Capítulo 13

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Desde varios metros antes de entrar al poblado se podían escuchar gritos amenazantes y otros de miedo, fue ordenándole a su caballo que lentamente disminuyera su velocidad mientras más se acercaba a la aldea. Antes de entrar al pueblo, bajó de un salto y le hizo una pequeña seña con la mano para que se alejara, una orden que el inigualable equino comprendió y acató, corriendo hasta una arboleda que había a unos metros alejado del poblado.

Escondiéndose entre las casas fue acercándose poco a poco hasta toparse con un hombre que le deba la espalda, por sus ropas podía deducir que se trataba de un miembro de los bandidos, ya que estos normalmente acostumbraban a vestir con algunas pieles de animales y obviamente un arma en mano listos para asaltar. Se le acercó por detrás intentando en todo momento ser cuidadoso con sus pasos y una vez consiguió posicionarse a unos centímetros, velozmente llevó su mano izquierda tapándole la boca para que no gritara y su brazo derecho lo enroscó por la altura del pecho y atrapando sus brazos para llevarlo a rastras hasta un lugar mas apartado, una vez consiguió arrastrarlo hasta donde quería, le propinó un medido golpe en la nuca y lo soltó dejándolo caer inconsciente.

Volvió al lugar donde encontró al sujeto y un poco cubierto a la vista se limitó a observar en silencio el panorama. Visualizó cinco miembros de los bandidos sin contar el que yacía desmayado por culpa suya, aprovechó que estaban ocupados saqueando, entrando casa por casa para lentamente subir a una de las casas y emboscarlos desde arriba, pero hubo algo que lo distrajo de su objetivo.

Sin saber el por qué, giró su cabeza a un sitio en específico, en el cartel de madera que colgaba de aquella casa podía leerse muy claramente la palabra "posada", con una de sus manos apartó su cabello oscuro que cubría un poco su visión y se concentró en dos asaltantes que pateaban bruscamente la puerta de aquella casa y le gritaban a la gente que se ocultaba dentro. El de bicolores parpadeó un par de veces e intentó seguir con su plan, pero cuando iba a desviar la mirada se topó con una figura familiar.

-¿Pero qué?- Habló en su mente con incredulidad para después murmurar con un tono de voz tedioso. -No puede ser...-  

Nuevo plan, debía improvisar.

Movilizó sus piernas para que corrieran lo máximo posible hasta la escena que para él había pasado a ser primordial. Estaban los dos mismos asaltantes saliendo de la posada sosteniendo cada uno por un brazo a una persona, mientras le amenazaban con que les entregara todo lo que tenía, mientras apuntaban sus armas sobre su garganta. El par de bandidos que sostenían a un castaño oji azul con terror en su rostro, estaban tan concentrados en degollar al joven que ni se percataron de la fornida figura que se acercaba a gran velocidad.

Gracias a su habilidad de décadas de batallas libradas, desenfundó su espada y cortó por encima las partes traseras de sus rodillas haciéndolos perder el equilibrio, con su pierna pateó la espalda de uno de los hombres a un lado lejos del de orbes zafiros y al otro lo tomo de la ropa desde el pecho y con la fuerza de su brazo lo aventó al otro extremo, consiguiendo que el joven castaño tuviera una distancia segura entre los maleantes.

Los iris oceánicos quedaron abiertos de par en par con asombro al notarse liberado en un par de segundos, pestañeó un par de veces intentado que su cerebro procesara lo ocurrido, después de unos segundos sus pupilas se ensancharon ligeramente al notar frente suyo una ancha espalda cubriéndolo y otorgándole un sentimiento cálido de protección, por segunda vez.

Era imposible que no recordara esa misma espalda con aquellos largos cabellos negros que ya lo habían protegido anteriormente en el coliseo de Seine. Sin poder evitarlo, sonrió iluminando sus zafiros con alegría, olvidándose por completo de la situación que había pasado hace unos momento y lo que les esperaba a continuación.

Ante el escandaloso ruido y los gritos de los dos bandidos, terminaron llamando la atención de los maleantes restantes, quienes de inmediato corrieron para ayudar a sus compañeros haciendo un semicírculo contra el pelinegro, alzando todos el filo de sus espadas contra el guerrero.

-Ve a esconderte- Le susurró el más alto dando un paso atrás para cubrir con su corpulenta figura al castaño.

Con algo de inseguridad, el de ojos oceánicos dio dos pequeños pasos atrás, elevó su mirada y el pelinegro volteó un poco su cabeza mirando de reojo al mas bajo, el de heterocromía asintió para que obedeciera a sus palabras, entonces al castaño no le quedó más que empezar a correr a una de las casas para refugiarse.

Un par de los bandidos que se percataron de la huida del joven oji azul intentaron alcanzarle, pero fueron inmediatamente interceptados por el guerrero, quien movió ágilmente su espada ocasionando que chocara con las de los maleantes para detener su ataque. Con fuerza medida, logró empujar hacia atrás a los dos bandidos, entonces los tres restantes se prepararon para luchar todos a la vez contra el fornido pelinegro. Pero antes de que el castaño pudiera entrar, un agudo silbido rompió el viento, un ruido que fue perceptible y reconocible para el pelinegro, quien actuando rápidamente se interpuso frente al de orbes azules recibiendo el impacto de un filo cortante sobre su hombro.

-¡Corre!- Vocifero Horacio, con una mueca de dolor y molestia en su rostro, llevando su mano hasta su hombro y quitando de allí una flecha que penetró en su piel, para después tirarla con furia al suelo. 

Al parecer se había equivocado en su reconocimiento del enemigo, no había contado con que en los tejados hubieran arqueros. Los bandidos al ver que estaba herido, se lanzaron a la vez para terminar de una vez con él, fue una pelea donde el mítico guerrero simplemente se limitaba a alejarlos o a dejarlos fuera de combate, mientras el grupo se empecinaba en directamente asesinarlo. Varias flechas caían contra el de bicolores, algunas lograba esquivarla y otras conseguían rozar su piel, hasta que finalmente otra se clavó justo en una de sus piernas, provocando que cayera con esa rodilla apoyada al piso.

No sabía por qué su respiración se había vuelto agitada, tenía bastante experiencia en batalla y ni hablar de su resistencia. Con su mano derecha aferrada a la empuñadura de su espada, asentó el filo contra el suelo para sostener un poco su equilibrio, mientras que su mano izquierda la llevó hasta el astil de la flecha para hacer fuerza y sacarla de su muslo con éxito, la acercó un poco a su rostro con extrañeza, sus bicolores apenas conseguían enfocarse pero alcanzó a visualizar un liquido escurriendo de la punta de hierro.

Ahora lo entendía, no estaba cansado y su resistencia no se había agotado naturalmente, lo habían envenenado. 

-Creo que es él, el legendario hijo de Hércules- Escuchó un poco mientras un pitido empezaba tornarse más fuerte en su oído y sus ojos empezaban a cerrarse. 

-Vamos a llevarlo con nosotros, pagarán bien por él si realmente es quien dices que es-

Por más que intentaba luchar por mantenerse consciente, el veneno se abrió mucho paso por sus sistemas obligándolo a soltar su espada y caer contra el suelo, cediendo a terminar completamente desmayado.








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