Joaquín jugó con su omelette, su estómago retumbaba de hambre y angustia.
La madre de Emilio parecía tan relajada y despreocupada como una mujer en un comercial de vitaminas. Ella les sonrió mientras comía un plato de algo que se parecía a palos y ramitas en una nube de algo blanco. Yogur, tal vez.
Debajo de la mesa, la pierna de Joaquín temblaba como un chihuahua en exceso de cafeína. Emilio, como su madre, parecía indiferente a su inminente conversación, una gran diferencia con respecto a la noche anterior. Una mamada y Emilio era tan libre como las mañanas de domingo. Estaba en su segunda ración de tocino después de haber devorado su propio omelette de tres huevos. Si todavía estaba preocupado por lo que su madre tenía que decir, no estaba afectando su apetito. Sentado allí con el cabello recogido en media coleta que tenía a Joaquín pensando en Sam Elliott en Roadhouse, lo que le habría causado una erección inapropiada si no hubiera sido porque ya estaba a un bocado de huevo frío de vomitar en la mesa de la granja de los Marcos.
Emilio lo miró con el ceño fruncido, mirando del plato de Joaquín a su cara como si lo animara a comer, pero Joaquín solo quería seguir adelante con esto. Si ella estaba a punto de darle un hachazo a su relación, él quería que simplemente le diera el primer golpe y acabara con ello. No estaba acostumbrado a tener que esperar a que una madre aplastara sus esperanzas y sueños; Lucifer siempre salía del portón dando golpes. Había algo de mérito en eso, supuso.
Después de lo que se sintió como cien años, Molly apartó su plato y dijo:
—Bueno, probablemente deberíamos tener esta charla antes de que el corazón de Joaquín explote. —Emilio miró a Joaquín antes de volver a mirar a su madre.
—¿Qué quieres saber?
—Bueno, ¿cuánto tiempo llevan saliendo? No pudo haber sido por mucho tiempo. —El corazón de Joaquín dió saltos en su pecho.
¿Estaban saliendo?
Había llamado a Emilio su novio y este no se había opuesto. Pero cuando se detuvo y pensó en el poco tiempo que había pasado desde que todo comenzó, le hizo dudar de sí mismo.
¿Por qué sentía que Emilio había sido parte de su vida desde siempre?
¿Cómo podía sentirse tan apegado tan rápido?
¿Podrían haber sido solo unas pocas semanas?
—¿A qué te refieres con salir? No es como si pudiéramos tener citas ni nada. El mundo entero cree que tengo novio. —dijo Joaquín, tomando un sorbo de su jugo.
—¿Estás saliendo con ese muchacho? ¿Cuál es su nombre? —Joaquín negó con la cabeza.
—Robby. Es dulce, pero todo es parte del show. Nuestros publicistas lo planearon para dar buena impresión después de que TMZ me forzara a salir del armario
—¿Cómo te sentiste al ser expuesto? — ella preguntó. Su mirada se desvió y comenzó a morderse el labio inferior. Mierda, se había metido en esa trampa voluntariamente.
—Quiero decir, apestaba. No era exactamente como había planeado que las cosas fueran a suceder. —Emilio hizo un ruido extraño que se convirtió en tos, llamando la atención de Joaquín. —¿Qué? —Emilio sacudió la cabeza.
—Nada.
—No es nada, Emilio —A Joaquín le dijo—. Mi hijo sabe que nos acabas de mentir, pero no quería decirlo delante de mí, en caso de que no lo hubiera notado. Pero lo hice —Las mejillas de Joaquín se sonrojaron, pero no lo negó. Molly se inclinó y dió una media sonrisa—. Entonces, ¿qué parte de tu declaración es mentira?
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MADNESS
FanfictionEn Hollywood, ser un sociópata es más una habilidad vital que un diagnóstico. Joaquín y Emilio sólo tienen una cosa en común. Ambos llevan máscaras. •ADAPTACIÓN•