Capítulo 4

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Cinco días habían pasado desde la última vez que la reina visitó los calabozos para conversar con Horacio y llegar a un acuerdo de que se uniera a sus tropas, fracasando en las dos opciones que le había dado. 

Tal y como había dicho el castaño, el guerrero no ingirió alimento alguno de lo que le llevaban, la joven criada del castillo le informó que no pudo llevarle comida sin alterar ya que la vigilaban en todo momento cuando cocinaba, asique no consiguió en ningún momento traerle algo comestible. Pero justo ese día fue diferente, hubo una orden distinta para la encargada de preparar los alimentos del apodado hijo de Hércules, solo por esta vez se le permitió ingerir comida en perfecto estado y sin alterar, algo que extrañó a los tres presentes en los calabozos. 

¿Por qué la reina permitiría que por un día el formidable guerrero pudiera comer bien, si eso simplemente haría que recuperara sus fuerzas y tuviera más probabilidades para escapar? No lo entendía, pero de algo estaba muy seguro, la soberana de Seine se traía algo entre manos que seguramente no sería muy bueno.

-La reina está preparando un sitio junto al suyo para que puedas ver el espectáculo que armarán mañana en medio del pueblo- Informó la joven hacia el pelinegro.

-¿Es mañana?- Interrogó con desánimo el oji azul asomado entre sus barrotes.

-Sí- Le contestó cabizbaja con algo de pena.

-Vaya... Que rápido pasa el tiempo...- Soltó de forma desganada y algo ahogado el castaño, alejándose un poco de la luz para que no vieran su mueca de angustia. 

-¿Qué sucede mañana?- Preguntó totalmente curioso el guerrero, con uno de sus ojos descubiertos atento a los gestos de los dos contrarios.

-Mañana es el festival de los estragos de Pogo, nuestro dios de la calamidad- Respondió la joven tomando la bandeja que había dejado en el piso, ya se había demorado mucho en ese lugar y seguramente, en cualquier momento, el guardia entraría por su tardanza. -Todos los años en el pueblo se hace una gran fiesta con tributos y un gran banquete para que nuestro reino continúe prospero, también se dan ofrendas para contentar al dios Pogo y para evitar que vuelva atacar nuestras tierras con calamidades- 

-No entiendo como pueden adorar a alguien que los amenaza con infortunios si no le dan ofrendas- Comentó el pelinegro con desinterés. -De hecho ¿Realmente es capaz de hacer algo como eso?-

-Hubo un año en que los gobernantes anteriores a nuestra actual reina intentaron anular el festival, eso solo provocó que a los pocos meses fueran asesinados por alguien que todo el mundo en Seine llama como la reencarnación de Pogo- Explicó con su voz algo temblorosa, sus dedos se movieron nerviosos sobre la plateada bandeja al oírse un chasquido con la lengua desde la celda del ojiazul.

-¿Entonces ese dios asesinó a los reyes que no quisieron venerarlo?- 

-La gente de aquí inventa cada historia... No te dejes llevar por simples cuentos de fantasía, Hércules- Intervino el castaño con desinterés y frialdad en su voz.   

La sirvienta simplemente tragó saliva de forma pesada e hizo una leve inclinación con su cabeza para terminar retirándose del sitio, dejando un silencioso y tenso ambiente en los calabozos.

-¿Cuando saldremos de aquí?- Tomó la palabra el pelinegro, cortando el incómodo silencio que se había apoderado en el ambiente.

-Si puede ser hoy mismo, mejor- Respondió de inmediato. -Por mi bien, espero que hoy mismo...- Murmuro lo suficientemente bajo para sí mismo. 

-¿Entonces lo hacemos ahora o esperamos a que anochezca?- Preguntó abriendo y cerrando sus puños, preparándose para por fin salir de aquel sombrío lugar.

-Tendría que ser desp...-

El castaño fue interrumpido por el ruido de la gruesa puerta de madera abriéndose, dejándole paso a cuatro guardias que caminaron en dirección a las celdas.

-¿Qué? ¿Acaso la reina quiere volver a intercambiar palabras conmigo?- Habló el de heterocromía con falsa diversión en su voz.

-No te preocupes, Hércules- Respondió uno de ellos. -Esta vez no venimos a por ti- 

Extrañado el pelinegro miró a los guardias confundido, hasta que entendió todo cuando vio a uno de los soldados abrir la celda frente a la suya, escuchó como forcejeaban y murmuraban amenazas hasta conseguir sacar castaño de su calabozo, quien volteó en su dirección con sus ojos zafiros denotando un profundo miedo.

Algo malo iba a pasar si no salía pronto de allí, estaba completamente seguro al ver el angustiado rostro del ojiazul y su semblante apagado en cuando la sirvienta momentos antes anunció lo del festival. 

No pasó mucho tiempo desde que se llevaron al castaño y volvieron abrir la única puerta de acceso, entrando un grupo más grande de guardias, esta vez deteniéndose frente a su celda y adentrándose una vez las rejas estuvieron abiertas.

Era su oportunidad de escapar, apenas le sacaran las enormes cadenas que lo aprisionaban contra la pared podría abalanzarse sobre ellos y dejarlos fuera de combate, después de todo ya había recuperados sus fuerzas al evitar comer tal y como dijo el joven de ojos azules. El castaño de ojos azules ¿Qué sería de él? Su semblante no era el mejor cuando se lo llevaron, se veía totalmente diferente a como se había mostrado desde que se conocieron allí encerrados, siempre se dejaba ver bromista y algo animado, pero cuando lo sacaron aquellos guardias simplemente su rostro demostraba que estaba atemorizado.

No podía dejarlo allí después de que él le haya ayudado a recuperar sus fuerzas.

El guerrero cerró sus ojos y soltó un suspiro resignándose a dejar pasar aquella oportunidad para escapar, después de todo habían hecho un trato y él siempre hacía todo lo posible por cumplir.

Los guardias soltaron las pesadas cadenas y abrieron los grilletes que sujetaban sus muñecas a la pared y sus tobillos al suelo, para después entre dos cargarlo y así escoltarlo hasta donde se les fue ordenado. El pelinegro simplemente se dejó llevar, no aportando mucha fuerza para hacerles creer que continuaba debilitado, prefería guardarse esa carta de triunfo ya que sería una sorpresa para más adelante.

 -¿A dónde me llevan?- Interrogó en voz baja simulando su estado agotado y con su cabeza agachada.

-Mañana se festeja un famoso festival en el reino, y al ser su primera vez en presenciarlo, su majestad le tiene un obsequio- Respondió uno de ellos con un tono de diversión rozando un poco lo macabro.

El guerrero torció una mueca en señal de disgusto sin que nadie pudiera verlo al estar cabizbajo. Había sido bastante claro en que le ofreciera lo que le ofreciera, él jamás accedería a unirse a ella, entonces... ¿Qué demonios planeaba la reina de Seine ahora?







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