Veintinueve.

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Aclaración: Este capítulo será diferente a los demás. Si algún día llego a hacer otra parte así (cosa que no creo posible) recuerden que si todo está en cursiva, es porque hace referencia al PASADO. No todo el capítulo será así, fue un recuerdo no demasiado largo.


Harry despertó debido a unos gritos en la planta baja de su casa; no sólo gritos, también sollozos. Sollozos de su mamá.

Se compuso con rapidez, quedando mareado por un momento. Al recuperarse, se levantó de su cama con ayuda de sus pequeñas manitas y se desperezó a la vez que se ponía de pie. Tomó el pomo de su puerta, intentando hacer el menor ruido posible. No era la primera vez que escuchaba aquello, pero cada vez que hacía el más mínimo ruido, todo se callaba. Incluso llegó a pensar que intentaban evitarlo.

Asomó su rizada cabellera por una de las rejillas de las escaleras y sintió como su corazón se rompía en, no miles, pero sí cientos de trocitos al observar la manera en que su padre le propinaba una bofetada al rostro de su madre, quien perdió el equilibrio y cayó al piso, al momento que comenzó a presenciar la escena. A pesar de que ella se encontrase casi inconsciente, los golpes no cesaban. Patadas, bofetadas, sangre.

Un hombre golpeaba a una mujer. Su padre golpeaba a su madre. Frente a sus ojos.

Tenía que hacer algo. No podía quedarse en tal estado de shock mientras que Des, prácticamente, asesinaba a la mujer que le dio la vida y lo motivaba a sonreír día a día. Él no era igual a su padre. Él no era cobarde.

El pequeño de diez años sintió la valentía correr por su cuerpo. Gemma no estaba en la casa para protegerlo ante cualquier cosa que pudiese ocurrir, pero arriesgar un par de golpes junto a su orgullo por frenar el escándalo era lo menos que podría hacer.

—¡Déjala, papá! ¡No vuelvas a tocarle un cabello o no te hablaré nunca jamás! —espetó con inocencia.

La fría mirada de Des se clavó sobre él, observándolo con asco. Dio tres peligrosos y largos pasos, que en vez de intimidar al ojiverde, le provocaron cobrar más valor para enfrentar a su padre. Le sostuvo la mirada, esperando a que éste se sintiera incómodo y lo hiciera por su cuenta; él, mientras tanto, no lo haría.

—¿Qué acabas de decir, mocoso? —algo se removió dentro suyo por las palabras inyectadas de veneno que su progenitor acababa de pronunciar. De todas maneras, se mantuvo firme.

—No toques a mi madre —de reojo, vio como la mano de Des se dirigía a su rostro. Sin embargo, se protegió velozmente, provocando que uno de los dedos de Des se doblara.

—¡Eres un mal agradecido! ¡Toda esta familia lo es! Les he dado todo, ¿cómo me pagan? Reclamando. ¡Ni siquiera me puedo acostar con otra zorra que viene la puta de tu madre a reclamarlo! Y tú, mocoso, defendiendo lo indefendible con diez años de vida. ¡Debería irme y dejarlos aquí solos, incompetentes! No sé qué sería de sus vidas sin mí.

La valentía fue reemplazada por enojo, y ésta por rabia. Él no acababa de decir eso, no lo había dicho.

—Vete, Des. Aquí nadie te necesita. No necesitamos de ti para vivir. Vete con todas esas... mujeres. No me desubicaré, a pesar de lo zorras que puedan llegar a ser, siguen siendo mujeres y merecen mi respeto ante todo. Porque una mujer ha nacido para ser respetada. Métete con alguien de tu edad y tu tamaño, con alguien de tu mismo sexo. Con un animal como tú —su madre susurró de manera débil.

En realidad, no sé qué pueda ser como tú; los animales si tienen corazó-

Harry fue atrapado desprevenido. Su mejilla escoció ante la bofetada que el monstruo le había dado. Algo cambió dentro de él. Comenzó a sentirse más y más pequeño. Las palabras parecían quedar en la mitad de su recorrido, nada salía de su boca. Pero sí las lágrimas de sus ojos, eso no faltaría nunca.

Dance Dads || l.s (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora