Lo que el farmacéutico dice

1K 77 12
                                    


Mismo día a la tarde – Oficina de Lena

- Así como lo oyes Lillian, así como lo oyes – le aseguró Samantha a través del el manos libres de su celular. La chica había tenido varios asuntos que atender hasta el mediodía, pero ya de tarde, iba rumbo a la oficina con todas las intenciones de indagar a su socia acerca de los acontecimientos de la noche anterior - ¿Cómo que si estoy segura de lo que digo Lillian? – Samantha estaba poniendo al tanto a la Señora Luthor de la información que manejaba - ¿Tengo que repetírtelo? ¡Dios! Alexandra me hizo explicarle mis deducciones como tres veces esta mañana... Bien – se resignó – Abre bien tus viejas orejas... Evidencia número uno – Empezaba el recuento de la investigación realizada por Samantha - las últimas en dejar el edificio la noche anterior fuimos Jess y yo – aseguró – Y cuando nos fuimos la rarita... - Samantha giró los ojos ante el reproche de la madre de su mejor amiga – Bueno, bueno... KARA – destacó – la rarita – murmuró para ella, no había otra forma de reconocer a la rubia para la chica que no sea esa – Seguía esperando a la testaruda de tu hija en el lobby, y estoy muy segura de que no se iba a mover de ahí hasta no verla – De hecho ella misma le había dado permiso para que se quedara siempre y cuando Samantha podía pasar a ver al Mercedes Brabus, pero esa extorsión no tenía por qué saberla nadie más que ella y la rarita – Si, si, ya sé que la pelirroja culona de tu hija... - Automáticamente Samantha frenó el auto para ver si no estaba Kara para corregirla - ¡Dios! La rari me ha vuelto una psicótica perseguida, ahora no puedo hacer mis bromas sobre el trasero de Lena sin pensar que en cualquier momento la rari me corta por partes y me mete en unos de sus freezers – Y dale con eso – Como sea... ya se que la pelirroja culona de tu hija estaba enojada con ella, que se encerró en su oficina sin querer ver a nadie y que no hay nadie más cabeza dura en el mundo que Lena pero... - Y esto era muy importante – Lillian... la rari es el virus que atraviesa absolutamente todas las paredes protectoras que tiene Lena en sus sistema – Samantha estaba actualizada – Y cuando digo todas, me refiero a absolutamente todas. ¡Por Dios Lillian! Tu viste con tus propios ojos la cara de tonta enamorada que pone cada vez que la rarita está cerca... ¡Exacto! – Al parecer la señora Lutjor le había dado la razón – Y eso que ni siquiera la viste toda verde defendiendo su territorio el otro día – Por otro día se refería a aquella tarde en que ella y Lena fueron a ver los nuevos inquilinos de Kara y se encontraron con una pequeña sorpresita – La tendrías que haber visto toda celosa Lillian, más que Hulk era "La increíble Lena". No paró hasta que todas las valijas de la morocha nueva estuvieran afuera del edificio, y la rari la miraba con su cara torcida y toda confundida... - ¿El chico? –Lillian, que al parecer estaba muy al tanto de la situación, preguntaba por el otro inquilino - Por favor... - Samantha soltó la carcajada justo mientras entraba a la cochera del edificio – Después de que vio cómo Lee echaba a patadas a la otra tipa salió espantado de allí – al parecer la rubia se había quedado de nuevo sola en su departamento - En fin – La conversación se había desviado – Evidencia número dos, tu hija no volvió a dormir al departamento y... - Samantha giró los ojos - ¿Puedes ser más negativa? ¿Cómo que se puede haber quedado llorando en la oficina? – Lillian no quería ilusionarse – Primero que todavía no sabemos si tu hija es capaz de llorar y no derretirse y segundo que una de los principios supremos e inquebrantables de Lena es "Tu casa es mi casa, pero mi oficina no es tu casa" – Era cierto, la pelirroja lo tenía como una política de trabajo para todos sus empleados. Era muy útil a la hora de evitar que empleados emparejados entre ellos trajeran sus problemas personales al trabajo, o evitar que alguna mujer despechada apareciera a hacer líos en las oficinas, o para que ninguno de sus empleados abusara de los recursos de la empresa para uso personales – Y además tengo una tercera prueba que está aportada por nuestra testigo oficial, la secretaría de Lena. Jess me aseguró que Lena le ordenó suspender todas las reuniones del día – Parece que Jess no había soltado la lengua en cuanto a Kara se trataba - ¿Escuchaste eso Lillian? Lena, la obsesionada por el trabajo, la señorita trabajo hasta los feriados, la mujer dinero, volvió a suspender reuniones importantes y miles de millones. Yo no sé qué piensas tú Lillian, pero a mi esto me huele a rarón por todas partes – dio su no tan desacertada opinión - ¡Ja! – La chica soltó la carcajada – Tú porque no lo has visto en vivo y en directo, porque cuando tengas la suerte de hacerlo como yo, no vas a querer volver a ver el pequeño manicito de Lionel... - Otra reprendida de la mujer que vivía en Metrópolis le hacían girar nuevamente los ojos – Como sea Lillian, como sea... El asunto es que tengo razón y lo sabes, tu hija, está loquita por la rari y ahora mismo estoy por entrar al ascensor rumbo a averiguar la verdad de lo que aconteció en este edificio ayer a la noche. Y cuando lo sepa, tu y Alexandra me van a dar la razón, la ex pelinegra culona esta ramera por el rarón... Mira eso, me salió un trabalenguas – El ascensor abría sus puertas – Luego actualizo información, ahora me tengo que ir... - el último giro de ojos – No Lillian, ya te dije que no voy a participar en tu pinchada de forros... además no creo que funcione – la chica estaba al tanto de los deseos de su amiga de usar otro método para cuidarse – Y tampoco quiero que mi amiga se arruine la vida siendo madre de tan joven, sólo yo sé lo difícil que es tener una hija a esta edad... - las risas de Lillian traspasaron el auricular del celular - ¿Perdón?¿Cuál es el motivo de la risa?... ¡Por supuesto que soy madre!... ¿Cómo que de quién? ¿No te suena el nombre Ruby o Sammy Junior como le dice Alex? Recuerdo el día del parto como si fuera ayer, cuando aprendió a caminar, su primer día en el Jardín – Samantha tenía una película en su cabeza - Es igualita a mi. Faltan varios días para que vengas y la vas a conocer... ¡LILLIAN! – Las carcajadas de Lillian cada vez eran más grande – Estúpida madre de la pelirroja culona – Cansada de escuchar risas cerró la llamada y se metió al ascensor – Vamos a ver quién carajo le cuenta las noticias ahora, vamos a ver quién miércoles le da nietos porque pienso hacer que Lena se cuide con anticonceptivos de elefantes... - Samantha seguía refunfuñando mientras bajaba del ascensor – Ninguna mujer sensata se puede casar con ese viejo decrépito que se cree que juega bien al golf... Ya lo sabía yo.

Sem soja para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora