Chapter 2

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—Jesús, Tyler. Solo deja de follarte a nuestros clientes. ¿Es pedir mucho?

Emilio Marcos ladeó la cabeza a la escena que se desarrollaba frente a él. Se quedó en la puerta, sin estar listo para atraer la atención a sí mismo.

Se había arreglado demasiado para la reunión, pero quizás era lo mejor. Las personas normales se preocupaban por dar una buena primera impresión, sobre todo en una entrevista de trabajo.

No desempolvó su traje para funerales, pero se había puesto sus mejores pantalones negros, una crujiente camisa de botones y había peinado su cabello. Se había arreglado la barba, así que lucía menos salvaje y más como alguien que tenía una pequeña empresa cervecera.

Tyler, el follador de clientes, lucía más como el ayudante de una banda de metal que un agente de seguridad privada. Se había recogido los largos cabellos marrones en un nudo desarreglado en lo alto de la cabeza, lucía una sombra irregular de las cinco en punto, y llevaba una camiseta sin mangas desteñida, revelando muchos tatuajes.

Emilio imaginaba que muy poco en la vida molestaba a Tyler. Él archivó este conocimiento.

—Jack, hombre, no es justo. ¿Por qué soy yo el regañado cuando todos nosotros atrapamos a Linc follándose a su prometido como una puerta rota en esta misma mesa de conferencias no hace cuarenta minutos? —preguntó Tyler con pereza.

Jackson se levantó a toda su altura, colocando las manos en la mesa e inclinándose, su voz baja y calmada.

Porque su prometido no es uno de nuestros clientes.

Si Jackson esperaba intimidar al otro hombre, había fallado, lo cual le decía a Emilio que Tyler conocía lo suficiente a Jack para saber que no era de cabeza caliente.

Ellos obviamente trabajaban muy cerca y juntos. Cualquiera que acabara de conocer a Jack supondría que la pared de músculos de 1.90 de altura con su siempre presente ceño fruncido sería fácil de enojar.

Emilio  había pensado lo mismo la primera vez que se conocieron. Incluso ahora, en su ropa de calle y su chaqueta con capucha, él se veía como alguien con quien no quisieras meterte.

Tyler dio una risa dura. —Sí, no es más un cliente. El tipo se folló al primer y único cliente al que lo contrataste para proteger, y entonces le diste su propia sucursal. Mierda, con esa lógica, yo debería ser supervisor regional actualmente.

Emilio se aclaró la garganta, tocando sobre el marco de la puerta. Cinco cabezas giraron en su dirección al unísono.

Jackson sonrió, cruzando la habitación y agarrándolo en un abrazo rudo, golpeándole la espalda con más fuerza de la necesaria. Emilio lo abrazó de regreso, contando los segundos hasta que pudiera romper el contacto.

La tela blanca de la capucha de Jackson era un contraste rígido con el bronceado cálido del tono de piel del hombre. Todavía llevaba el cabello recortado al ras del cuero cabelludo, y no había muchas arrugas alrededor de los ojos marrón profundo del hombre. A pesar de las cosas que habían visto y hecho en el exterior, Jackson no parecía haber envejecido ni un día en diez años. Interesante.

—Pensé que habías cambiado de parecer —dijo Jackson.

Emilio sacudió la cabeza, forzando una sonrisa tranquila. —Nah, hermano. Subestimé el tráfico de LA. ¿Cómo alguien es capaz de llegar al trabajo a tiempo en esta ciudad?

—Nadie trabaja por aquí, hombre —dijo Tyler, rascándose el estómago —. Todos ellos viven de esperanza y sueños.

Jackson golpeó a Emilio en la espalda una vez más antes de girar hacia el grupo.

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