Chapter 13

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La puerta apenas se había cerrado antes de que Charlie se abalanzara sobre él.

—Dilo. ¿Qué pasa contigo y el último montañés? 

Joaquín se encogió de hombros, caminando a su cama y cayendo boca arriba encima de esta. Charlie hizo lo mismo, causando que Joaquín rodara hacia ella.

—Anda, escúpelo. Pensé que su hermano era el gay. Incluso pensé que nadie estaba pegando su berenjena en tu durazno. —El rostro de Joaquín se ruborizo. 

—Nadie ha pegado su nada en mi nada. Fue una mamada. 

 —¿No te gusta? —Charlie preguntó, en claro desacuerdo— Espera, ¿tú se la chupaste o él te la chupó? —Joaquín la miró de reojo. 

—¿En serio? —Ella le dio una sonrisa pálida. 

—Ya deberías conocerme. Así que, ¿estabas dando o recibiendo? —Joaquín suspiró. 

—Recibiendo.

 —¿Y? —Joaquín cerró sus ojos, su cuerpo temblando.

—Fue... asombroso. Como si el hombre fuese capaz de succionar una pelota de golf a través de una manguera de jardín... pero también fue... extraño —Charlie rodó a su lado, apoyando su cara en su mano, prácticamente salivando. 

 —¿Raro cómo? ¿Cómo pervertido raro o raro "pon la loción en la canasta"?  —Joaquín Puso los ojos en blanco. 

—Raro como inesperado. —Ella frunció un poco el ceño. 

—Tengo como seis años de evidencia anecdótica que dicen que las mamadas inesperadas son una cosa buena. ¿No? ¿No lo querías? Él no te forzó, ¿verdad? —La amenaza silenciosa en sus palabras le hizo sacudir la cabeza.

Joaquín quería gritar de frustración. No tenía idea de cómo explicar su neurosis en voz alta.

—Claro que no. Lo quería. Lo quería a él. Lo quiero. No es eso. Es solo que... es tan difícil de leer. No sé quién ser a su alrededor, y, ahora que el sexo está involucrado, quiero meterme en un agujero y esconderme. —Charlie resopló, haciendo una cara. 

—Aquí hay una idea novedosa... ¿tal vez ser tú mismo? —Joaquín Sacudió su cabeza. 

—Créeme, nadie quiere eso. 

—¿Cómo lo sabes? ¿Alguna vez te has molestado en preguntarle?

Joaquín nunca hacía preguntas si él no sabía ya la respuesta, no con su vida personal. No es que tuviera mucho de una vida personal.

—No. Cada vez que estoy con él en la misma habitación me pongo nervioso y actúo como un idiota total. No es lo mismo cuando hablamos por teléfono. 

—¿Hablan por teléfono? ¿Cuándo? ¿No es como tu guardaespaldas veinticuatro siete? —Las mejillas de Joaquín se calentaron. 

—Por la noche. Cuando no puedo dormir. —La expresión de Charlie se transformó en la misma que hacía cuando veía cachorros o gatitos. 

—¿Hablan por teléfono desde diferentes habitaciones? Oh, Dios mío. Eso es tan tierno que podría vomitar un arcoíris. 

—Por eso es que prefiero hablar con Wyatt. 

 —Wyatt exigiría todos los sucios detalles de tus hazañas en la cocina. 

 —Exactamente. —Charlie puso los ojos en blanco esta vez. 

 —¿De qué hablan por teléfono? 

—Todo. Nada. Solo lo que se nos viene a la mente. 

—¿Cosas que no le preguntarías cara a cara? 

MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora