28- Jack

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Ese día era el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra. Irina había dicho que sí, después de esos meses soñando con ese nosotros, hoy se había hecho realidad y la verdad es que nada me podía joder esa felicidad.

La fiesta acabó bastante tarde, lo que llevó a la ingesta indefinida de alcohol. Esto hizo que la mayoría de nosotros acabásemos por los suelos. He de decir, que yo no fui uno de ellos, porque sabía que Irina sí que se emborracharía, y no la juzgo, es libre de hacer lo que quiera, lo que sí que quería es que no llegase y se durmiese con el vestido puesto y con el recogido a presión que llevaba en el pelo. Quería cuidar de ella y que durmiese bien.

- Espera, cinco minutitos más por favor – Arrastraba las palabras y se tambaleaba.

- Irina, la fiesta se ha acabado – Le sonreí y la sujeté por la cintura cuando casi se cae – Además no te tienes en pie – Sonrió y me contagió la sonrisa - venga, vamos a dormir – Supliqué.

Se dejó caer en mi pecho bajo y bostezó.

- Está bien, pero – Bostezo - ¿Vamos a dormir juntitos? – Preguntó abrazándome.

- ¿Quieres que durmamos juntos? – Pregunté de vuelta mientras la cogía por las piernas y por la espalda.

- Claro que quiero dormir con mi novio – Dios dicho de su boca era aún más perfecto.

- Sus deseos son órdenes, princesa – Respondí.

La cargué hasta la casa y hasta mi habitación – es cierto que era de Paul y mía pero mi hermano estaba muy ocupado en la habitación de su novio – y cuando llegamos la dejé sentada en la cama, para poder quitarle el vestido, aunque sonase irrespetuoso, prefiero que duerma cómoda.

Le quité el vestido y le puse una camiseta mía y por debajo de la camiseta le quité el sujetador, en ningún momento le vi más allá de la barriga. Después salí de mi habitación y me fui a la de Irina, para coger el desmaquillador y una goma de pelo. La desmaquillé con paciencia y con cuidado, por muchas veces que se quejó del sueño que tenía, conseguí quitárselo y hacerle el moño que ella se hace cada noche para dormir.

Cargué a Irina, de nuevo hasta mi cama, y fue mi momento de quitarme el traje y la camisa, tenía pensado dormir solo en bóxer, como hacía cada noche, pero pensé que a Irina le podría resultar incómodo o qué se yo, así que me puse unos pantalones de chándal grises cortos y me tumbé a dormir.

Cuando apoyé la espalda en el colchón y me acomodé, noté como la morena se pegaba a mí, apoyando la cabeza en mi pecho y rodeándome con una pierna.

- No me voy a ir, Princesa – Murmuré, aunque sabía que ella ya estaba en el quinto sueño de la noche.

La abracé y me dormí con su aroma. Había extrañado dormir con ella a mi lado.

Me desperté con la luz del sol en la cara, y es en esos momentos en los que te preguntas por qué no la bajaste por la noche y sucumbiste a la pereza. Me levanté para mover las cortinas y que quitasen un poco de luz. Aunque un gruñido se llevó toda la atención. Era Irina que movía el brazo, buscándome en la cama.

Puse las cortinas en su sitio y volví a la cama. Apenas eran las diez de la mañana y la verdad, es que tenía un sueño terrible. Menos mal que dentro de poco ya tenemos las vacaciones de Navidad y podremos descansar un poco.

- No te vayas – Balbucea Irina cuando me tumbo a su lado.

- El sol me molestaba, Princesa – Sonrió y abrió los ojos dejándome ver esos preciosos orbes verdes, pero pronto los volvió a cerrar para seguir durmiendo.

Yo también me dormí, aunque no tuviese resaca la noche anterior nos acostamos muy tarde y tenía mucha energía que recuperar.

Dormía muy plácidamente hasta que unas caricias muy suaves me despertaron, estaban por mi abdomen y por mi pecho. Abrí los ojos y me encontré con una Irina ya despierta mirando mi torso con mucha curiosidad, aunque se la veía relajada, repasando con sus dedos las líneas de mis tatuajes.

Simplemente, Miami. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora