34.

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Kalia.

—André...

Se desliza en mi interior, me toma del tobillo alzando una de mis piernas en su hombro mientras sus estocadas chocan con mis caderas, una tras otra, una dándome más placer que la anterior.

Sobajeo mis pezones erectos y retengo mis gemidos con mi labio inferior apresado con mis dientes.

He notado que le encanta fijarse en mi rostro mientras me lo hace, le gusta ver qué respuesta le tengo a sus movimientos voraces que lo único que me vuelven es loca del éxtasis. Así que entretengo a sus pupilas negras, tocándome ante él, demostrándole facial y físicamente que me encanta cada uno de sus movimientos,

Baja su pulgar húmedo a mi clítoris a darle suaves masajes, suaves y placenteros masajes.

Oh, Dios mío.

Trato de retener el orgasmo que tan rápido me quiere tomar, pero no puedo del todo, las sensaciones dominan mi cuerpo y muerde sus labios, cuando mi humedad lo empapa, su miembro venoso y grueso, sale lleno de mis fluidos y él toma mis caderas con ambas manos para agacharse y prenderse de mi intimidad.

No hay espacio que su lengua no recorra de mi interior, se bebe lo restante de mi orgasmo y vuelve a darle nacimiento a otro cuando su lengua atiende a mi clítoris.

Los remolinos y alternos de su lengua me hacen prender de las sábanas que están a mí costado y su saliva cae en mi entrada dejando aquel botón sensible al mando de nuevo de su pulgar.

Mis hormonas se alocan, cada vez quiero más y más, la idea que pare se vuelve terrorífica.

Muerde los labios de mi vagina y chupa todos aquellos fluidos que suelto, no puedo retenerme más, todo es muy rápido y vuelvo a experimentar aquellas benditas sensaciones tan fuertes que me hacen curvear la espalda y gemir altamente mientras el sigue en mi vagina y se sostiene de mi pierna alzada en su hombro.

Estoy agitada, ya no puedo más, pero él al enderezarse me muestra que hay algo que aún no ha saciado por antes ir a saciar la sed que tenía de mí.

Vuelve a entrar y retomar aquella tarea de la que se distrajo momento atrás, tomo su mano que antes se unió al juego de su boca y meto su pulgar en mi boca saboreando el salado de mis fluidos...

Mis caderas se hondean y él sonríe. Su rostro y cuerpo están llenos de sudor y sus rizos se mueven por culpa de sus movimientos fuertes de caderas.

—Como me encanta su maldita malicia, princesa...

Quiero responderle, pero mis labios no se mueven, no salen las palabras de mi garganta.

El cuerpo de André se desvanece ante mis ojos, quiero tocarlo, sentirlo, pero es en vano.

—Creo que es delirio... —tal voz se escucha lejana.

Y no es la de André, es una afeminada y fina.

— ¡Sí, está delirando! —chillan en mi oído.

Mi cabeza pesa, todo cambia a color negro...

—Por favor, Nicole ve y llama al príncipe —Por reflejo mis párpados se alzan lentamente, una luz espeluznante y fuerte ataca a mi visión—, está despertando.

Todo es borroso, figuras distorsionadas se dibujan ante mí y pestañeo rápidamente queriendo enfocarme en algo.

— ¿Kalia? —habla la figura que está más cerca de mí—. Soy Rose, dime ¿Cuántos dedos tengo aquí?

Su mano de alza y medio distingo cuatro dedos en alto.

Quiero hablar, pero mi garganta seca no me lo permite, trato de tragar y es doloroso porque no tengo ni siquiera saliva en mi boca.

AUREKEA. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora