-¿Acaso no me ataran para hacerme lo mismo de siempre?-
Por primera vez en años, estaba en la arena de combate del Coliseo sin que lo apresaran en una jaula móvil, siempre acostumbraban atarlo bien de manos y piernas para que estuviera completamente quieto y cumplir con el ritual del Festival, pero tal parecía que en ese instante las normas iban a cambiar.
-Esta vez será diferente, enviado de la calamidad-
Todos los guardias sonrieron con malicia y acto seguido se marcharon, dejando al de orbes zafiro sólo en medio de la arena y con un escalofrío por la mala sensación que tenía.
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Una vez los guardias sacaron al guerrero de las mazmorras, al estar en el exterior el pelinegro levantó levemente su cabeza para analizar el lugar y así descubrir una buena ruta de escape, sus manos picaban ansiosas por liberarse y marcharse de una vez, pero no podía hacerlo hasta cumplir con su cometido de rescatar al castaño oji azul.
Una vez que ambos salieran de ese territorio, ya cada uno tomaría su propio rumbo.
De pronto sus ojos se vieron atraídos por el enorme astro rey casi rozando la línea del horizonte, señal de que el crepúsculo estaba dando inicio.
-¿A dónde me llevan?- Interrogó con total seriedad en su voz.
-Ya te lo hemos dicho, la reina tiene un obsequio para ti y así darte la bienvenida en este festival-
-No me interesa- Respondió seco.
Olvidándose por un momento de fingir debilidad, el pelinegro apretó sus puños fuertemente y se sacudió un poco casi liberándose de los guardias, pero a los segundos se reprendió en su mente y retomó su falso estado de debilidad. Aunque los guardias apretaron aún más su agarre contra el guerrero, reteniéndolo al descubrir que al menos una pequeña fracción de su fuerza había vuelto.
El grupo de soldados de Seine siguió escoltando al legendario guerrero, hasta llegar justo en frente del enorme castillo. Una vez allí y sin cuidado alguno, golpearon con la parte trasera de sus lanzas detrás de las rodillas de Horacio, con la intención de que cayera de rodillas, y como el mencionado estaba haciendo el papel de convaleciente, sus rodillas hicieron contacto de inmediato contra la dura piedra del camino.
Los guardias rieron a coro al tener doblegado a tal figura de renombre, o eso era lo que ellos creían.
De pronto todos cesaron sus carcajadas y adoptaron una posición firme, la reina había llegado con su porte elegante hasta quedar a pocos metros delante suyo.
-¿Hubo alguna complicación?- Interrogó sin dejar de mirar con altivez al guerrero en el suelo.
-Ninguna su majestad, sus energías siguen como días atrás- Informó el cabecilla de los soldados. -Hace unos minutos pareció recobrarla pero muy poca-
-Perfecto, será suficiente- Habló con un tono de alegría inquietante.
El de orbes bicolores agitó un par de veces su cabeza para quitar su largo cabello azabache de su rostro, ya que impedía que tuviera una buena visión al llegar a tapar sus ojos. Una vez consiguió despejar su vista, clavó sus bravos heterocromáticos en la soberana, quien sonrió con sorna por la situación de tener al guerrero de rodillas ante ella y en contra de su voluntad.
-Espero que estés listo, hijo de Hércules- Habló la mujer con un claro tono de diversión en dirección al mencionado. -Llévenselo- Ordenó con firmeza haciendo un ademán con una mano.
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Búsqueda
AcakSu viaje comenzó cuando decidió encontrar alguna forma de deshacer una maldición, cada vez iba aceptando más su desamparado destino hasta que una persona se cruza en su camino.