lo habia hecho aquella mañana, debía verla en el colegio 20 minutos antes que empezara la clase, nunca antes, por eso es que, muy a su pesar, había esperado hasta ese momento para salir. Aunque quería obedecer en ser paciente sus pasos no aminoraban, finalmente llegó más temprano de lo planeado y se sentó dentro de aquella sala vacía.

Poco a poco los estudiantes comenzaron a llegar, algunos saludaron al chileno pero este hizo caso omiso, manteniendo su completa atención en la puerta. Cuando divisó la cabellera rubia de la chica su mirada se iluminó y corrió a abrazarla, ella suspiró con una sonrisa torcida y devolvió el abrazo.

-Te extrañe mucho

-Nos vimos ayer... - murmuro bajo la chica, Manuel no escuchó o pretendió no hacerlo.

El profesor llegó y la clase comenzó, Manuel sacó sus cosas y se preparo para escribir, Alice ya lo había retado antes por distraerse mirandola, no quería volver a decepcionarla así que se dispuso a anotar cada palabra que dijese el educador. Sin embargo sus planes fallaron, aquella materia no era la más entretenida y el profesor tampoco era el más animado al explicar, esto sumando a su falta de sueño lo hizo caer sobre la mesa. Cuando volvió a tener conocimiento de su alrededor la clase ya había terminado y el profesor arreglaba sus cosas mientras lo miraba con palpable rencor, Alice se levanto y salió, Manuel la siguió en silencio.

Todo aquel día fue así, aún con sus intentos de mantenerse despierto cada clase era una nueva laguna en su memoria, incluso el seguir a Alice le resultaba dificil, las imagenes frente a él se confundian, sus piernas perdían la fuerza y todo su cuerpo pedía un descanso.

A la salida Manuel no pudo evitar un bostezo sonoro, Alice que caminaba delante de él se volteo y lo miro feo.

-Are you still tired!? ¡Dormiste todas las clases! Cada. Una. De. Ellas.- Manuel se encogió avergonzado, intentó desviar la mirada pero algo se lo impedía por lo que continuó mirando a los ojos de Alice haciéndolo sentir más avergonzado. Alice suspiró, pero derrepente pareció tener una idea- Manu, desde que salimos te comportas algo extraño... Y ahora estás descuidando tus estudios... Quizás lo mejor sería-

-Por favor no- los ojos de Manuel se aguaron, lo que sorprendió a la británica- Por favor no lo digas- Manuel le tomó las manos- Lo siento, lo siento mucho, prometo que me esforzaré, no te volveré a decepcionar, dame otra oportunidad

La rubia solo asintió en silencio, nunca había visto a Manuel tan afectado con algo, no desde la primera vez que lo conoció en la pelea con Martín, había pensado que asustarlo un poco lo haría volver a ser como era antes pero ahora se daba cuenta del error que había cometido, el chico frente a ella no era Manuel, no el que conocía y quería, por su culpa ahora la persona más importante en su vida se había convertido en alguien increíblemente dependiente, casi como un esclavo a un amor impuesto que obedecería ciegamente a cualquier palabra que pronunciase. El estomago de Alice se revolvió, abrazó a Manuel y susurro.

-Perdoname

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Para volver realidad los sueños de los lectores ah