25 - Irina

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Esta semana había pasado lenta, pero era por las ganas incontenidas de ver a mi mejor amiga pasar las puertas del aeropuerto.

Era domingo veintisiete de octubre, justo una semana después de mi cumpleaños. Y esa tarde teníamos que ir a recoger a Ainara al aeropuerto, al final habían escogido como padres de acogida a Victoria y a John para ella, por lo que se quedará en casa con Lara y conmigo.

Esa mañana me levanté temprano. No podía más con la emoción así que, para relajarme un poco llamé a Marco, yo sabía que él estaba despierto, Marco madrugaba para entrenar y esa mañana quería acompañarle. Siempre venía bien entrenar, además me apetecía, llevaba unos días que no comía muy bien. Además, cuando viniese Ainara iríamos a la playa y obviamente me iba a llevar la tabla para surfear un rato con Paul.

- Buenos días, Marco – Le dije cuando me cogió la llamada.

- ¿Qué hay, Irina? – Su voz se escuchaba acelerada por la respiración.

- ¿Estás entrenando en tu casa? – Le pregunté.

- Sí.

- ¿Me abres? Estoy en tu puerta, me apetece entrenar, además que necesito rebajar la vigorosidad que siento – Evadí su pregunta con otra.

- ¿Cómo que estás en mi puerta?

- Estoy en tu puerta.

De pronto oigo como la puerta en la que estoy medio apoyada se abre. Sí, casi me caigo de morros. Insisto, casi, conseguí agarrarme al pomo de la puerta.

- ¿Qué coño haces despierta un domingo a las siete de la mañana?

- Eso mismo podría preguntarte yo, ¿empezamos ya?

Eso lo hizo sonreír, por lo que me abrió la puerta y me dejó pasar.

Subimos las escaleras y pasamos a su gimnasio. Estaba igual, pero me di cuenta de que allí estaban los guantes negros de Jack. Los nuevos, con los que peleó aquella tarde, nuestra última tarde de libros juntos.

Aparté la vista y vi a Marco observándome, asintió con la cabeza en señal de comprensión.

Comenzamos en el entrenamiento calentando y después seguimos con el saco, pasando después a las tácticas básicas de defensa y ataque y por último me dio unos cuantos consejos sobre defensa personal que pusimos en práctica.

Al llegar a casa preparé mi desayuno, que consistía en un yogur de proteínas con arándanos, avena y plátano. Lo hice de forma silenciosa, no quería despertar a mis hermanos.

- ¿Qué haces despierta tan temprano? Que psicópata – Me preguntó Jason cuando entraba este a la cocina.

- No podía dormir – Sonreí recordando lo que pasaba hoy.

- Ya veo – fue hacia la nevera y sacó la leche - por cierto, me ha dicho Marco que has ido a hacerle una visita sorpresa – me sonrojé.

- ¿Se ha enfadado?

- ¿Qué? No, claro que no – Se puso café con leche de avena en una taza – Tan solo estaba sorprendido de que aparecieras en su puerta a las siete de la mañana – Bebió un trago de su desayuno – Y la verdad yo también me sorprendí cuando me lo ha dicho.

- Ya, no suele ser habitual en mí madrugar para hacer deporte, pero hay días y días supongo. Además me ayudan bastante.

- Me alegro de que el boxeo y el surf te ayuden.

- No solo me ayuda el deporte, también me ayudáis vosotros – Dije mirándolo.

Dejó la taza y me abrazó.

Simplemente, Miami. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora