—¿Por qué nunca dijiste nada? —preguntó Charlie.
Joaquín agitó la cabeza. —No podía decir nada. Había un acuerdo que firmó mi madre. Ella tomó el dinero a cambio de mantenernos callados.
Joaquín estaba acostado con la cabeza en el regazo de Wyatt y Charlie acurrucada en su lado izquierdo, sus miembros enrollados sobre él como un pulpo con olor a rosas. Wyatt peinó con sus dedos el cabello de Joaquín.
—Tú nunca firmaste ese acuerdo. Tu madre lo hizo. Además, ¿siquiera se puede hacer cumplir? El tipo abusó de ti en muchas ocasiones. ¿Piensas que si lo haces público tendrá las bolas para demandarte por romper el contrato?
El latido del corazón de Joaquín bajó de sincronía. —No creo poder mirar a las personas a los ojos y decirles lo que él me hizo.
Charlie resopló. —Ya no tienes que mirar a nadie a los ojos. Es 2022. Estas batallas se libran virtualmente. Reactiva tus redes sociales y cuenta tu historia. David Cane ha estado corriendo por allí inadvertido por diez años o más. Podría haber muchas más víctimas allí afuera esperando para que alguien dé el primer paso.
El pensamiento cuajó la sangre de Joaquín. Demi había enviado un mensaje a Joaquín diciendo que había cuestionado a Tobi, y él parecía no entender sus preguntas. Ella lo llevaría a un pediatra más tarde, pero estaba casi segura que David Cane no había dañado a su hijo. Pero Charlie tenía razón. Tenía que haber otras víctimas allí afuera, quizás centenas.
—¿Qué pasa si nadie me cree?
—Eres una estrella enorme con quince millones de seguidores, y acabas de rechazar un contrato de miles de dólares para probar tu punto. Te creerán. El mundo estará de tu parte. Esta es una nueva era para Hollywood. La gente está harta. Con movimientos como TIME’S UP y MeToo y los documentales que salen cada día sobre la pedofilia desenfrenada entre los ejecutivos de la industria, no hay persona que no te creería. Y si ellos no lo hacen, ¿entonces qué? Nosotros te creemos. Te queremos. Emilio te ama. Mereces contar tu historia con tus propias palabras.
Lágrimas brotaron de los ojos de Joaquín, pero Wyatt las secó con una sonrisa húmeda. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, también.
—Sé lo que es vivir con un secreto como este. Cuando finalmente le dije al mundo lo que había pasado, le quité su poder. El poder de todos ellos. Resultó que él había lastimado a otras personas, y desde entonces han estado dando un paso adelante. Habrá suficiente evidencia con uno de ellos para encerrarlo. Algunas veces, los chicos buenos sí ganan. Podrías salvar la vida de otras personas. Podrías pavimentar el camino para todas aquellas víctimas demasiado asustadas para contar su historia.
¿Qué tenía que perder? Amaba actuar, pero sí tendría que renunciar a ello para sacar de la calle a un monstruo o dos, entonces le debía ese riesgo a los niños de los que se estaban aprovechando. Tobi podía haber sido su próxima víctima. Mañana podía haber otra más. Él podía estar lastimando a otra persona justo en este momento. La idea lo estimuló a tomar acción.
—Bien. Lo haré. —Charlie se sentó, empujando el cabello fuera de su rostro.
—¿Lo harás? —Joaquín se levantó, limpiándose la nariz roja y mocosa.
—Sí, solo dame mi teléfono antes de que cambie de opinión.
Pareció tomar una eternidad. Primeramente, lo escribió en un post de Instagram, debajo de una fotografía de su infancia. Wyatt y Charlie flotaban en la cercanía, pero no tan encima como para sofocarlo. Tuvo que detenerse algunas veces para darse fuerza. Escribió todo con un detalle casi clínico, su teléfono corrigiendo automáticamente los errores tipográficos en la historia. Intentó lidiar con ello con cierto nivel de desapego, solo para poder acabarlo. Necesitaba pretender que el rostro inocente de su yo de doce años pertenecía a un niño distinto.
Cuando terminó, pinchó el botón de posteo en una serie de tweets bajo el nombre de la cuenta de Joaquín. En cuestión de minutos, cientos de personas lo compartieron. Miles de ellos llamándolo valiente y fuerte, mientras twitteaban halos y corazones y manos en oración.
Era tan abrumador que tuvo que alejarse de todo eso. Se quedó dormido en su cama, en un sándwich entre Wyatt y Charlie, pero se despertó con Emilio inclinándose sobre él y desvistiéndolo. Joaquín sonrió.
—Tú siempre me estás quitando la ropa.
—Y tú siempre te duermes totalmente vestido y a mí me gustas desnudo.
—También me gustas desnudo.
—Suenas feliz —Observó Emilio mientras se desvestía—. Me gustas feliz. —Emilio se deslizó dentro de la cama una vez estuvo desnudo.
—¿Dónde has estado? —preguntó finalmente Joaquín, acariciando la mejilla cubierta de barba de Emilio.
—Tan solo presentando mi carta de renuncia a Linc. —La mano de Joaquín se congeló.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Bueno, no puedo cuidar de tu cuerpo muy bien si ando a la otra mitad del mundo cuidando el de alguien más —dijo Emilio.
—Entonces, ¿eres mi guardaespaldas para siempre? —preguntó Joaquín, arrugando el rostro como si estuviera probando la idea. Emilio capturó la boca de Joaquín en un beso.
—¿Al menos que tengas otra posición en mente?
—Estaba pensando en esposo —susurró Joaquín. Emilio sonrió.
—Oh, ¿sí? ¿Quieres casarte conmigo, conejito? —Joaquín se alejó un poco para mirarlo a los ojos.
—¿Tú no quieres casarte conmigo, Emi?
—Tomaré lo que sea que pueda tener. Pero, no creo que esa sea una posición asalariada. No seré un hombre mantenido. —Joaquín sonrió ampliamente.
—Bueno, son cosas que pasan, además también estoy en el mercado para un manager.
—¿Dejarás que lleve tu vida por completo? —Joaquín resopló.
—Solo mi carrera. Ambos sabemos que yo llevo el control en la casa. Especialmente en el dormitorio.
—Eso me va bien.
Después de algunos minutos, Joaquín habló de nuevo. —¿Emi?
—¿Sí?
—¿Qué crees que vaya a pasar ahora?
—Yo pienso que te darás cuenta de que quizás, solo esta vez, los chicos malos obtendrán lo que se merecen.
•---•---•---•---•---•---•---•
¡Hola! Se que el capítulo es cortito pero ya solo faltan dos capítulos + el epílogo para acabar.
Nos leemos pronto.
Sean fuertes y un abrazo
ESTÁS LEYENDO
MADNESS
ФанфикEn Hollywood, ser un sociópata es más una habilidad vital que un diagnóstico. Joaquín y Emilio sólo tienen una cosa en común. Ambos llevan máscaras. •ADAPTACIÓN•