Treinta.

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Canciones: Story of my life - One Direction.

Pompeii - Bastille.



Al día siguiente, Harry y Gemma decidieron recuperar parte de su tiempo perdido y sacaron a pasear a Will. Caminaron hasta el parque, hablando de temas sin demasiada importancia para alguno de ellos.

Desataron la correa de Will y dejaron que corra con libertad por donde quisiese. Los hermanos Styles se sentaron en una banca y observaron todo a su alrededor, sumergidos en un cómodo silencio.

—Bien, hermano, hay algo que debo preguntarte —la chica de cabello castaño rompió el ambiente.

—Dime —esperó con paciencia a que hablara. No quería que aquellas palabras que tanto le atormentaban salieran de su boca. Pasaron minutos hasta que se dignó a hacerlo, pero suspiró aliviado cuando habló.

—¿De verdad... crees que Louis te quiera?

Harry frunció el ceño por la pregunta; no era algo casual. La miró y luego volvió su vista al frente.

—Por supuesto. No lo creo, lo confirmo. Nos queremos mucho. ¿A qué se debe la pregunta, Gemma?

—No quiero que vuelvas a ser herido, Harry. Por más de lo ocurrido, ambos hemos sufrido mucho.

Gemma temía por él y estaba en su derecho. A ningún hermano le gusta recordar los peores momentos del otro, menos aún que se vuelvan a repetir. Tomó su mano con delicadeza y besó el dorso.

—Créeme, tampoco quiero volver a pasar por todo aquello. Por eso lo elegí, confío en él —su tono de voz fue seguro.

—Sabes que soy capaz de ahorcarlo si te hace daño, ¿verdad? —dijo en tono de broma, chocando el hombro del rizado.

—¿Igual al que te hice yo? —susurró, Gemma no lo captó. Carraspeó—. Lo sé, pero tranquila, no ocurrirá.

Tocaron otros temas, como por ejemplo, la salud de Anne. Pasadas dos horas, un Will completamente embarrado volvió hasta ellos. Ambos rieron con ternura. Volvieron a colocar la correa al cachorro y se marcharon.

Al llegar, las pequeñas Styles junto a Ed se ofrecieron para duchar al pequeño perro. Desaparecieron por las escaleras, dejando a Harry con curiosidad.

—¿Dónde están Ken y Louis? —le preguntó a Gemma. Ella se encogió de hombros.

Bufó por la respuesta y tomó su teléfono para luego marcar el número de su novio. Fue directo al correo de voz tres veces. No se dio por vencido e intentó una vez más.

—¿Harry? ¡Hola! —dijo, alegre, dejando más confundido al rizado.

—Hey... bebé. ¿Dónde están? Acabo de llegar.

—Oh, estamos en casa, en mi casa. Con la llegada de Gemma y Ed quisimos darles más espacio para aprovechar el tiempo que se quedarán. Mañana iremos, no te preocupes. De todas formas, estoy preparando una sorpresa para ti.

—Que no sea otro perro o gato, por favor, con un perro amante de la suciedad es suficiente —rieron—. Está bien, te comprendo y agradezco. Te quiero.

—Y yo a ti, cariño —finalizaron la llamada.

Aún era temprano por la tarde. Los rayos de sol iluminaban la casa, anunciando un gran día. No lo desaprovecharía. Seguiría el consejo de Louis. 

Entró a la cocina y preparó lo necesario para un picnic. Recuerdos de su primer picnic con Louis en su casa de campo le causaron una sonrisa inmediata. Fue gracias a la broma de su novio que se encontraban en una situación tan hermosa como esa. Aún debía averiguar sobre ese cementerio, de todas formas.

Dance Dads || l.s (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora