24.

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Palacio de Kert.

Kalia.

Siempre he creído que el destino nos tiene preparado todo. Nosotros solo pasamos por lo que el nos tiene... ¿O no es así?

¿Sera que nosotros mismos armamos nuestro futuro?

Nuestras decisiones nos marcan, marcan nuestro camino, así que, creo estar algo confundida.

—El palacio de Kert —repaso el nombre que está marcado con rojo en el mapa que observa el príncipe—. ¿Por qué repasa tanto este mapa? ¿Acaso no ha viajado antes a este palacio?

—Es la primera vez que lo hago por área marítima —me aclara sin dejar de observarlo.

—Su alteza imperial, estamos listos —llega Jones.

— ¿Y? ¿El capitán necesita mis manos para empezar a navegar? —pregunta con amargura—. ¿O me requieren como vela?

Sonrío sobre bajo disimulando ante él porque siento que si me ve riendo ahora mismo me podría lanzar al mar sin piedad alguna.

—Discúlpeme, su alteza —Jones hace una reverencia.

André apenas alza sus cejas y el sirviente se marcha corriendo del lugar.

Anoche luego de nuestra decisiva conversación, quedamos en irnos lejos de todos: Estar unos días lejos de mi gente y de la suya. Amanecimos en casa Olive, no había nadie en aquel estancia y así me asegure que mis amigas ya se hayan ido lejos del peligro.

"—Me fastidian las personas que no son usted." Esas fueron las palabras de André cuando escuchó a lo lejos las risas de mis amigas, así que, aquí estamos en un barco a las afueras de Aurekea.

El viaje hasta aquí fue corto y todo lo relacionado a esta embarcación se ha manejado con la mayor discreción posible, pocos son los que saben que nos iremos (solo sus empleados, mis amigas no han dicho nada sobre este tema para decir verdad). Para concluir con nuestra privacidad he pedido que nos dejen en nuestro destino y luego se regresen. A André le gustó la idea y no dudó en darle esa disposición a Jones, así que, aquí vamos.

A un palacio que no conozco a pasar un tiempo desconectados del mundo de la monarquía.

Ponen a andar el barco, no me muevo de al lado de André, estamos en la parte del costado del barco. Su genio se dañó desde la mañana que habló con Jones, no tengo idea bien que sucede, pero al menos me responde cuando le pregunto algo.

— ¿Tomó su medicina? —me pregunta, luego de un momento largo de silencio.

—Hace dos horas usted mismo me la dio —le recuerdo.

—Ah... —mantiene su vista en el mapa.

¿No se cansara de ver ese papel?

¿Por qué me ignora?

¡Odio ser ignorada!

—Tengo la teoría de que está enojado conmigo y no sé porque, así que, deje esto a un lado —tomo el papel de color beige y sin esperar un segundo más lo lanzo a las olas—... que lo escucho.

No me da la mirada.

»Su alteza imperial... La base de cualquier relación, sin importar su índole es la comunicación y yo no sé leer mentes.

—Mi persona tampoco.

—No comprendo a donde quiere llegar con eso.

Asiente y gira para darme frente. Su camisa de botones primerizos sueltos y desencajada se mueve con el pasar del viento. Sus pupilas están tan negras como sus rizos desordenados sobre su frente.

AUREKEA. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora