VALIENTE

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Ladybug estaba encantada con el nuevo traje acuático que había conseguido como premio. Estaba enamorada de sus aletas, que le permitían hacer turbo tirabuzones en el agua. Su yoyó había adquirido una nueva habilidad que le permitía generar remolinos. Además, la animación de sus coletas le encantaba. Chat, en cambio, no estaba tan contento como habría esperado. Marinette supuso que eso de que a los gatos no les gusta el agua podía aplicarse a todas sus vidas. Marinette encontraba realmente gracioso el diseño de ChatNoir, cuya cola más que la de un pez parecía la de un renacuajo. Puede que ese comentario no ayudara mucho a que le gustara su nuevo traje.

Aún así, ChatNoir y ella los habían usado nada más recibirlos, deseando explorar zonas hasta el momento inaccesibles para ellos. París bajo el agua era bastante sorprendente y, en muchas ocasiones, desagradable. Muchas misiones sucedían en las alcantarillas, que eran de todo menos los lugares idóneos para pasar una tarde de domingo. Aún así, fueron unos días muy divertidos.

—Esto ha sido fantástico —reconoció Chat después de recibir los puntos de experiencia.

Los akumas de agua daban bastante más experiencia al vencerlos, y pelear contra un enorme dragón verde que serpenteaba por el fondo arenoso del río como un pulpo rabioso no había sido nada fácil. Recibieron con orgullo el nivel 78.

—Es una pena tener que dejarlo justo ahora que se estaba poniendo interesante.

—¿Dejarlo? —preguntó Marinette, inquieta.

Chat se encogió de hombros en un ademán descuidado.

—Hay algunos asuntos en casa que tengo que atender —admitió Chat—. O lo hago, o me dejan sin ordenador de por vida.

—Vaya, ¿tus padres?

—Mi padre en realidad. Mi madre falleció hace años.

—Chat, lo siento...—susurró Marinette sin saber qué decir.

—Gracias —respondió Chat con educación, Marinette no estaba segura de si su compañero estaba realmente bien o no, nunca lo había escuchado con ese tono de voz tan carente de emoción—. En fin, diviértete estos días sin mí, pero me olvides o me pondré triste.

—Eres un gato dramático —bromeó Marinette.

—Eso no es una promesa.

—Prometo que me acordaré de ti todos los días —le contestó Marinette—. Sobre todo cuando suba de nivel.

—¡Eres cruel!



—Sigo sin entender cómo te has enterado de esto —se quejó Marinette mientras Alya tiraba de ella para que siguiera caminando.

—Solo estoy muy bien informada —aseguró Alya con una sonrisa tan pura que Marinette supo que le estaba escondiendo algo—. Y no es como si todos los días tuvieras la oportunidad de ver una sesión de fotos de tu marca favorita, ¿verdad?

—Supongo que no.

Alya la había arrastrado a un parque que estaba parcialmente precintado. Había miembros del personal de seguridad apostados en torno al cordón que hacía de valla, mientras que en el interior se podía ver a personal de producción, maquilladores, peluqueras corriendo de un lado para otro. El set estaba iluminado con varios focos y había ayudantes de iluminación colocando los filtros y regulando la intensidad de la luz de los fresnel.

Como ellas, había muchas personas alrededor de la valla observando la escena con interés.

—No se puede pasar —les dijo un guarda de seguridad, alto como un castillo, con la nariz desviada ligeramente hacia la izquierda y cara de muy mala leche.

Atrapada entre bitsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora