34 - Irina

50 3 0
                                    

Sinceramente, no sé qué me esperaba cuando llegase a mi pueblo, pero desde luego una bienvenida más calurosa seguro que sí. Me había hecho a la idea de que me habían echado de menos, pero al parecer ni se acordaban de que llegaba hoy, pues mi madre apenas me dio un abrazo y mis hermanas ni me miraron. Mi padre incluso me dio un beso fue el máximo gesto de cariño que recibí ese día. Aunque, estuviesen separados fui a las dos casas para verlos a todos, pero me arrepentí al instante.

¿Por qué había tenido ganas de venir?

Me fui a mi habitación y me encerré allí, no quería saber nada de nadie. No es que quisiera una fiesta ni una cena especial ni nada, solo quería un poco de felicidad a la hora de volver. Pero mis hermanas ni siquiera me habían dirigido la palabra, mis padres un abrazo y nadie dijo nada más.

Cogí el móvil y le mandé un mensaje a Ainara.

Acabo de llegar y ya me quiero ir.

Sabía que no tenía ningún derecho a decirle eso, aunque ella conocía mi situación, pero yo no le podía pedir que venga conmigo, al contrario que la mía, su familia sí que se acordaba del día en el que llegamos. Solo tenía ganas de llorar.

Me llegó un mensaje de Jack avisando que ya habían llegado a Valencia. Le respondí diciéndole que nosotras también habíamos llegado ya, pero no le conté nada más. Sabía que si le decía algo vendría y me sacaría de aquí, pero yo quería que estas navidades las pasara felizmente con su familia.

- Irina, necesito que me dejes un pantalón – Dijo Claudia, mi hermana mayor, entrando a la habitación.

- No tengo pantalones aquí, solo me quedan los viejos.

- ¿Dónde los tienes? – Preguntó acercándose - ¿Estás bien? – Negué con la cabeza, con los ojos nublados por lágrimas – Cuéntamelo.

Volví a negar con la cabeza.

- Sé que no te hemos dado una calurosa bienvenida – Puso una mueca culpable - de hecho, hace ya mucho que no te trato como si fueras mi hermana. – Hizo una pausa - Iri, cuéntame que te pasa, sé que no soy la mejor hermana del mundo, pero por favor, hazme sentir útil.

Fruncí el ceño - ¿Quién te ha hecho creer que eres inútil?

- En los meses que te has ido también ha seguido la vida para mí, tú te has echado un novio guapísimo y que es más bueno que el pan y yo... bueno, estuve con alguien que no merecía mi atención.

- Pero se la diste.

- Me di cuenta tarde – Dijo sentándose a mi lado en la cama.

- Te diste cuenta, es lo que importa.

- Sí, podría ser peor.

- Eso siempre – Afirmé.

Al final accedí y le conté todo, cómo me sentía, acerca de mi relación con Jack, acerca de mi relación con todos los chicos... También le conté cómo lo había dejado con Álvaro, y por qué Ainara se vino con nosotros a Miami.

- Entonces tienes como novio a Jack, un soltero de lo más cotizado, con su familia... bastante adinerada, por decirlo de alguna manera suave, que es de lo mejorcito como persona, ¿verdad?

- Sí.

- ¿Y por qué no me presentas al hermano? – Preguntó.

- Porque tiene novio.

- ¿Y el amigo?

- Casi todos tienen pareja, excepto uno, pero estoy segura de que tiene algo y no lo dice.

- Pues vaya mierda - Suspiró.

- Lo siento.

- No lo sientas, en realidad, hay un chico de la universidad que no está tan mal, aunque claramente no es un soltero cotizado ni adinerado.

- No estoy con él por eso.

- Claro que no, nadie lo está – Dijo más para ella que para mí, de todas formas, no le quise dar importancia al comentario.

Seguimos hablando toda la tarde. Y después de esa charla sentía que la relación con mi hermana mayor, se sostenía, por sí misma, ya no había enfados, ni piques, ni nada por el estilo, éramos hermanas, como si hubiésemos estado unidas toda la vida, salvo que, en lugar de ir poco a poco, en una tarde nos hicimos más unidas que en toda una vida.

Mi madre entró en la habitación, rompiendo el cómodo ambiente que se había formado, avisando de que nos teníamos que cambiar para ir a cenar a casa de mis tíos a celebrar Nochebuena.

Después de esa noche las vacaciones al lado de mi familia se pasaron rápido, cosa que me alegró al igual que me entristeció, pues ya tenía ganas de ver a mi otra familia y estar con ellos por Miami, además de que en Estados Unidos todavía duraban una semana más las vacaciones, y por lo que me contó Jack iríamos a la finca ecuestre familiar.

Con él no hablaba mucho, pero sí seguido, cada uno estaba con su familia y ambos respetábamos eso, aunque ya le había dado indicios de que quería verlo y que me quería ir. Sabía que no estaba bien decirle eso, pero no lo podía evitar, no quería quedarme mucho más por allí.

Durante todos los días recibía comentarios a cerca de mi cuerpo:

- ¡Qué guapa y que delgada estás!

- ¡Qué esbelta te has quedado!

- ¡Madre mía! ¡No te había conocido tan delgada!

Y así un largo etcétera.

Lo que ellos no sabían es que no comía y entrenaba lo que no está en los escritos, pues cada vez me acomplejaba más de mi cuerpo, de mi estatura, de mi cara... de todo en general y por no hablar de mi forma de ser, apenas me aguantaba, era insoportable.

Por supuesto que esto sí que no lo sabía nadie, ni siquiera Ainara o Lara, pero es mejor así, no quiero que se preocupen más por mí, bastante es que ya me aguantaban como para decirles que me encontraba en esa situación.

- ¡Irina! – Exclamó la última tarde mi madre – ¡Tienes visita!

¿Yo? De todas formas, bajé las escaleras y menos mal que lo hice, Jack y Lara se encontraban en mi recibidor.

Los últimos escalones los bajé corriendo y me tiré a los brazos de Lara (todo sea por que mi madre no sepa que tengo novio) y después abracé con el mismo ímpetu a Jack.

- Te he echado de menos, princesa – me susurró en el oído.

- Y yo – casi se me escapa un beso, pero me contuve a tiempo.

Rápidamente cogí las pocas cosas que me traje y salí por la puerta, ya habiéndome despedido de todos me subí al coche, con la sorpresa de que estaban Ainara y Jason dentro. También los abracé a ellos y emprendimos el camino a Madrid. El resto estaban en otro coche que había salido directamente desde Valencia hacia Madrid, junto con los adultos que también emprendían el viaje de regreso a casa.

Sentí tranquilidad cuando Jack me abrazó, una tranquilidad que no sabía que necesitaba, no había notado que desde que había llegado a mi casa había estado tan...angustiada, con la necesidad de salir de allí. 

Simplemente, Miami. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora