Capítulo 16

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-¿Sabe a donde podrían haberlo llevado los bandidos?- Interrogó luego de haber conversado varios minutos con aquella extraña mujer.

-Quien sabe...- Respondió con simpleza la fémina de cabello castaño tan claro que simulaba ser rubio, queriendo mantener su aura misteriosa, mientras sonreía con diversión.

-Por favor, necesito encontrarlo- Sus orbes zafiros expresaron suplica al igual que su voz.

La fémina le miró fijamente borrando su sonrisa, intentando buscar en lo más profundo de aquellos iris oceánicos una respuesta, recibiendo una mirada de determinación por parte del castaño. Nuevamente una sonrisa se dibujo en los labios de la mujer al encontrarse con que el joven no dudaba de la decisión que había tomado, dejando claro en que estaba dispuesto a encontrar al legendario guerrero.

-Sígueme- Le ordenó empezando a andar sin voltear hacia atrás, segura de que el castaño iría detrás de ella.

En total silencio el oji azul camino siguiendo los pasos de la mujer, miró un poco extrañado la figura de la fémina al ver que estaban saliendo del pueblo y ella continuaba andando con tranquilidad, hasta que casi media hora después se detuvo en medio del camino de tierra y dio un paso al costado observando una pequeña arboleda.

-Ven aquí- Le dijo al joven castaño para que se pusiera frente a la arboleda. -Da un paso al frente y espera-

Con algo de duda en sus pasos obedeció, no tenía nada que perder así que se plantó frente al grupo de árboles. Escuchó a la mujer murmurar palabras inentendibles y tras empezar a hablar, un ruido comenzó a llegar desde aquel pequeño bosque. El miedo comenzó a invadirlo ¿Acaso aquella mujer era una bruja que estaba por entregarlo a alguna bestia como sacrificio? Ese fue su primer pensamiento, pero rápidamente fue descartado al distinguir el característico sonido de un suave trote.

Dirigió su azul mirada hacia la arboleda, encontrándose con un gran y fuerte corcel ensillado saliendo de entre las plantas. Sonrió al ver al majestuoso animal que se acercaba cautelosamente, miró de reojo a la mujer, asombrándose un poco al verla, algo le decía que su cabello y vestimenta ahora lucían diferentes con colores oscuros, aunque sinceramente no le había prestado mucha atención como para estar completamente seguro.

-¿Me prestaras el caballo?- Pregunto incrédulo, después de todo estaba seguro que ella sabia que no volvería a ese pueblo, entonces no podría devolvérselo.

-No es mío, es del guerrero- Informó sonriendo de medio lado al percatarse de que el animal acercaba su cabeza con familiaridad al castaño. Cómo si lo conociera de toda la vida. -Es curioso, este poderoso e inigualable corcel es indomable, solo permite que su dueño de tantas vidas se le acerque- Comentó desviando su mirada hasta el arma que colgaba del cinturón del castaño, sus orbes estaban clavados específicamente en la brillante perla atada sobre la espada. -Pero por alguna razón a ti te aceptó-

El castaño intentó acercar su mano a la cabeza del equino, pero el brusco movimiento hizo que el animal retrocediera un poco, pero finalmente terminó por acortar la distancia, permitiendo que aquella persona le acariciara la frente. Los orbes azules destellaron por el majestuoso corcel, era la primera vez que estaba frente a un ejemplar tan magnífico como aquel caballo, aunque muy dentro suyo sentía que no era así. Se sobresaltó un poco cuando el gran animal se movió dejándole accesible la parte de su lomo para que pudiera subirse a la silla de montar, en ese momento el castaño dudó, nunca en su vida había montado así que de alguna manera se sentía inseguro, pero el recuerdo fugaz de que debía hacerlo para encontrar a su salvador suplantó toda debilidad, dándole la suficiente fuerza de voluntad para subirse al caballo.    

-Debes de ir hacia el sur si quieres reunirte con el hijo de Hércules, cuando encuentres las ruinas habrás llegado- Informó la mujer una vez que el joven estuvo sobre la silla de montar y con las riendas en mano. -Tendrás que ir con cuidado porque necesita de tu ayuda, ten-

El castaño dejó de acariciar la crin del animal para tomar lo que mujer le ofrecía, con una clara mueca de confusión el oji azul recibió el palo de madera con un paño envuelto en un extremo. Miró con intriga en dirección a donde estaba la fémina pero no vio nada, fue como si se hubiera desvanecido, no se permitió perder tiempo en sorprenderse ni especular sobre el paradero de la misteriosa mujer, en su lugar enganchó lo que parecía ser una antorcha apagada en su cinturón y tomando firmemente las rindas le dio la orden al equino de partir.

Primeramente el animal corrió a un paso ligero, algo que el de ojos oceánicos agradeció por ser su primera vez montando a caballo, pero una extraña sombra ocasionó un tipo de alerta al joven, aunque rápidamente se sostuvo al cuello del equino cuando esté comenzó a galopar a un ritmo más frenético mientras seguía el camino por donde desapareció la oscura figura.

No tenía no idea de a dónde estaban yendo, pero algo en su interior le decía que dejara que el cuadrúpedo continuara por el mismo camino, quizás los dioses estaban guiando al corcel por el camino correcto y él no impediría poder reunirse con quién decidió llamar su héroe.

No fue consciente de cuánto tiempo pasó, pero podía deducir que más de tres horas seguramente, lo que en parte le extrañaba era que el animal aguantase tanto tiempo corriendo sin descansar, aunque si lo pensaba bien, era el corcel de su salvador, quién era un distinguido y legendario guerrero, era de esperar que su fiel compañero fuera igual de sorprendente.

El anochecer se adueñó del cielo y finalmente logró divisar unos muros que parecían destruidos en algunas partes, al estar cada vez más cerca, finalmente el equino fue disminuyendo su galope hasta detenerse frente a una estructura que parecía ser la entrada.

Una vez que bajo del imponente animal, el cuadrúpedo se dirigió hacia una zona donde podía verse un pequeño estanque, tenía bien merecido un descanso así que le dejó tranquilo para que bebiera toda el agua que quisiera, mientras él se mentalizaba en adentrarse a las ruinas frente suyo. Quitó la antorcha de su cinturón y la dejo reposando unos momentos en el suelo para voltear y agarrar dos piedras con sus manos e intentar encenderla, pero al girar otra vez hacia la antorcha, ésta estaba encendida.

-¿Pero qué?- Murmuró totalmente confundido, sin despegar si vista de la extraña llama que flameaba sobre la parte superior de la antorcha.

Todo era muy extraño, todo lo referido a aquella mujer de la taberna era muy confuso y misterioso al igual que ella.

Tomó la antorcha en su mano izquierda y comenzó a caminar para entrar en aquella destruida construcción, aventurándose para rescatar a su pelinegro guerrero.




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