Fuertes cuerdas empezaron a atar el cuerpo del inconsciente guerrero, los bandidos sostuvieron sus extremidades con las gruesas sogas y trajeron sus caballos para asegurar el otro extremo a las sillas de sus equinos y así poder llevárselo a su guarida.
Intentaron ser lo más rápido y eficaz posible, aprovechando el tiempo en que el mítico guerrero se mantenía desmayado.
No les importó en ningún momento aquellos compañeros que quedaron tirados en el suelo y heridos por la contienda contra el pelinegro, pusieron a correr sus caballos con las cuerdas arrastrando al nombrado hijo de Hércules. Ya tenían algo con lo que podrían hacerse ricos, no veían la necesidad de seguir saqueando esa aldea, al menos por el momento.
Al cabo de un tiempo dejó de escucharse el galopar de los equinos de la banda de maleantes, momento que los aldeanos aprovecharon para salir de sus casas y observar algunas de sus tiendas destruidas como también otras casas, y a pesar de que el peligro había cesado, ninguno se atrevía a dar más de cinco pasos lejos de sus refugios.
El primero en reaccionar fue el castaño, quien con su respiración acelerada corrió hasta donde había quedado tirada la espada del guerrero, la tomó con sus dos manos observando que se mantenía intacta y que la cuerda sosteniendo la perla negra continuaba aferrada sobre la empuñadura. Sus ojos denotaban un destello miedo que rápidamente cambió a uno de enojo cuando desvió su vista a los dos bandidos malheridos que habían quedado en medio del suelo del pueblo, apretó sus dientes para contener la rabia y sin temor alguno, levantó el arma apuntando el filo, algo desgastado por el tiempo, contra el par.
-Van arrepentirse por lo que hicieron- Habló entre dientes con un claro gesto de enfado en su rostro.
Nuevamente empezó a escucharse el cabalgar de varios caballos, pero no le importó, sus orbes zafiro continuaban fijos con ira sobre el dúo de asaltantes, hasta que se vio obligado a retroceder por un soldado que lo apartaba de la escena. El castaño simplemente dio algunos pasos atrás sin quitar su vista de como la caballería procedía a arrestar al par.
Finalmente, cuando los desaparecieron de su vista, dio media vuelta decidido a regresar a su habitación en la posada, llevando la espada consigo. Apenas llegó a su destino, cerró de un portazo y metió su mano dentro de su camiseta, sacando de ella una bolsita con monedas que había alcanzado a robar cuando los bandidos lo sacaron a la fuerza de allí. Idiotas, llevaban el dinero atado en el cinturón a plena vista, que lamentables. Sonrió de medio lado y la lanzó a un pequeño mueble de madera que había al lado izquierdo de la cama, para después caminar un poco más y dejar la espada apoyada de pie contra la pared del lado derecho, para después tirarse sobre el colchón con cansancio.
Mantuvo sus ojos cerrados en búsqueda de dormirse de una vez por todas, pero su mente parecía no querer dejarle que tuviera éxito, le rememoraba una y otra vez como el pelinegro había llegado a salvarle justo cuando estaba en peligro sin importarle luchar para protegerle.
Sentía que realmente era su héroe.
Un inevitable suspiro escapó de entre sus labios, habían logrado llevárselo de una manera muy rastrera por su culpa, aunque él en ningún momento le pidió que le salvara. O quizás no hubieran pasado por todo eso si el pelinegro no hubiera sido tan testarudo en alejarlo ¿Debería seguir con el pedido del guerrero entonces? No olvidaba que el de heterocromía le había pedido muy fervientemente que le dejara solo y siguiera solo su camino, entonces eso haría. Seguramente el hijo de Hércules sabría apañárselas muy bien solo.
Cerró fuertemente sus párpados obligándose a dormir con ese pensamiento en mente, pero los segundos pasaban, incluso minutos y continuaba sin poder conciliar el sueño por la punzada en su pecho que le transmitía una agobiante tristeza.
Después de casi una hora por fin consiguió caer ante los brazos de Morfeo.
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Lentamente sus párpados fueron abriéndose algo desorientado, le costó varios segundos poder regularizar sus sentidos y que su vista pudiese enfocar correctamente, su mirada se alzó en dirección al cielo observando que la noche reinaba en lo alto. Se removió un poco, notando que tenía total control sobre su cuerpo, se reincorporó tambaleándose un poco por el mareo que el veneno provocaba dentro de su interior. Sus orbes bicolores analizaron el entorno en el cual se encontraba, hasta que un recuerdo golpeó su cabeza. Volteó bruscamente en busca de la figura del castaño y su espada, una mueca disconforme se instaló en su rostro al no encontrar su arma, pero en su pecho sintió alivio de no ver allí al oji azul, dándole a entender que a él no le habían capturado y que por lo tanto estaba a salvo.
Se dispuso a caminar un poco entre aquellos altos y antiguos muros, recorrió un largo camino pero inevitablemente volvió al inicio.
-¿Dónde estoy?- Murmuró para sí mismo con confusión.
Nuevamente echó andar pero a los minutos regresó al lugar de donde partió. Lo entendió, estaba en un grave problema, al parecer se encontraba en un laberinto y se podría decir que su sentido de la orientación no era el mejor del mundo y menos cuando apenas se estaba recuperando de un envenenamiento.
Alzó su mirada intentado calcular la altura de las murallas, tenían varios metros de altura pero nada que no pudiera escalar.
-Guíame en esta oscura noche, gran Selene- Susurró a los cielos.
Estiró un poco sus brazos preparándose para trepar, colocó sus pies entre algunos huecos que había en el muro y se dispuso a empezar a ejercer fuerza en sus brazos para subir, pero cuando intentó utilizar aquel don por el cual le llamaban hijo de Hércules, comenzó a sentir una presión al rededor de su cuello que lo obligó a llevar sus manos en aquella dirección topándose con lo que simulaba ser un collar de piel de serpiente que lo asfixiaba. Con sus manos intentó quitárselo para que dejara de cortarle el paso del aire en su garganta, pero cada vez que hacía fuerza el collar parecía cerrarse aún más contra su cuello, terminando por caer desmayado por segunda vez, pero más que por envenenamiento, en esta ocasión fue por culpa de aquel collar de serpiente que entendió que estaba hechizado.
Aparentemente aquellos bandidos contaban con alguna persona conocedora en hechicería, algo que le interesaba. Si conseguía salir de aquel lugar, los enfrentaría y les obligaría que lo llevaran con el mago o la bruja que había hecho tal conjuro.
Quizás esa persona podría cumplir su deseo.
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Buenas!
Creo que una vez terminada ésta historia empezaré a publicar la otra en la que estoy trabajando 👀
Pero esperaré un poco para dejarles descansar un poco de mí 😂💕
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Búsqueda
RandomSu viaje comenzó cuando decidió encontrar alguna forma de deshacer una maldición, cada vez iba aceptando más su desamparado destino hasta que una persona se cruza en su camino.