La habitación de Rose era tan risueña como ella. Aunque se la esperaba más de cuento de hadas. El dormitorio estaba ubicado al fondo del apartamento, con unas delgadas puertas correderas que daban a un falso balcón. Las paredes estaban pintadas de un brillante fucsia, totalmente distinto del blanco impoluto del resto de la vivienda. Había flores secas, fotos y posters de Kitty Section enmarcados por todas partes. Una de las fotos de la pared mostraba a Rose y Juleka totalmente manchadas de pintura pintando las paredes ellas mismas.
El mobiliario minimalista de paneles era blanco. Marinette estuvo segura de que no los había pintado también porque la chapa no asumía bien la pintura. La cama y los armarios formaban una unidad en uno de los extremos de la habitación, un combo para aprovechar todo el espacio posible. Bajo la cama expuesta y cubierta con un edredón malva, había un gabinete con colchón extraíble.
—Un día te tienes que quedar a dormir aquí —le pidió Rose—, podríamos hacer una fiesta de pijamas con las chicas y pasar la noche viendo películas y juegos de mesa.
—Si lo organizas, yo me encargo de los dulces —prometió Marinette, guiñándole un ojo.
—No te pienses que me voy a olvidar —aseguró Rose, sentándose frente a la mesa. Marinette se sentó también, riendo.
En uno de los laterales de la habitación había un escritorio con uno de los extremos cortos atornillado a la pared y dos sillas, una a cada lado. Encima, en la pared, había cuatro estantes, tres de ellos con libros y expuestos al aire, pero había uno cerrado con una puerta acristalada que estaba plagado de frasquitos diminutos.
—Veamos qué tenemos aquí —murmuró Rose, tomando una enorme enciclopedia de flores que tenía sobre la mesa y abriéndola para que pudieran verlo las dos.
—Tienes un montón de libros de flores, ¿no? —preguntó Marinette, echando un vistazo rápido a los libros de la estantería.
—Me gustan las flores, son bonitas —reconoció Rose—. Aunque a diferencia de mi abuelo se me da fatal cuidarlas. Soy mejor creando perfumes.
—¿Haces perfumes? —repitió Marinette, sorprendida.
—Sí, no llevo mucho, pero me gusta —reconoció Rose, sonrojada—. También hago velas, que son básicamente los perfumes de las casas.
—Eso explica por qué tu casa huele tan bien —aseguró Marinette, que llevaba encantada con el aroma a lavanda y algodón desde que había traspasado la puerta de entrada.
—Eso hoy, cuando hace dos semanas intenté hacer uno de rosas te aseguro que la casa no olía así —aseguró Rose con una mueca de disgusto.
—Esas cosas ocurren, son necesarias para aprender —dijo Marinette, encogiéndose de hombros—. Si yo te enseñara la cantidad de telas que he echado a perder haciendo algún que otro experimento... Pero es así como se aprende.
—Supongo, aunque sería agradable no acabar oliendo a vómito de cabra la próxima vez —reconoció Rose, bromeando—. Bueno, vamos a ver, ¿qué flor podríamos utilizar?
Fueron pasando las hojas, centrándose únicamente en las fotografías.
—Necesitamos flores que sean blancas —recordó Marinette—. Para que pintarlas no sea un engorro.
—Flores blancas, flores blancas... Las azaleas tienen muy pocos pétalos, las amapolas más de lo mismo, ¿quizás una rosa?
—¿Las rosas no tienen los pétalos muy apretados entre sí? Pueden ser difíciles de pintar y que se vea el arcoíris.
—Los allium son bonitos, pero no crearían ese efecto de protección del centro que queremos— meditó Rose—. ¿Qué tal las camelias?
—A ver... —murmuró Marinette, echando un vistazo a la página—. Son blancas, primaverales y tienen un montón de pétalos bien diferenciados entre sí. Me gusta.
—¡Pues tenemos ganadora! Ahora toca buscar en las floristerías para comprar algunas.
—Pues allá que vamos.
Lunes, 21 de marzo de 2022
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Atrapada entre bits
ФанфикEn un mundo donde los superhéroes son admirados y están en boca de todos, hay secretos que pueden tener un precio muy alto y mentiras que pueden ocultar las cicatrices. "Atrapada entre bits" forma parte del reto #MarinetteMarch2022.