El filo de las lanzas destellando con un brillo anaranjado por el reflejo de las antorchas se alzaban amenazantes contra el guerrero, quien por puro reflejo se movió de manera defensiva para ocultar al joven castaño detrás suya.
-Su fuerza no está al cien por ciento, ustedes mismos lo comprobaron al traerlo débil hasta aquí, así que avanzad- Ante las palabras del capitán los soldados adoptaron una posición listos para atacar.
-Lo quiero de vuelta en los calabozos- Dijo la monarca con semblante aburrido.
Realmente ella esperaba que el espectáculo fuera otro, uno donde el pelinegro se deshacía del joven que incordiaba en su reinado.
Los guardias fueron avanzando lentamente con sus lanzas hacia el frente, cerrando cada vez más el círculo que habían formado al rodearlo, precavidos observando quien asestaría el primer golpe.
El castaño se apegó a la ancha espalda del guerrero con nerviosismo, no le gustaba sentirse acorralado y menos con lanzas apuntándole, pero de alguna forma para nada razonable se encontraba un poco tranquilo, porque el pelinegro se mantenía firme en su sitio dispuesto a defenderse y sin perturbarse ante el avance de los soldados.
El tenso momento de ver quien atacaría primero mantenía a todo el público expectante por disfrutar de una prometedora pelea, pero el ambiente fue cortado dejando a todos en completo silencio al distinguir como uno del grupo de soldados caía hacía el frente con una flecha clavada en la parte posterior de su cuello. Todos en las gradas quedaron asombrados y la reina cambió su expresión por una de sorpresa, levantándose por inercia de su asiento y desviando su mirada hacia donde se calculaba que la flecha había salido disparada.
Una de las torres del castillo fue la que se llevó la total atención de la soberana, quien apretó sus puños y desfiguró su rostro con muecas de furia.
Aquella parte del castillo era perfecta para que un arquero pudiera disparar limpiamente hacia el Coliseo, ambas edificaciones se encontraban al lado de la otra, y gracias a que era medianoche, podía ocultarse bien su identidad por la falta de iluminación en aquel sitio donde vivía la realeza.
Con rapidez y antes de que los guardias se recompusieran de su asombro, el pelinegro tomó velozmente la lanza que había soltado el soldado fallecido, sus fuertes manos se afianzaron sobre el arma y con la experiencia de las guerras que había librado en el pasado empezó a atacar, intentando en todo momento solamente dejarlos heridos o desarmados.
El castaño observaba con sorpresa como el fornido guerrero se movía de manera ofensiva y defensiva, casi parecía como si estuviera en un juego o en una simple práctica por sus movimientos que parecían innatos y para nada forzados, recordando que quizás se debía por su experiencia en batalla.
De un momento a otro, la mayoría de los soldados que los rodeaban terminaron tirados en la arena, algunos inconscientes, otros heridos sin poder continuar la pelea y algún otro intentando recomponerse para volver a la contienda.
-¡Corre!- Exclamó el de ojos heterocromáticos, sacando de su estupefacción al oji azul, quien de inmediato empezó a correr en dirección a la pesada puerta de hierro.
Horacio adoptó una posición defensiva y con calma esperó a que el último soldado en pie acortara la distancia entre ellos, en un impulso el guardia corrió con su lanza apuntando en todo momento hacia el frente para atacar al guerrero, pero el pelinegro fácilmente lo esquivó y elevó un poco su pierna para después empujarla con algo de fuerza contra el pecho del centinela, lo suficiente para sólo mandarlo a volar.
Una vez ya con el camino libre, el de orbes bicolores aprovechó antes que de volvieran a levantarse para atacarle, y corrió en dirección a donde estaba su compañero de huida, le miró como inútilmente buscaba una forma de abrir la reja pero era imposible desde dentro, las poleas que movían las cadenas para abrir la puerta se encontraban del otro lado.
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Búsqueda
RandomSu viaje comenzó cuando decidió encontrar alguna forma de deshacer una maldición, cada vez iba aceptando más su desamparado destino hasta que una persona se cruza en su camino.