18

666 26 1
                                    

Pecadora.

Elle.

Toda mi niñez crecí siendo lo imperfecto entre la bella perfección.

Era esa manzana podrida entre las manzanas relucientes, la oveja negra entre las blancas o la "oveja gris" como me apodaban antes las maestras (monjas) en "Bellas reliquias".

Ya que no soy pura de la realeza, pues la sangre azul de mi madre (una lady, hija de un duque) fue combinada con la roja espesa de mi padre (un plebeyo).

Siempre fui vista por las monjas como la menos importante, la que debería ser votada del lugar porque mi madre murió luego de que los colmillos de una serpiente cruzaran su carne y ella era mi único linaje noblezco reconocido.

Y la vida es tan hipotética...

Yo era la única que velaba por ellas, la única que se preocupaba y buscaba con ellas una solución, aunque no me la hubieran pedido. Fui humillada tantas veces, fui tratada como lo peor cuando yo solo anhelaba un poco de la atención que les daban a las otras.

No me arrepiento de todo lo que hice en ese lugar. Por entrometida aprendí tanto, por estar entre las que me consideraban estropeada mi objetivo por ser lo que ellas querían nació y temprano comprendí que para encajar en este mundo debo de ser perfecta.

El hombre que me engendró vive de mí mensual que gano en el palacio, no lo conozco, creo que nunca podré verle a la cara porque es lo único imperfecto que aún persiste en mi existencia y lo único que no puedo cambiar.

De lo único que aún desisto... «Si él no fuera quién es, capaz todo en mi vida fuera más fácil»

Ahora no soy una noble, soy una sirvienta, pero soy envidiada porque me codeo con los seres más importantes de la corte Aurekeana, cosa que no hacen muchas de las que se burlaban de mí en "Bellas reliquias".

Estar aquí es mi orgullo más grande y lo conseguí siendo, lo que no nací: Perfecta.

—Fue un placer, señorita —desde la pequeña ventana del carruaje se despide el monaguillo que estuvo de visita hoy para realización de un nuevo altar.

—No olvide comunicarle al padre mi aviso...

Las ruedas del carruaje comienzan a andar y con un "Como diga" el joven se termina marchando de las instalaciones Aurekeanas.

Doy media vuelta para subir las escalinatas que llevan al portón de entrada del palacio, pero el ver a Marley saliendo me deja quieta.

— ¿Dónde está Kalia? —pregunta de inmediato.

Tras de ella están todas sus mucamas y un nuevo carruaje se planta a mi espalda...

— ¿Cree que yo lo sabría? —le devuelvo otra pregunta.

— ¿Te atreves a mentirme cuándo he sido consciente de tus constantes salidas junto a ella? —se enoja—. Escucha, Elle...

—Pido me disculpe su majestad, pero ambas sabemos que este asunto no debería ser tratado por usted y mi persona —hago mi reverencia—. Espero y pronto hable con la princesa.

Lo más rápido que puedo me escabullo, siguiendo el camino de las aceras del patio frontal llegó al altar para la servidumbre (recién armado) que está en la planta baja de una de las torres del costado del palacio, encuentro a varias mucamas ya frente a la cruz con sus rodillas en el piso y rezando en silencio. Evito hacer bulla y tomo mi rosario que había dejado en la mesa que está cerca de la entrada donde se encuentra el agua bendita junto a las velas encendidas... capaz si no fuera por mí encuentro con Marley (dónde busqué cualquier opción antes de pasar a un lado de ella) lo habría olvidado.

AUREKEA. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora