Sem soja para ti

¿Coco o llena?

Quince minutos más tarde Kara estaba sentada de brazos cruzados en una de las reposeras de la pileta del jardín mirando atentamente cada movimiento de su novia con James. Lena y el chico charlaban entretenidamente del otro lado de la pileta, un poco más alejados justo enfrente de la rubia. La pelinegra se había ubicado de tal manera que su novia pudiera ver cada caricia provocadora que James le hacía a Lena y que la empresaria no esquivaba para nada. De vez en cuando la pelinegra pasaba sus manos por los brazos marcados del muchacho haciendo que la rubia tuviera que poner extra fuerza en su agarre para no ir y darle un merecido puñetazo en la cara al chico. "Compórtate Kara" eran las palabras que con la voz de Lena recordaba la rubia y que la hacían frenarse.

Pero cuando la risa de la pelinegra retumbaba en el jardín Kara se tensaba y mordía su boca con cada rose que el estúpido chico le entregaba a quien se suponía que tenía que ser su futura esposa. Y ni hablar de lo que le provocaba a Kara que la boca del chico estuviera tan cerca de la oreja de Lena. La tatuadora estaba segura de que su alma había salido de su cuerpo y estaba corriendo cual expecto patronus para proteger a Lena. Protección que ella debería estar dando, pero en lugar de eso, Kara, tenía que estar vigilando a sus hijas, o eso era lo que la había mandado a hacer Lena y lo que menos estaba haciendo Kara. Nia y Ruby ya mandoneaban a Molly lo suficiente y además los cuatro abuelos más las dos mellizas estaban alrededor de la pileta también. Después de todo era la última tarde que iban a pasar con las niñas antes de que volvieran a National City y los mayores querían disfrutar de sus nietas hasta el último segundo y eso le dejaba bastante tiempo a la tatuadora para sentarse a absorber como su novia la provocaba.

Kara dio una rápida mirada a sus hijas y después a los mayores. Las mujeres se reían de cualquier anécdota que las mellizas estuvieran contando mientras que cerca de ellas Lionel y Archie se habían encargado de la difícil tarea de inflar cada uno de los animales inflables que Molly y Kara habían comprado. Hasta ahora el recuento era de cuatro ballenas, dos cocodrilos y un delfín rosado, y todavía faltaban bastantes. Kara miró a Molly corretear con el perro entre sus brazos mientras Nia y Ruby la retaban y se quedó tranquila, todo estaba normal. Bueno casi todo, porque el estúpido ese seguía tratando de conquistar a su futura no esposa.

- ¿Puedes dejar de mirarlos así? – Samantha se había cansado de las muecas de tristeza que Kara hacía mientras James manoseaba sin pudor a Lena.

Kara no dijo nada, tampoco quitó la vista de la pareja, solo se limitó a alzarse de hombros y a agarrarse fuerte de la reposera cada vez que el chico tocaba a su novia.

Samantha giró los ojos y sin dudarlo le dio una palmada en la cabeza a la rubia.

Kara giró de inmediato y miró a la chica enfurecida - ¿Por qué... por qué... por qué...

- ¿Por qu... por qué.... Por qué... - Samantha imitó a Kara con alevosía y burla – Te lo mereces por rara – le dijo levantando su mano para frenar cualquier palabra que pudiera salir de la rubia – Y antes de que alguna raripalabra salga de tu rariboca te voy a explicar algo – le aclaró la chica quien giró los ojos cuando la rubia volvió a levantar los hombros como si nada le importara.

- La idiota de tu novia...

- No es... Lena no es idiota – Lena es perfecta para ella.

A esta altura Samantha pensaba que iba a tener que dejar los ojos girando permanentemente -

Escúchame una cosa rari, esto va a funcionar así, yo hablo y tu escuchas ¿de acuerdo? Y no quiero una levantadita de hombros como respuesta ¿Me oyes o el terrible rarón que tienes entre tus piernas ha crecido de tal manera de mirar a tu pelinegra que ha llegado a tapar tus oídos? – La chica tuvo que aguantar la sonrisa cuando la rubia se tomó el tiempo de mirar el estado de su bulto.