Capítulo 9: "Maniac"

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— Dojo Kenjutsu, ¿Les suena? 

Los presentes lanzaban miradas curiosas y con la incertidumbre en su persona, el rosado frunció el ceño, aquel nombre le era familiar, sin embargo no sabía en donde lo había escuchado. Observo al rubio quien se veía algo pálido y con las manos temblorosas tomo su celular para escribir algo, se veía nervioso y jalando del traje de joven Kokushibo le mostro el celular.

— Oh...— ambos jóvenes se levantaron de sus asientos y con una reverencia el compañero del bando Kibutsuji aclaro su garganta.— Si nos permiten, tenemos que retirarnos, mi acompañante tiene que hacer otros asuntos muy importantes.

Se despidieron nuevamente dejando curiosos a los presentes y caminando hacia la entrada del salón, el padre del rubio detuvo su paso tomando su mano con fuerza.

— ¿Kyojuro? ¿A dónde vas? 

—Cuando termine la junta márcame, tengo algo importante que decirles...— respondió en un susurro el mencionado mientras observaba al rosado con tristeza — "Te espero a fuera..." — gesticulo aquellas palabras haciendo que Akaza abriera los ojos de sorpresa, quien no perdió tiempo para asentir ante la petición de su amado.

Los jóvenes salieron del establecimiento y sintiendo el frío aire pegar a sus rostros, Rengoku mordió sus labios con fuerza al punto de lastimarse.

— ¡Maldición! 

— ¿Estas seguro que ese tipo es el de la mañana, Rengoku?

— ¡Claro que si! Llevamos tres días saliendo y todo el tiempo repite su nombre, como si fuera una maravilla.

— Tienes que tranquilizarte, antes que nada, ¿En donde coincidiste con él? — preguntó el joven de melena larga mientras se acercaba al rubio y llevaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

— En un bar de Kabuchito...

— Me gustaría saber que hacías en un lugar tan peligroso, sin embargo, no me sorprende, aquella zona tiene a los yakuzas más bajos y crueles cuidando... ¡Claro...! Rengoku, lo que hiciste fue muy peligroso pero ya tengo otra pieza... En donde podría estar Phanor... 

— Me acosté con el enemigo...

— Lo sé y por eso te compraré mucha comida.

— ¿Eh? No creo que eso recupere mi estabilidad emocional, Kokushibo...

— Lo siento. Pero tendrás una recompensa.

— ¿Ah sí? ¿Cuál?

— Estar nuevamente con Akaza... De ahora en adelante tendrás que tener un guardaespaldas, y quien mejor que tú amante...

Las mejillas del rubio se calentaron y llevando sus manos a su cuello sintió vergüenza de su persona, pues el rosado se había dado cuenta de las marcas que había sobre su piel. Con el deseo de verlo pronto suspiro cansado, la sangre de sus labios comenzaba a ensuciar su barbilla y limpiándose con su puño soltó un brinco al sentir unas tibias pero agradables manos rodear su cintura, su corazón latía rápidamente y mirando al chico rosado una sonrisa se plasmó en su rostro.

— ¡Akaza~!

— Precioso... Te extrañe tanto... Que hice cosas idiotas todos estos días...

— Akaza, yo también hice cosas idiotas... ¡Pero más idiota yo por...! — la mano del compañero de Akaza interrumpió aquella frase y alejando al rubio del rosado lo atrajo dándole un abrazo confundiendo a los presentes.

— Akaza, Rengoku está muy cansado, lo llevaré a su casa, ¿De acuerdo? Dile a Douma que los veo en el hotel frente a la torre de Tokyo, ¿Entendido?

The demon's lamentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora