En Trance [ArgChi]

19

Pancho no dejaba de lagrimear, la voz de su hermana se perdía entre sus ruidosos pensamientos, la manera que Manuel lo había mirado desde inicios del día como si fuera un desconocido y la forma en que cada vez perdía más puntos por la manera que estaba actuando lo hacía sentir horrible, Pancho recordaba la alegre sonrisa que siempre le dedicaba de niños el castaño y cómo se contradecía con el Manuel actual.

El mexicano había llegado unos años más tarde al colegio que el chileno, se suponía que él debía llegar junto con su hermana pero por temas de papeleo ella terminó en el curso contrario. Era la primera vez que tenia que enfrentar algo sin Itzel y esto hizo que su confianza bajase y su nerviosismo subiera, haciéndolo excluirse solo al fondo del salón. Manuel, que ya había vivido la experiencia de ser nuevo, lo recibió animadamente y rápidamente lo intentó unir a su grupo. Aunque en un inicio Pancho se sintió feliz de este recibimiento, con el pasar de las semanas se preguntó si las acciones del castaño estaban mayormente motivadas por un sentimiento de lástima, esto le hirió en el orgullo y prefirió conseguir amigos por su cuenta.
El pelinegro sacó toda su personalidad a la luz y no tardó en captar la atención de los mayores del salón, a pesar de las advertencias de su hermana sobre tener un mal presentimiento con ellos, el mexicano la ignoro y se metió de lleno la idea de agradarles completamente a sus nuevos amigos con los métodos que fueran necesarios. Pasó un tiempo y Francisco se convirtió oficialmente en el chico de los mandados y su payaso personal, el grupo solía rayar los baños, romper inmobiliario del colegio y meterse en cursos menores para robar lo que encontran, provocando que la conciencia del mexicano se volviera cada vez más pesada. Sin embargo cada vez que quería detenerse y salir del hoyo que se había metido encontraba la mirada de Manuel a la distancia, entonces, su orgullo valía más que su moral.
Todo esto terminó por suerte en una ocasión en que el grupo fue atrapado intentando fumar en un auditorio con chicos mucho mayores, un inspector sintió el olor y ruidosamente se dirigió al lugar, los otros alcanzaron a escapar, Francisco iba de los primeros gracias a su rapidez pero uno de sus compañeros lo tomo de la camiseta y lo hizo caer para que sirviera de sacrificio. Al ser el único atrapado también fue el único reprendido y se quedó hasta tarde limpiando el auditorio, se sentía traicionado y estúpido y unas lágrimas de frustración comenzaron a salir. Entonces llegó Manuel, tomó una escoba y comenzó a barrer. Francisco se limpió rápido, esperaba una burla o algún tipo de reproche, pero el castaño se mantuvo en silencio hasta terminar. Francisco se sorprendió lo rápido que terminaron y algo avergonzado le agradeció en voz baja, el chileno solo le mostró una sonrisa, despeinó su pelo con cariño y se despidió. Las orejas de Francisco enrojecieron.

Francisco suspiró triste, su hermana le limpiaba algo de sangre que había salido de su ceja.

-Si te partió la madre pero ni para que llores tanto Pancho

Apesar de los sentimientos que habían nacido aquel día el mexicano no tardo en darse cuenta de las miradas que compartían Manuel y Martín y se decidió por rendirse antes de intentarlo, se cambió al curso de su hermana para no verlo tan seguido y calmar su corazón. Aún así, gracias al club de fútbol a Pancho y Martín les tocó muchas veces encontrarse en la cancha, recibiendo ánimos por partes iguales del chileno, en esas ocasiones solía tomarlo personal.

-Oye -la voz del chileno hizo voltear a todos- Acá esta la wea- dijo alzando una bolsa.

-¿Y la bolsa?

-¡No voy a pasarla asi no más po!-dijo colorado, Martín que estaba detrás soltó una risita que hizo voltear al castaño con el ceño fruncido- Yapo, te apurai

Itzel tomó la bolsa con aburrimiento, sacó el calzoncillo frente a todos causando un espasmo en el chileno, sacó una tijera de su bolsillo y cortó un pequeño trozo de la parte de la pierna, luego le tendió la prenda al castaño para que la tomara.