Capítulo 21: Ramen picante

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Se hundió en el amplio sillón del pasillo, subió el capuchón de su sudadera y se colocó una mascarilla en la boca. Cerró los ojos y dejó que el tiempo pasara mientras buscaba relajarse un poco.

—¿Estás a punto de morir o algo así?

No levantó los párpados, pero la voz grave y calma de Yoongi, y alguien sentándose a su lado le hizo sonreír.

—Estoy bien. Gracias, hyung, no debes preocuparte por mí.

—No estoy preocupado. En realidad, busco compañía para ir a comer, así que me dije: ¿Por qué no torturo al maknae con un ramen picante?

Otra sonrisa se formó en el rostro de Jungkook de forma instantánea, y asintió, aceptando la invitación.

Horas atrás había pedido un ramen picante y uno de sus managers ordenó que solo comiera arroz, pues al día siguiente tenían una presentación y temían que su rostro se hinchara. Por más que Namjoon protestó, no hubo punto de inflexión, y bastante molesto, se había tenido que resignar a comer arroz y germen de soya.

Las cuatro cuadras que caminaron callados le parecieron por demás cómodas; no necesitaba hablar o incluso ir jugando como lo haría con Taehyung. El silencio con Yoongi siempre le sentaba bien.

—No le cuentes a nadie que te malcrío, ¿está bien? —fue la única advertencia lanzada en su dirección al entrar al local.

Con un asentimiento solemne, Jungkook le aseguró que nadie se enteraría.

Se sentaron en una de las mesas que no daban a la calle, buscando pasar desapercibidos. Sin querer aprovecharse demasiado de su buena suerte, no exageró en su pedido y ni bien los platos llegaron, empezó a devorar el que le correspondía.

Estaba por finalizar cuando reparó en que Yoongi comía con exagerada paciencia, era casi como... si no tuviera apetito.

Era cierto que eso no sería nada extraño en él, sin embargo, que hubiese tenido la iniciativa de invitarle, sí lo era.

«No es verdad», se contradijo.

Los gestos amables en Yoongi, y en sí su naturaleza preocupada, eran algo sobre lo cual todos los miembros sabían. Tal vez lo primero que resaltaba del rapero eran sus comentarios agudos y sus quejas, pero era una persona que de manera disimulaba velaba por el bienestar de todos.

—Hyung, gracias —dijo con suavidad.

—¿Tan delicioso está el ramen que te ha conmovido? —cuestionó Yoongi, elevando una ceja.

Jungkook suspiró, negando.

—No, pero estoy agradecido... y tengo una duda.

—No me hagas arrepentirme de haberte invitado. —Jungkook comió un bocado más, masticó con paciencia y luego bebió un sorbo de agua. Yoongi rodó los ojos—. Olvídalo, ni siquiera es necesario que digas algo, ya me arrepentí.

—Quiero saber... quiero saber cómo... ¿Qué se siente estar enamorado de varias personas a la vez?

Las manos de Jungkook encima de la mesa habían dejado de lado los palillos y retorcía sus dedos, en evidente nerviosismo.

Yoongi ladeó la cabeza y le hizo un gesto para que continuara.

—Explícate.

—Es que... Seokjin-hyung, y ahora mismo... yo... hacia ti...

Sabía que tenía el rostro encendido y que balbuceaba, sin dejar en claro a qué se refería, por lo que fue un alivio cuando Yoongi le dio una pequeña patada por debajo de la mesa y comió varios fideos de un tirón.

—¿Tal vez hubiera sido mejor que te hiciera prometer que comerías y solo eso? —planteó al aire, sorbiendo un poco de té.

Jungkook sabía que era una pregunta retórica, por lo que quedó mudo.

Como era consciente de que no sacaría nada si es que insistía en una respuesta, se dedicó a observar a Yoongi de hito en hito.

—¿Qué se siente? —dijo al fin—. Amor exacerbado y comprensión desmesurada.

Yoongi no solía ser expresivo respecto a sí mismo, y por eso, Jung kook atesoró el momento.

—Es la relación más conveniente y satisfactoria que jamás creí tener. Te adueñas de la mejor parte de varias personas, partes que nadie más que yo ve. Mi percepción de la relación es genial, aunque obviamente no es igual a la de los otros. Mis necesidades son diferentes y solo ellos las llenan.

—Umh... ¿crees que debería preguntarle a cada uno de los muchachos?

—No, te estoy afirmando que tú mismo tienes que llegar a la conclusión de qué es lo que quieres obtener de nosotros, y qué es lo que quieres dar. De ahí en adelante puede desenvolverse con naturalidad... pero no es un juego de niños. La sinergia del grupo depende de cuán bien somos capaces de comunicarnos los unos con los otros y evitar los malentendidos —pronunció con seriedad—. No siempre es amor y sexo, comprensión y buenos ratos.

Jungkook murmuró que lo sabía, con un tono que arrancó una sonrisa gentil de Yoongi.

—Ahora sí, basta de charla.

—Pero, hyung...

—¿O es que quieres decirme exactamente qué es lo que sientes por mí? —interrumpió Yoongi—. Siempre me gusta oír ese tipo de confesiones, me ponen de buen humor.

Con la boca abierta y un poco ruborizado, Jungkook no supo cómo refutarlo. Ya no se encontraba tan confundido sobre sus propios sentimientos o sobre lo que quería como antes de la conversación con Yoongi, pero ser expresivo no estaba dentro de sus cualidades.

Creyendo que lo mejor no sería forzar la situación, murmuró cualquier sinsentido y finalizó su plato.

Después, sin más que hacer, se dedicó a robarle pequeños trozos de carne y verduras de Yoongi, que le miraba con fingido fastidio, pero acabó poniendo el plato en el medio de ellos para que le fuera más fácil comer.

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