—¿Has perdido la puta cabeza?
La voz de Lucifer penetró el cerebro de Joaquín como un picahielos, más estridente de lo que cualquier alarma podría manejar. Se había quedado despierto hasta demasiado tarde jugando videojuegos en línea con Wyatt.
Entrecerró los ojos hacia la ventana. ¿Qué carajo? Afuera todavía estaba oscuro. Su cerebro recorrió una docena de escenarios, tratando de decidir cuál la había desencadenado esta vez, pero su cerebro estaba hecho papilla.
—¿Puedes simplemente…? —Luchó por encontrar la palabra correcta—. Solamente shhh.
Suficientemente bueno.
Registró el sonido de tacones retirándose y luego el silencio. Debió haberse quedado dormido porque se despertó con mil agujas perforando su piel cuando un diluvio de agua helada golpeó su rostro. Se puso de pie como un cohete, tosiendo y jadeando. Lucy le sonrió satisfecha, un cuenco vacío en sus manos.
—¿Qué carajos? Estás loca. —gritó, temblando.
Ella ignoró su declaración, cruzando los brazos sobre su pecho, con una mueca de desprecio en sus labios.
—¿Le dijiste a Mark que rechazara una reunión con Leonard Medford ayer? —La adrenalina se disparó a través de él tan discordante y dolorosa como el agua helada momentos antes.
¿Estaba ella bromeando? ¿Era por eso por lo que estaba enojada? De todas las cosas que podrían haberla cabreado, nunca se le ocurrió que fuera eso.
—Estás bromeando — Se las arregló, a pesar de que no podía encontrar nada de humor en la situación.
—Eres la persona más egoísta que jamás he conocido. —Era demasiado temprano para esta mierda.
—Necesito que simplemente... o sea, cálmate. —dijo, consciente de que era él el que chillaba.
—¿Calmarme? ¿Rechazaste una reunión con el director más importante de Hollywood y necesito calmarme? Te lo juro, Joaquín, es como si quisieras sabotear tu carrera solo para fastidiarme. Le voy a decir a Mark que vuelva a llamar a su oficina y les diga que lo has reconsiderado. —Su pulso se disparó, un sabor metálico inundó su boca.
—Y le devolveré la llamada y le diré que no lo hice, y si no me escucha, lo despediré. Sabes por qué rechacé esa reunión. ¿Por qué pensarías por un segundo que lo tomaría después
de… —Ella lo interrumpió, moviendo la cabeza hacia la puerta abierta de su dormitorio.—Déjalo ir, Joa. ¿Crees que eres especial? Así es simplemente cómo
funcionan las cosas aquí. No vas a obtener oportunidades infinitas entregadas a ti. No dejes que una pequeña parte de tu pasado arruine tu vida.Joaquín miró fijamente a la mujer, con la mandíbula floja, preguntándose si el agonizante latido en su cabeza era una arteria a punto de romperse. ¿Era posible morir de exasperación?
—¿Mi vida? Ambos sabemos que te importa un carajo mi vida. Si lo hicieras, no me habrías arrastrado devuelta hasta aquí. Esto es sobre ti y tu carrera. No olvidemos porqué estamos ambos aquí. Estoy
dispuesto a tragarme muchas cosas… pero no eso. Nunca eso. —Todo su porte cambió, su expresión se suavizó, su voz intolerablemente dulce.—Joa. —Levantó una mano.
—No. Voy a darme una ducha. No estés aquí cuando salga. Lo digo en serio.
Se dirigió al baño, sin molestarse en ver si ella le hacía caso o no. Se desnudó rápidamente y se lavó bajo el agua hirviendo, luchando contra los ataques de náuseas mientras los recuerdos golpeaban contra la pared que había erguido minuciosamente a su alrededor.
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MADNESS
FanfictionEn Hollywood, ser un sociópata es más una habilidad vital que un diagnóstico. Joaquín y Emilio sólo tienen una cosa en común. Ambos llevan máscaras. •ADAPTACIÓN•