Chapter 31: FINAL

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Joaquín paseaba frente al televisor, mirando su reloj por quinta vez en 5 minutos. Se suponía que Emilio volvería a casa hace más de una hora. Según Wyatt, Linc ya estaba en casa, por lo que para Joaquín no tenía mucho sentido que Emilio todavía no estuviera ahí.

¿Y si le hubiera pasado algo en el camino a casa desde el aeropuerto?

¿Y si había cambiado de opinión y se había escapado porque decidió que no era del tipo que se casa?

Joaquín marchó hacia la puerta principal, la abrió de golpe para mirar hacia el camino de la entrada, ganándose una mirada curiosa del tipo de seguridad de repuesto. Jeff o James o algo aburrido como eso. Cerró la puerta de un portazo, dando pisotones hacia la sala de estar para dejarse caer en el sofá.

Tenía toda la noche planeada. Había contratado un servicio personalizado de mesas solo para ambos y había planeado servirse a sí mísmo como el postre. Pero esos planes se desvanecieron, reemplazados por escenarios elaborados de todas las catástrofes que podrían haberle ocurrido a Emilio, cada una más inverosímil que la anterior.

¿Y si se hubiera topado con Cane en el camino?

¿Y si realmente hubiera decidido que no quería casarse con Joaquín en Praga ni en ningún otro lugar... nunca?

Saltó del sofá para pasearse, ignorando la forma en que su corazón latía fuera de su pecho. Simplemente estaba exagerando. Emilio probablemente estaba atrapado en el estúpido tráfico de Los Ángeles. Linc vivía en la ciudad, Joaquín vivía en las colinas. Tenía sentido que Linc llegara a casa primero.

Excepto ¿por qué no había llamado?

¿Por qué estaba su teléfono apagado?

La policía especuló que Cane se había ido del país, pero ¿y si no fuera cierto? Había prometido vengarse de Joaquín después de que su historia se volviera viral. Cane culpó a Joaquín por arruinar su vida y ahora Medford también estaba muerto. ¿Y si hubiera matado a Emilio en represalia?

Parte de él sabía que era una locura. Emilio era un monstruo comparado con Cane, pero nadie era más grande que una bala... o un cuchillo... o un coche. Mierda. ¿Y si hubiera atropellado a Emilio con un coche?

Joaquín trató con el teléfono de Emilio una vez más, haciendo un sonido angustiado cuando se fue directamente al buzón de voz una vez más. Arrojó el teléfono al sofá, convencido más que nunca de que Emilio estaba muerto en una zanja en algún lugar jadeando por última vez.

Muchas víctimas habían salido a hablar, pero Joaquín seguía siendo el catalizador. Si Cane quería venganza, vendría por aquellos a quienes Joaquín amaba, y él solo amaba a Emilio, lo amaba de una manera que nunca había creído posible.

Se le llenaron los ojos de lágrimas, dio pisotones hasta la puerta y la abrió una vez más, sorprendido de ver que Jeff/James ya no estaba allí, sino Calder.

—¿Qué estás haciendo aquí? —él chasqueó.

—Emilio viene llegando tarde así que me pidió que viniera a monitorearte y relevar a William. —William. Sí, ese era su nombre.

—¿Un poco tarde? Debería haber regresado hace una hora. ¿A dónde fueron? ¿Por qué Linc y tú ya están de vuelta, pero Emilio no? ¿Está bien? ¿Está herido? ¿Lo tiraron en un hospital o algo así? —Calder le dio a Joaquín una sonrisa torcida.

—Ustedes los actores sí que tienen una imaginación salvaje. Emilio no tomó el mismo vuelo de regreso que nosotros. Es una larga historia, pero tuvo que recoger algo en el camino.

Joaquín cruzó los brazos sobre su pecho, el frío en el aire lo hizo hiperconsciente del hecho de que solo llevaba un par de diminutos pantalones cortos de seda roja debajo de su bata de seda negra.

MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora