Capítulo 16: León enjaulado

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Abrió el refrigerador y buscó su bebida favorita, ginseng.

—Oh, sí, dame vida —pronunció Yoongi casi melodiosamente, luchando por abrir la botella. Su sonrisa se borró a los segundos, siendo incapaz de abrirla por más fuerza que hacía—. Mierda —masculló, arrugando su entrecejo.

—Ey, ey, déjalo, hyung —esa era la voz de Jungkook, que también entraba a la cocina, cargado de autosuficiencia.

Avanzó hacia él, pidiéndole el envase y logró abrirlo sin mayor esfuerzo. Se lo tendió con una sonrisa, ignorando el gesto de hostilidad dibujado en su fisonomía.

—Gracias —dijo Yoongi en tono bajo.

Jungkook acentuó su sonrisa, y sin más, estampó un beso en su frente acompañado de un "de nada, cariño".

Este acto hizo que Yoongi estuviera a punto de escupir su bebida. Antes de que pudiera reaccionar de manera adecuada, el maknae había abandonado el lugar. Giró sobre sus pasos y volvió a abrir el refrigerador. Como pocas veces a lo largo de su vida, pensó que necesitaba un trago; afortunadamente y por órdenes de los managers, no había licor.

—Luces como si... —Namjoon ladeó el rostro, tratando de descifrar su expresión.

—Ni lo digas, ya sé. Tengo cara de "¿Qué fue eso?". —Yoongi suspiró y volvió a beber un sorbo de ginseng—. Jungkook me dijo "cariño".

La risa ligera de Namjoon flotando en el ambiente provocó que el ceño fruncido de Yoongi desapareciera y le diera un golpecito en el hombro para callarlo.

—Ahora que lo mencionas, Hoseok me ha dicho que en las prácticas de baile, Jungkook está raro.

—¿Cómo que raro?

—Atento y más juguetón que siempre —respondió el líder y movió la mano en el aire—. En fin, debe ser una etapa o algo así.

Yoongi quedó callado, sin estar convencido.

La mirada que compartieron Seokjin y Jimin lo dijo todo, y lo peor... ¿o lo mejor?, era que Jungkook continuaba con su secuencia de levantar pesas, justo como si fuera ajeno a las consecuencias de que se hubiera quitado la camiseta empapada de sudor. No era inusual que fueran juntos al gimnasio; lo que sí no pasaba a menudo, o nunca para ser precisos, era Jungkook dejando a la vista su torso bien formado y perlado de sudor.

—¡Hyung!, concéntrate si no quieres a lesionarte —murmuró Jimin con diversión, retomando su serie de abdominales.

En respuesta, Seokjin depositó las mancuernas en el piso y resopló, diciéndose que mejor se tomaba un descanso.

Los horarios que escogían solían ser donde no había más personas que ellos y el entrenador que les guiaba en los ejercicios que debían hacer. Y por primera vez, deseó que hubiese más gente: así tal vez su distracción podía pasar más desapercibida.

Sin querer, sus ojos bailaban desde el vientre de Jungkook hasta la pantalla que transmitía videos musicales, colocada sobre este. Un par de oportunidades cayó en el juego de evitar ser sorprendido como un fisgón, y a la tercera se rindió, yendo a recostarse boca arriba en una de las bancas ubicada al otro lado del gimnasio.

Cerró los ojos y buscó en qué distraer la mente.

—Hyung... —la entonación con la que Jungkook le llamó tenía un tono extraño, demasiado suave.

Seokjin se negó a abrir los párpados y se colocó uno de los antebrazos en los ojos; un ligero gruñido fue su señal de "continúa". Cuando una mano se posó en su muslo, fue como si un resorte lo hubiera impulsado por la espalda y rompió el contacto con un manotazo.

—¿Qué sucede?

La fisonomía un tanto herida de Jungkook hizo que cualquier pensamiento pecaminoso que se estuviera formando en su subconsciente, se borrara de inmediato.

—Nada, solo quería ir a comer luego, pero supongo que le diré a Yoongi-hyung.

La respuesta tuvo un efecto instantáneo en Seokjin, produciéndole una culpabilidad que le impulsó a prometer que irían a donde quisiera. Jimin, que había observado todo, se autoinvitó y bromeando, le comentara a Jungkook que fuera a las duchas de una vez si no quería causarle un síncope al "anciano hyung".

Taehyung se encontraba tan relajado que se veía durmiéndose en el sillón sin llegar a bañarse y faltando a la cena que había quedado con unos amigos. Los masajes de Hoseok siempre lo dejaban así de laxo, y pensar que había impedido que pasaran a más...

Estaba arrepintiéndose lo suficiente como para arrastrarse al baño y saciar a solas su súbita frustración, cuando Jungkook salió de su habitación y sin palabras de por medio, empezó a dar vueltas en la sala como león hambriento enjaulado. Taehyung se le quedó mirando con curiosidad cuando, repentinamente, el otro chico se detuvo delante de él, e inclinó el cuerpo hasta dejar la cara a la altura de la suya.

—Tae.

—¿Jungkookie? —replicó y abrió la boca para seguir hablando, pero Jungkook de pronto estampó sus labios con los suyos en un choque violento.

Su reacción inicial fue tensión, no sabía si por la sorpresa u otra cosa. Una vez recuperado, intentó devolver el gesto, sin embargo, el beso estaba demasiado cargado de desesperación. Llevó su mano al pecho de Jungkook, extendiendo su palma, y lo separó sin brusquedad, rozando su nariz con la ajena.

—Debe ser más lento —instruyó—. Dale tiempo a cada movimiento, disfrútalo —dijo, volviendo a cerrar el espacio que separaba sus labios.

Taehyung guio el ritmo del beso, una de sus manos en la nuca de Jungkook, transformándolo en una danza de dar y recibir. Al quedar agitado, pegó su frente a la del otro chico y acarició su cabeza.

—Yo...

—Duda resuelta —interrumpió—. Ahora debo ducharme, Kookie, me esperan.

En el baño cerró los ojos, dejando su cabeza apoyada contra la puerta cerrada. Aquello era algo que no había esperado que pasara en mil años, pero la iniciativa de Jungkook le confirmaba las sospechas que se había ido formando.

Reacción de combinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora