18 - Jack

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Entramos a la casa mientras que todos estaban en el jardín, ya sea durmiendo, hablando o qué se yo, la verdad es que no me había fijado en lo que hacían los demás, pues estaba centrado en disfrutar la cercanía de Irina.

Subimos a su habitación para que Irina se cambiase, y aunque me fui a quedar en el pasillo me dijo que pasase, que no me quería dejar fuera de su cuarto.

- ¿Seguro que quieres que pase? – Le pregunté por tercera vez.

- Jack, si no quieres pasar no pases, pero te lo estoy diciendo para que no estés ahí esperando en el suelo, aquí puedes esperar en cama – Habló ya cansada de repetírmelo.

No sé si fue consciente de lo que dijo, pero yo lo malinterpreté. Pero dado que se sonrojó al darse cuenta de mi sonrisa pícara lo entendió al instante.

-Voy a cambiarme – Dijo dándose la vuelta para que no le vise las mejillas coloradas.

- Vale, te espero en la cama – Dije con el fin de pincharla un poco.

No me dijo nada más, pero apuesto un brazo, y no lo perdería, a que se sonrojó aún más.

Al cabo de diez minutos salió del baño con un moño alto, del que no se escapaban ni un solo pelo, y un conjunto bastante acertado para el plan informal que tenía preparado para hoy. Llevaba una blusa color rojo pasión, con la que le quedaban los hombros al descubierto, junto con unos vaqueros negros, pegados y rotos de una rodilla, y sus características Converse de bota negras. Además, llevaba en la mano una chaqueta negra por si más tarde refrescaba.

-Ya estoy, ¿así bien? – Dijo mirándose en el espejo y dándome la espalda.

Joder esos vaqueros le hace un culazo, aunque ya lo tiene, pero se lo enmarcaba a la perfección. Yo estaba tumbado en la cama mientras ella dejaba la chaqueta apoyada en la silla e iba hacia su espejo. Me froté los ojos con las manos y después admiré el culo que esa mujer tenía.

Joder es que era perfecto, redondo y grande, igual que sus piernas.

Te va a pillar mirándole el culo si no dejas ya de mirarlo, que parece que te la follas con la mirada.

Aunque quiero que te calles tienes razón esta vez consciencia.

Siempre la tengo, aunque nunca me hagas caso.

Calla.

-Así perfecta – Respondí a su pregunta – Cuando la señorita quiera, nos vamos.

-Cuando el señor lo diga, tenemos que pasar por su casa. – Dijo con el mismo tono, dejando de mirarse en el espejo y cogiendo su chaqueta de la silla.

- Pues vayámonos ya, señorita Cuesta, así aprovecharemos la tarde al máximo – Dije mientras me levantaba de la cama.

- A sus órdenes señor Williams – Habló mientras salíamos de la habitación.

Si estuvieses a mis órdenes no estarías bajando unas escaleras, estarías en mi habitación y sin ropa.

¿Puedes parar de pensar con la polla y empezar a pensar con el cerebro? Al final te va a pillar con la polla puesta.

Se intenta.

Salimos de su casa para cruzar la calle e ir a la mía. Era la primera vez que Irina entraba a mi casa y me ponía nervioso, pero también deseoso de que no fuese la última vez que entrase.

Pasamos a mi casa, y al parecer, no se acostumbra a una vida con gente adinerada, pues se quedó con la boca abierta al abrir la puerta.

- Bienvenida a mi, no tan humilde, morada – Le dije para que saliese de su shock.

Simplemente, Miami. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora