Dance Dads || l.s (Completa)

Dieciocho.

Un mes después.

—Niall, ¿cuándo volverá Theo? —Harry sacó su labio inferior, dejando a la vista un dulce puchero.

—Cuando yo le diga a Greg que lo traiga —se encogió de hombros. Él también lo extrañaba, pero no quería que su lado sensible haga presencia.

—Niall.

—¿Qué?

—Tráelo —el blondo bufó claramente irritado. No soportaba más la grave voz de su rizado amigo pidiéndole el regreso de su sobrino. Tomó su teléfono celular de su bolsillo trasero y marcó el número de su hermano. Al tercer timbre, la voz de Greg sonó en su oído.

—¡Niall! ¿Cómo estás? Te extrañamos, hombre —su tono de voz tenía tanta emoción, que la irritación que sentía se le fue quitando, siendo reemplazada por una sonrisa en su rostro.

—Estoy bien, ¿y tú? También los extraño, esa es la razón por la que llamo. ¿Cuándo está Theo disponible para venir de visita? —cruzó los dedos.

—Si deseas, te lo puedo llevar en una hora. Lo puedes cuidar por dos días, no sabes el respiro que nos darías a mi y a Denise —Harry, quien tenía el oído pegado al celular, asintió con efusión.

—De acuerdo. Los espero —se despidió para luego terminar la llamada.

—Oye, ya que hoy viene Theo y las chicas lo adoran, ¿qué les parece si hoy van todos a mi casa y comemos algo?

—¿Algo como qué? —la oferta lo tentó.

—Uhm... ¿una pizza? No lo sé, lo que quieran.

Organizaron mejor el encuentro y quedaron de avisarle más tarde al resto. El rizado dejó a Maddie en su ensayo y manejó de vuelta a su hogar para ordenar todo. Raramente, el teléfono de la casa sonó. Frunció el ceño; no solía recibir llamadas a su teléfono fijo, sólo a su móvil.

A excepción de alguna emergencia con...

Corrió con desesperación y tomó el aparato entre sus manos. Temerosamente, atendió la llamada.

—¿Hola? ¿Sí? ¿Qué sucede? ¿Barbara? —ni siquiera se había fijado en el número, pero fue una correcta suposición.

—¿Harry? ¿Pasa algo? —su ceño se frunció.

—La pregunta la debería de hacer yo, ¿qué sucede? ¿Por qué llamas a este número?

—Mackenzie me ha dicho que no atendías a Maddie y se preocupó por ti... —la confusión creció.

—Acabo de dejar a Maddie en la compañía, está en un ensayo.

El silencio reinó en el lugar. ¿Cuál era la razón de que su pequeña haya dicho tal cosa? ¿Cómo se habría comunicado con Maddie si su celular se encontraba en su habitación?

Su habitación.

Su celular.

No era la primera vez que notaba cambios en la actitud de la mayor de sus hijas. Muchas veces, hablaba por horas con alguien; cuando él le preguntaba de quién se trataba ella se ponía nerviosa y negaba con la cabeza.

—Luego hablaré con ella. Tengan un buen día —puso fin a la llamada con brusquedad. Luego se disculparía, tenía otra cosa en mente. 

Subió escaleras arriba más veloz de lo que se creía capaz. Abrió la puerta del cuarto de Maddie y observó el iPhone de la chica sobre su cama. Sabía que invadía su privacidad, pero era inevitable. Sus cejas se alzaron al prenderlo.