AUREKEA. (+18)

12.

Llovizna.

Kalia.

¿Han sentido aquella sensación de morir y revivir?

¿No?

Yo tampoco.

Mamá June me lo describió alguna vez como lo mejor y más doloroso que le puede suceder a una persona, ya que como algunos dicen "después de la tormenta llega el sol" y al momento de aparecer el sol todo comienza a tener más sentido que antes.

Pero he aquí el problema, ¿Y si algunos ya nos acostumbramos a la tormenta?

Lo sé, es algo estúpido e irracional pensar esto, es decir; ¿Quién se acostumbra a sufrir?

Las almas que están destinadas a hacerlo.

Y yo nací para sufrir, para vivir bajo mis errores, para recibir castigos y reprimendas.

No he muerto, ni renacido.

No he pasado la tormenta porque ya me acostumbré a la tempestad, no quiero ver el sol, pero sí, experimentar lo que es una llovizna.

Querer darse un pequeño respiro de aquella tortura no sé si está bien, pero aquí estoy, frente a un instrumento negro que tengo prohibido tocar: Dándome el pequeño aparte que necesito, antes de seguir.

¿Mi desobediencia tomando el control de nuevo?

Sí, solo con la diferencia de que ahora no me arrepiento de lo que estoy haciendo, ni lo haré porque me lo he prohibido.

No tengo idea cual es el objetivo de tenerme aquí, tampoco a quien se le ocurrió esto porque ni tendría palabras para agradecer e insultarlo a la misma vez.

La lluvia empezó hace unos minutos atrás haciendo que se adentren al salón. Los chicos fueron por algún trago que ahora beben mientras hablan en una ronda piso a piso a la mitad del salón.

Está oscuro, pero mis dedos conocen cada parte del piano, así que, lo manejo sin ni siquiera abrir los ojos, expresando todo lo que tengo atascado en mi tórax por medio de notas que me hacen vivir el peso ligero de lo que es una llovizna entre la tormenta.

Rose se acercó hace minutos atrás e intentó decir algo, pero le sonreí ya que ella siempre lo hace. Me devolvió la sonrisa antes de irse sin articular una palabra y volver con la pelinegra que me guiñó un ojo en forma de saludo.

Esta es una de las mejores jugadas que me han hecho...

El tiempo pasa, mis dedos comienzan a doler, la lluvia pierde la fuerza y dejo de tocar para ver hacia el círculo de personas que están hablando entre ellos.

Cada uno tiene su esencia, cada uno tiene lo necesario para complementar aquella amistad tan fuerte que pueden alardear con orgullo.

—Hey, señorita artista —tocan mi hombro desde mi espalda.

Me giro de inmediato, ya que el susto me hace poner los pelos de punta.

— ¡Pero bueno, sin sustos! —exclama el hombre sonriente.

— ¿Que desea? —no tengo nada en contra de él, pero no me cae de lo mejor.

—Kalia, hemos llamado al pianista del palacio. —Nicole llega a su lado—. Si estás agotada, puedes acompañarnos.

—Te ofrecemos un asiento incómodo, dolor de columna, humor negro y cariño del bueno —Aparece Olive frente a mí.

No me haría mal ir a la ronda, solo que...

— ¿Qué hace él aquí? —Asiento hacia Theo.

—No hemos encontrado al pianista y él se ha ofrecido...