29.

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Kalia.

No sabía que algo tan momentáneo, algo que tiene fecha y hora de caducidad se podía sentir como si persistiría por siempre.

Y quizá sea porque todo lo bueno que llega nuestras vidas es todo a los que nos oponemos que se marche de ella, porque jamás hemos aceptado que para completar la felicidad innata se necesita algo de tristeza y dolor, ya que, aquella satisfacción no sería tan fuerte si hubiera sido tan fácil de llegar a ella.

El miedo, la rabia, la alegría y la tristeza son las emociones básicas de cualquier ser humano. Las mismas que tengo atascadas en este momento en mi tórax.

Miedo por no saber que pasará en un futuro.

Rabia conmigo misma y con la vida porque soy una de las tantas que no acepta lo difícil que es vivir.

Alegría por alimentar los anhelos imposibles que creó aquella niña de siete años y cada segundo parecen estar más cerca.

Tristeza porque todo parece ir bien y en mi vida nunca todo va bien.

—Su alteza real —los guardias que custodian el quiosco me responden mis "buenos días".

Subo los escalones del lugar lujoso, para llegar al centro encontrando a la mujer que cité quién ya está a mi espera. Se pone de pie al notar mi presencia.

—Princesa —nombra mi rol monárquico en forma de saludo. Hace una pequeña reverencia.

—Lady —la saludo también dejando que las mucamas abran la silla para poder tomar asiento.

Ella hace lo mismo, las sirvientas nos sirven té y noto como Lolina está más nerviosa y ojerosa que yo misma.

Tenía en mente hablar con ella desde hace tiempo, hay algo en lo que ella me puede ayudar.

— ¿Ya se encuentra mejor? —pregunta rompiendo el silencio incómodo que nos rodeaba.

—Sí, gracias por preguntar —prefiero no ahondar el tema y mentir un poco.

—No hay de qué.

Nos quedamos viendo las caras de nuevo. Ella bebe de su té y aunque no era mi intención recorro su rostro, es hermoso sus ojos son de un color tan hermoso, son azules, muy azules, sus rasgos son delicados dando un rostro fino, nariz pequeña, ojos grandes y labios finos. Su clavícula está bien marcada al igual que su quijada, no hay rastro de grasa a la vista, su cabello negro no tiene ni un desperfecto. Ella es hermosa y aunque André me dijo una vez que era en vano compararme con algo u alguien porque nada se compraba a mí, descubro que ella tiene un parecido pequeño a mi persona.

Está locamente interesada por el príncipe de Philersach.

—Hace meses que André no me toca —ella vuelve a romper el silencio con un tema no tan cómodo, sin embargo, no la interrumpo—. He hablado con él, le he preguntado tantas veces quién era la mujer que mantenía ocupado a sus deseos y nunca me respondió. No entendía que sucedía, siempre fui su pasatiempo favorito y de un momento a otro ni me buscaba... Ahora que estoy uniendo fechas y cuadrando todo, es desde la muerte de Eduardo que ni siquiera se me acerca con intenciones de algo más que no sea preguntar por finanzas, casualmente desde esa fecha fue que usted quedó soltera.

—Lolina... —trato de decir cuando veo sus lágrimas bajar por sus mejillas.

—Estuve embarazada de él —confiesa y limpia sus lágrimas con ambas manos de forma descuidada—. Y no sabe princesa lo que significó eso para mí, era mi pase para ser algo más que el trapo que él utilizaría cuando quisiera. Diré que me veía en el trono de emperatriz, estaba feliz, pero él no. Él se volvió indiferente, apenas iba a verme para hacerme chequeos, nada más y cuando sufrí el aborto no tuvo mejor idea que enseñarme matemáticas y manejar dinero para que mantuviera lejos de él. Tengo contadas las veces que fornicamos luego del aborto; fueron cuatro no más y se venía afuera, aunque decía que eso no...

AUREKEA. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora