Chapter 14

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Emilio se despertó al crujido de las escaleras. No prendió la luz, sino que se sentó y puso los pies en el suelo.

Era Joaquín. Lo supo sin mirar. Podía deducirlo por la falta de sonido en sus pisadas sobre las escaleras y por la forma indecisa en la que empujaba la puerta para abrirla más.

Había estado callado desde su charla, satisfecho con simplemente estar sentado sobre la encimera y observar a Emilio mientras reorganizaba sus horarios y anunciaba sus nuevos planes de viaje.

Había pasado el resto de su tiempo solo en su habitación empacando, solo salió para besar la mejilla de Emilio antes de afirmar que necesitaba dormir. Cuando se fue a la cama, le dio un beso en la mejilla a Emilio antes de salir rápidamente.

Cuando vio a Emilio sentado a un lado de la cama, cruzó la habitación, descalzo y se detuvo justo fuera del alcance de Emilio.

Joaquín de pie, con el labio atrapado entre los dientes mientras cambiaba su peso de un pie al otro.

—¿Qué ocurre? —preguntó Emilio.

Joaquín respiró temblorosamente y luego arrastró la camisa por su cabeza y la dejó caer al suelo. La sangre del cerebro de Emilio corrió tan rápido a su polla que lo mareó.

Joaquín lo miró fijamente a los ojos mientras enganchaba los pulgares en la cintura de los pantalones de su pijama y se los quitaba, dejándolo desnudo y duro.

La expresión en el rostro del niño era tan vulnerable que despertó un instinto en Emilio que era demasiado primitivo para nombrarlo.

Joaquín pareció tomar una especie de decisión interna, acortando la distancia entre ellos para sentarse a horcajadas sobre los muslos de Emilio.

—Dime que esto está bien. —susurró, con la mirada suplicante.

Emilio asintió, sus manos ya rozando los muslos desnudos de Joaquín, ansioso por tocar la mayor cantidad posible del niño.

—Sí. Solo dime lo que necesitas.

—Bésame. —Emilio obedeció, capturando su boca en un beso que se volvió sucio.

Besar a Joaquín encendía algo en él. Todo acerca de Joaquín lo excitaba. La forma en que respiraba sorprendido cuando la lengua de Emilio se deslizó dentro de su boca, la forma en que gimió cuando Emilio le mordió el labio inferior. Su olor, el calor de su piel, todo. Todo.

—Pon tus brazos alrededor de mí, —exigió Joaquín.

Emilio hizo lo que se le dijo, sus palmas encontrando el culo de Joaquín y apretándolo.

—Mierda. Si. Justo así— jadeó contra los labios de Emilio—. Te siento tan jodidamente bien. Solo necesito venirme.

Las palabras de Joaquín hicieron que a Emilio le doliera la polla.

—Toma lo que quieras. —Joaquín se movió, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura de Emilio, hasta que sus cuerpos encajaron como piezas de un rompecabezas, el contacto lo hizo gemir.

Alcanzó a ver su reflejo en el espejo: él, vestido y Joaquín desnudo restregandose con él, usándolo para venirse.

Se apretó más fuerte contra Joaquín y este se entusiasmó. Sus gemidos y quejidos estaban volviendo loco a Emilio. Había querido exprimir esos ruidos de Joaquín desde la noche en que había llegado, y cada sonido enviaba una descarga eléctrica directamente a su polla.
Joaquín gimió contra el oído de Emilio.

—Oh, mierda. Oh, Dios. Estás tan duro. Dime que me deseas. —suplicó Joaquín.

—Te deseo, en serio. —No era una mentira.

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