Oficialmente, había llegado el día de la fiesta de aniversario. Pero primero, os pondré en situación.
Esta semana había estado llena de agobios y es que las prisas se nos estaban empezando a juntar. Entre los exámenes, maletas para la el fin de semana, vuelos, llegadas, decoración... Ninguno dábamos abasto, es cierto que todos colaborábamos, pero no era suficiente para aliviar el estrés. Aunque eso no fue un impedimento para que este día se organizase bien y fuese perfecto.
En resumen, había sido una semana de locos, una semana muy estresante y caótica.
Bien, eso es todo, tampoco había mucho que contar.
Ahora mismo nos encontramos en la planta de arriba de la casa de la playa de Malibú, ultimando los detalles del maquillaje y de los vestidos.
Los chicos están en la tarima de la playa haciéndole compañía a Jackson, lo cual está a diez metros de la casa, esperando que aparezcamos para dar comienzo a la fiesta. Nosotras le hacíamos compañía a Lara, que, en el último instante, le dio un ataque de inseguridad.
- Venga chicas, hay que irnos – Gruñí por tercera vez, mientras que ellas se miraban al espejo de nuevo – Estamos genial, vámonos ya.
- Venga vale, ya nos podemos ir – Dijo Ainara alejándose del espejo.
- Lara vamos, que no llegamos al atardecer – Dije pensando que eso ayudaría.
- ¿Y si no sale como queremos? – Pregunta.
- Pues si no sale como queremos saldrá mejor – Respondió Ainara.
Estuvimos durante otros cinco minutos debatiendo qué pasaba si salía todo mal. Aunque nos costó lo nuestro, entre las dos, conseguimos convencer a Lara de que todo saldrá perfecto.
Lara se dio la vuelta, pues estaba aún de cara al espejo, y enlazó sus brazos con el mío derecho y el izquierdo de Ainara y así posicionadas, bajamos las escaleras y salimos a la playa. Al final las tres optamos por ponernos unas sandalias de tacón, aunque seguro que luego nos quitaremos.
Noté una especie de sensación rara, no sabría como describirla, pero estoy segura que era parecida a la que sentí cuando recogimos a Ainara en el aeropuerto, ese sentimiento de que sabes que está ahí. Y la verdad, ahora mismo no lo entendía.
Desde el otro lado de la calle – una calle privada en la que solo está nuestra casa y la entrada a la playa también privada – podíamos ver a los chicos hablando entre ellos, cada uno con su bebida en la mano y con su traje negro perfectamente alisado.
La sensación anterior volvió a fluir en mí, no entendía nada y me empezaba a incomodar sentirme así. Cruzamos la calle y Marco avisó de que ya estábamos ahí, casi llegando a la tarima donde se celebraría la fiesta.
En el momento en el que todos se dieron la vuelta, mi respiración se cortó al igual que mi paso. No podía seguir caminando, no podía respirar de forma normal, ni siquiera me lo creía.
Jack estaba allí, estaba entre los chicos, como si no hubiese pasado un mes desde que lo vi en el hospital con una intravenosa, como si no hubiese pasado dos semanas del regalo que envió por sorpresa. Estaba allí, más sonriente de lo habitual, mostrando su sonrisa perfecta.
Continué con mi paso unos segundos más tarde, ya que se empezaba a ver raro que nos quedásemos las tres paradas en mitad de la calle y llegamos a la madera, que estaba encima de la arena, junto a los chicos.
Intenté asimilarlo lo antes posible, pero me fue en vano, no pude así que me limité a alejarme del grupo y beberme una copa de champán mientras miraba hacia el mar y oía que Jack se presentaba a Ainara.
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Simplemente, Miami. (+18)
Teen FictionIrina es una chica corriente llena de complejos, es española y tiene 16 años. Se va a EE.UU, concretamente a Miami. Y allí conoce entre muchos a Jack, es el típico chico malo, con moto, fío y distante que tiene a las mujeres de hobby. LA HISTORIA E...