Sem soja para ti

A última carícia

Samantha miró fijamente la cara de Lena y tuvo miedo. Su amiga miraba para todos lados confundida, la chica sabía que el estúpido de James no le había dicho nada de eso y que lo había preparado todo para agarrarla por sorpresa – Di que no Lee por favor, di que no – Samantha pudo leer todo el lenguaje corporal de Lena y cerró los ojos. Sabía que no iban a poder frenarla después de las dos palabras de Lena – Dios por favor no permitas que le pase nada – rezó justo a tiempo.

- SI ACEPTO – la voz de Lena se sintió al mismo tiempo que Kara se soltó de ellas.

Samantha cerró los ojos mientras sentía como su socia aceptaba la oferta de James y al mismo tiempo el brazo de Kara se resbalaba de su agarre. Después de contar seis segundos en su mente la chica pensó que iba a escuchar gritos, pedidos de seguridad y hasta se estaba preparando para saltar a defender a su rarita de cualquier injusta acusación, pero en lugar de eso una mano cálida en su espalda la hizo reaccionar.

- Sam... - con su vista Alex le señalaba hacia su frente. Kara no había avanzado más de diez pasos lejos de ellas tres. La rubia se había quedado con la cabeza agachada, con sus brazos tensos al costado del cuerpo y por lo blanco de sus nudillos se podía adivinar que no estaba para nada calma.

Samantha miró hacia su derecha y se encontró con que Andrea miraba a la rubia con preocupación. La joyera no parecía enfadada, sino más bien cautivada por toda la situación. Si otro hubiese sido el contexto, la chica podría haber visto una debilidad en la mujer y aprovecharla para atacar. Pero este no era el caso. La debilidad de Andrea se traducía en cariño por Kara y cualquier persona que comparta el mismo cariño por la rari que ella merece sus respetos. En su otro costado estaba Alexandra, su novia. La bailarina estaba aferrada a ella como si Samantha tuviera todas las soluciones, como si Samantha tuviera el hechizo para hacer que la tatuadora dejara de sufrir.

- ¿Señorita se encuentra bien? – la voz de un mozo que pasaba por allí cerca, hizo que tanto Andrea como Alexandra y Samantha se enfocarán en la rubia. La imagen fue de lo más devastador. Kara ya no estaba parada firmemente, al contrario, la rubia se había acuclillado sobre sus pies y usaba sus dos codos apoyados en sus rodillas para darle fuerza a sus manos y que sirvieran para esconder su cabeza.

- Sam... - Alex no tuvo que ni decirlo. Samantha no tardó en arrodillarse junto a Kara.

- Rari... Kara... - No sabía qué forma de llamarla la iba a hacer reaccionar – Rari por favor, me estás preocupando... - la chica trataba de sacar la cabeza de Kara de la cueva que ella misma se había creado entre sus brazos pero la rubia no cedía, su respiración era dificultosa y Samantha podía escuchar murmullos y sentir pequeños pero fuertes tiritones.