AUREKEA. (+18)

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Hintler.

Kalia.

Decisión.

Palabra fuerte, poderosa y con un gran significado.

Hacer uso de su contexto puede cambiarte la vida, pero si te equivocas en tal acción puede condenarte.

En ocasiones tomar decisiones no es una opción, si no, una obligación ante la situación en la que estás y aunque parecen ser tuyas solo son la única salida que tienes.

Y una decisión es más que una opción u obligación, pero hoy en día su significado es ignorado y capaz ese es uno de los tantos errores que cometemos al tomarlas; No las pensamos y terminamos actuando por actuar, porque el tiempo es limitado y la decisión que marcará la situación es solo una necesidad.

Él chico alza su mirada desde su sillón cuando llego frente a él.

He tomado una decisión que no me ha sido fácil, como comprobé que tampoco fue fácil la decisión de los plebeyos al lanzarse a las rebeliones.

Nuevas aspiraciones han nacido en mi ser, sin embargo, no he olvidado mi estado presente.

Necesito ayuda, necesito hablar con alguien de esto que me sucede para que terceros hablen conmigo de lo que les sucede a ellos, y a más de necesitar; deseo hacerlo.

No he dicho que aún he perdido tal pensamiento, ni que tampoco tengo la mentalidad mejoraré rápido.

Sé que es un proceso largo y doloroso, sé que quizás no funcione y acabe peor de lo que inicie, pero aun así he tomado esta decisión que me marcará.

Está madrugada ha sido larga, no tengo idea que hora es, ni a qué hora las chicas me dejaron sola en la habitación donde viví uno de los peores episodios llenos de recuerdos y culpa que he presenciado, el mismo que me llevó a la conclusión de que no estoy bien.

—Theo, necesito ayuda...

Rompo en llanto y el moreno se pone de pie, no soy consciente de mi presentación física ahora mismo, sin embargo, podría jurar que es deplorable.

Dos días después...

Lala amaneció enferma, no recuerdo en qué momento llegué a mi habitación después de pasar la tarde en el patio junto a Theo (no me ha dejado sola los últimos días), pero tuve que salir de inmediato a donde ella, ya que, la mucama me dio tal noticia con una preocupación palpable.

Y vaya sorpresa que me he llevado.

Lala de por sí, siempre había sido robusta, gorda, nunca por mi cabeza pasó que...

—Duran once meses preñadas, su alteza —me explica el veterinario—. Capaz no se dio cuenta, pero aquí tenemos un claro ejemplo de que si lo estuvo —Señala al potro que está parado a su lado—. Yo la traté en todo el proceso y por ello le puedo asegurar que su enfermedad de ahora no tiene nada que ver con su parto pasado.

Oficialmente soy abuela. (Más antes también lo era, tan solo estaba en la ignorancia)

Lo que me es fácil de creer, ya que, el potro recién conocido es estar viendo a Lala. El color de pelaje negro es idéntico.

— Si no es nada referente a eso entonces ¿Qué tiene? ¿Cuándo se va a componer? —pregunto, totalmente estresada.

—Solo son parásitos y en uno o dos días ya estará a su disposición —contesta el profesional—. Déjela descansar por esas horas.

Asiento y el animal negro llama mi atención.

—¿Cuántos meses tiene el potro? —a pesar de recién conocerlo, ya me es muy familiar.