24 - Irina

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Paul entró a la habitación primero, como es lógico, es su hermano.

Yo me quedé pensando en el centro de desintoxicación al que se iba a ir Jack. Lo que más me apenaba era que durante un mes iba a estar sin él en mis entrenamientos de surf y de boxeo, sin nuestras tardes de libros y noches de películas... Pero había algo más que me hacía no querer separarme de él, aunque no estaba segura de qué era, lo único que sabía bien es que no quería que se fuese.

Entendía que era por su bien y por su salud y por ese motivo, jamás me opondría a nada. Al fin y al cabo, solo sería un mes, un mes en el que iban a pasar muchas cosas, entre ellas Halloween, y el aniversario de Lara y Jackson, además de que venía Ainara y por fin me contaba a qué ciudad se iría para terminar sus estudios este curso. Pero solo sería un mes.

No sé en qué momento Paul salió de la habitación, no me di cuenta, y lo que tampoco me esperaba es que Jack le hubiese pedido hablar conmigo.

Toqué a la puerta y un leve murmuro me dio permiso para pasar, pero desearía no haberlo hecho, pues Jack estaba con una intravenosa, el oxígeno y el aparato para las pulsaciones. Y al verlo así, no sé qué me pasó, pero algo dentro de mí se rompió, quebró.

Me acerqué despacio hacia el sillón que había junto a la cama y Jack giró la cabeza para verme.

- ¿Cómo estás, Morena? – Me preguntó mientras me cogía de la mano.

- No tiene sentido que seas tú el que pregunte eso – me sorbí la nariz, pues estaba a punto de llorar – eres tú el que está en una cama de un hospital.

- ¿Eso significa que estás bien? – Me acariciaba la mano con la suya.

- Estoy... ¿confusa?, no sé, ni bien ni mal – Le respondí - ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?

- Mal, pero físicamente bien.

- No te entiendo – Repliqué.

- No quiero irme al centro, pero lo necesito para que esto no me vuelva a pasar – llevó mi mano hasta su cara, como lo había hecho yo horas antes – No quiero alejarme de vosotros, y solo me consuela que será un mes. Pero me perderé muchas cosas.

- Jack, la verdad es que no sé qué decirte, pero... si necesitas algo... llámame, da igual la hora, llámame por favor.

- Te prometo que lo haré – Sonrió.

- ¿Se pueden hacer visitas? – Pregunté.

- Sí por lo que me han dicho, pero es una vez al mes y es un lunes.

- Bueno, no pasa nada, vamos por la tarde – Me animó poder ir a visitarlo, aunque fuese un día.

- No creo que puedas venir, Irina – Su voz disipó toda mi alegría – Me voy a Seattle, está en la otra punta de Estados unidos.

- Pero... yo quería...

- Lo sé, pero no pasa nada, además, disfruta de este mes ¿vale? – Asentí, a mis ojos habían acudido de nuevo las lágrimas – Vamos, no tiene sentido que seas tú la que llores.

- Ya, pero joder... - La mano que acariciaba su cara reclamó la suya y él me acarició la cara, haciéndome sonreír un poco.

- Vamos Irina, no quiero que llores, estás en la ciudad de los lujos y del dinero – Eso me alegró un poco pues lo dijo con humor – Además va a venir tu mejor amiga, vas a ir a Malibú para celebrar el aniversario de Lara vestida de gala...

- ¿Cómo sabes de Malibú? – Pregunté sorprendida.

- La casa también es de mi padre, me llamó para decírmelo por la mañana, además conociendo a Lara, sé que seguramente os vayáis a comprar vestidos de gala – Alcé las cejas, sorprendida.

Simplemente, Miami. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora