A pesar de que hace unas horas había discutido con aquel sujeto alto, fornido y de cabello negro, una sonrisa algo animada se posó en su rostro al llegar a un pueblo donde la alegría parecía desbordarse y compartirse. Habló un poco con los aldeanos para encontrar un sitio donde pasar la noche, ya que el sol hace unos pocos minutos había comenzado su ruta para desaparecer en el horizonte. Los pueblerinos le contestaron animadamente que el ambiente estaba festivo ya que en unos días se celebraría una ceremonia, dejando realmente curioso al castaño.
-¿Una ceremonia?- Preguntó confundido.
Nunca había estado en una, así que no sabía exactamente de qué se trataba, aunque por la parte de celebración podía imaginarse que era algo como el festival que se hacía en Seine. Un escalofrío surcó su espina dorsal ante el recuerdo, una celebración dónde él participaba involuntariamente todos los años para ser torturado y humillado.
-Tu cara no me suena... ¿No eres de por aquí, verdad?- Preguntó una joven con un toque de timidez y un ligero rubor en su rostro que el oji azul no notó. O quizás no le importó. -Mi padre es dueño de la posada, puedo conseguirte una habitación para que te quedes-
Estuvo apunto de declinar su oferta, pues tenia unas pocas alhajas que Danielle le había regalado secretamente en el bolso y no quería malgastar en alojamiento, lo más primordial era el alimento. Entonces una idea llegó a su cabeza.
-Disculpa, no traje mucho dinero encima porque mí amigo, el que me invitó a la fiesta que se celebrará en unos días, me dijo que se encargaría de mí estadía en el pueblo- Explicó sin titubear, con n una seguridad en su voz y facciones que incluso podría haber sido cierto.
-¡Oh! Entiendo, entonces me aseguraré de que mi padre lo anote a nombre del anfitrión de la ceremonia- Respondió con calma y una tierna sonrisa.
Sonrisa que fue correspondida por parte del castaño, pero la diferencia era que la del joven de orbes zafiro era una satisfecha por conseguir salirse con la suya. Que suerte la suya, gracias a que quien organizaba la fiesta avisó con antelación que unos amigos y familiares de otros pueblos llegarían pronto y que él mismo se encargaría de sus gastos, parecía que el dios de la fortuna de su lugar natal estaba de su lado. Que ironía ya que a él lo llamaban la reencarnación del de la calamidad.
Estuvo unos minutos caminando por el pueblo ya que la muchachita se había ofrecido a darle un pequeño recorrido hasta finalmente llevarlo a la posada. Para ese momento el semblante del castaña había cambiado a uno algo molesto por el cansancio, desde el principio le había pedido que lo llevara al alojamiento para descansar, pero la jovencita decidió darle un paseo por el pueblo aunque él se lo haya negado.
Al llegar a la posada habló con el padre de la chica y logró convencerlo de su "invitación a la ceremonia", entonces el hombre le indicó a su hija que le llevara hasta si habitación y así lo hizo. Una ve estuvieron frente a la puerta indicada, la muchacha le entregó la llave y cuando el castaño abrió la puerta para entrar, la joven le tomó del brazo para detenerlo, el oji azul volteó a mirarle entre molesto y extrañado, notando que la chica mantenía desde la primera vez que le habló un rubor en su rostro.
-¿Quieres algo de compañía?- Ofreció con timidez apartando la mirada al suelo.
Rápidamente y sin importarle ser brusco, Gustabo movió su brazo para deshacerse del agarre y cruzó la puerta, una vez estuvo del lado contrario de la abertura de madera, le miró con frialdad y totalmente serio.
-No- Le contestó a secas para terminar por cerrar velozmente la puerta antes de que la joven insistiera.
Inmediatamente fue hasta la cama y se recostó boca arriba, un largo suspiro salió de entre sus labios, uno de cansancio que camuflaba un ligero sentimiento de frustración.
¿Por qué su salvador tenía que abandonarlo así a su suerte conociendo la situación que había vivido? Su lengua chasqueo con fastidio, fue muy estúpido en confiar en que aquel fuerte guerrero le permitiría permanecer a su lado, estaba muy molesto con aquel pelinegro y sus palabras, aunque estaba más enfadado consigo mismo porque había algo en la peculiar mirada bicolor del guerrero, en su mera existencia que no le permita detestarlo. No podía odiar a su héroe.
Soltó otro suspiro y cerró sus ojos buscando descansar, la noche ya había llegado y tenía el presentimiento de que el día de mañana sería algo movidito.
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Podía verse como si estuviera en tercera persona, se veía a él de niño junto a su familia en un enorme campo junto a los amigos de sus padres y su amiga de casi su edad. Todos estaban con una sonrisa de genuina felicidad en su rostro, comiendo, charlando y jugando en lo que parecía ser un agradable picnic. El de orbes zafiro al ver aquella escena sonrió y una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla, no era un simple sueño, era uno de sus atesorados recuerdos de la infancia junto a su querida familia y amigos.
Si cuerpo como estaba en la actualidad estaba completamente transparente, como si de un fantasma se tratara, lo cual agradeció ya que no quería perturbar con su presencia en la escena. Contempló la situación por varios minutos sin dejar de sonreír por todo lo que ocurría, hasta que la enorme mirada azulina del pequeño Gustabo se elevó en su dirección.
-¿Pero qué...?- Murmuró confundido, ya que su yo del pasado parecía estar perfectamente consciente de su presencia.
Mantuvieron la mirada fija en sus zafiros, hasta que el pequeño se levantó y camino hasta él.
-¿Quién nos hizo esto?- Preguntó con voz aniñada el pequeño castañito, posando sus manitos en algunas cicatrices sobre los brazos del Gustabo adulto.
-La nueva reina de Seine- Respondió desganado, manifestando tristeza en sus apagados iris azules.
Un extraño impulso ocasionó que ambos castaños voltearan a una misma dirección, una dónde podían ver a una mujer acercarse poco a poco.
El recuerdo de su niñez fue interrumpido al igual que su buen descanso, de pronto varios gritos se hicieron presentes terminando por despertarlo. Exaltado se levantó y se acercó hasta la puerta para mirar lo que ocurría, abrió solo lo suficiente para observar el panorama, grande fue su sorpresa al ver como la gente del pueblo huía gritando despavorida y un grupo de sujetos a caballo alzaban sus armas amenazantes.
Rápidamente cerró la puerta y se quedó de espaldas a esta con su pecho subiendo y bajando frenéticamente, escuchando como los aldeanos gritaban asustados y a coro que los bandidos habían entrado al pueblo.
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Búsqueda
RandomSu viaje comenzó cuando decidió encontrar alguna forma de deshacer una maldición, cada vez iba aceptando más su desamparado destino hasta que una persona se cruza en su camino.