La caja azul de terciopelo

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Una semana después

Kara llevaba más de media hora parada enfrente de la puerta de vidrio de un elegante negocio. Esa tarde, había hecho dos tatuajes, un feroz dragón rojo y anaranjado en la espalda de un chico y una hermosa y delicada flor en la pierna de una jovencita, había ayudado a Siobhan a mejorar sus delineado, había hablado por teléfono con Lena, había tenido que pasar un rato largo por el baño por las cosas que Lena le había dicho por teléfono y finalmente había discutido nuevamente con Mike sobre su poco compromiso con el trabajo. Después de eso solo agarró su billetera y salió del estudio sin decirle nada a nadie. Llegó al lugar donde estaba parada ahora e inclinando su cabeza se quedó mirando el cartel de la entrada "Rojas & Co." Y allí permaneció por un largo tiempo.

- Disculpa... - Una mujer castaña con una perfecta cola de caballo hecha hacia atrás, con una cinturita muy pequeña y vestida con un impecable traje negro se le acercó. Según los cálculos de Kara debería tener entre unos 35 o 40 años.

Kara la miró de inmediato haciendo resentir su cuello – Disculpe, yo... yo... yo... solo miraba... miraba... por favor no llame a la policía – lo que menos quería era terminar encerrada y tener que llamar a Lena para que la fuera a sacar.

- No se alarme señorita – la calmó la mujer – Mi nombre es Andrea y trabajo aquí – explicó – Estaba adentro inspeccionando el local, controlando que todo esté en orden y cuando me arrimé a la vidriera la vi mirando el cartel de la entrada – señaló las letras talladas sobre la piedra de la entrada – Al principio pensé que era un turista más de esos que se quedan impresionados o que tan solo quieren una foto con una marca famosa pero... - la mujer miró su reloj – usted ya lleva casi cuarenta minutos aquí – detalló.

Kara nerviosa raspaba su cuello – Lo... lo siento... es que... es que...

- Tal vez yo la pueda ayudar en algo – la mujer no podía evitar sentirse intrigada por la rubia.

Kara miró fijamente a la mujer con su inconfundible pose, la mirada de la señora no mentía, realmente quería ayudar - ¿Usted... usted... tiene algún tatuaje? – para Kara era importante saberlo.

La mujer la miró confundida pero divertida – No me quiero imaginar lo que diría mi padre si tuviera uno – obviamente eso era un no a la respuesta.

Kara frunció el ceño -¿A su... a su padre no le gustan? – preguntó acostumbrada a este tipo de reacciones.

Sem soja para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora