Capítulo 4: "Las marcas de dientes"

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Cuando no tenían una agenda ajetreada fuera del país, era común encontrar a Yoongi encerrado en su estudio trabajando en nuevas canciones, sin embargo, esto no siempre era así.

A diferencia de lo que habían dicho a sus fans, no era necesario que juntaran sus camas cuando querían ver una película. Bastaba con situarse en el espacio ínfimo de una sola litera, muy pegados uno junto al otro, o Yoongi apoyado contra el amplio pecho de Seokjin y entre sus piernas.

Aunque sus gustos cinematográficos no siempre coincidían, eran buenos encontrando un punto medio que los dejara satisfechos.

—Jungkook me preocupa —murmuró Seokjin, somnoliento. "El Club de la pelea" acababa de finalizar y se hallaban sumergidos en la oscuridad, la pantalla de la laptop habiendo quedado en negro.

—Uhm... hace unos días Hobi me comentó que estaba extraño.

—A mí me dijo que se sentía excluido.

—Bueno, no está alejado de la realidad, ¿cierto?

—Cruel.

Los dientes de Seokjin se hundieron en su cuello de Yoongi y apretaron lo suficiente como para hacerle liberar un sonido quedo. Deslizó la mano por su costado hasta que una mano le atajó, y ambos entrelazaron los dedos. Volvió a morder la blanca y tersa piel, y un pequeño jadeo le indicó que sus atenciones serían bien recibidas.

Inevitablemente, sus labios se unieron en un movimiento pausado y profundo.

Hasta los besos eran distintos, y por lo tanto, gratificantes, pensó. Los besos juguetones de Taehyung distaban mucho de la suavidad y ternura de Yoongi. Podía ser debido a su modo letárgico, pero los besos con este los disfrutaba en aquellas noches de calma; incluso hacer el amor con Namjoon era opuesto a él, uno era pasión, fuerza, rigidez y hasta cierto punto salvajismo puro. Yoongi, por el contrario, era una danza de cuerpos sincronizada, lento y suave.

Se separó y frotó la nariz con la suya. Al abrir los ojos, sus miradas se encontraron.

—Te amo —murmuró Yoongi, acariciando la mejilla de Seokjin—. ¿Hace cuánto que no estamos juntos? Solo los dos.

—Un mes y días, además...

Dos golpes a la puerta hicieron que Yoongi bufara.

—¿Quién?

—Seokjin-hyung... —Esa era la voz de Jungkook.

Yoongi bufó otra vez y se levantó, yendo hacia su cama. Seokjin suspiró, encendiendo la lámpara y dando su permiso para que Jungkook ingresara. El recién llegado los contempló luego de abrir la puerta y no contuvo un bostezo.

—Habla, me estás asustado con esa cara de niño asesino que traes —apuró Yoongi con clara frustración en el rostro.

—¿Puedo dormir aquí? Namjoon-hyung está roncando y hace frío como para dormir en la sala.

Seokjin compartió una mirada fugaz con Yoongi, cuya expresión había mutado de frustración a hostilidad, antes de asentir.

Sus planes de la noche se hallaban más que arruinados.

Al ingresar a la habitación de Yoongi y Seokjin, Jungkook no percibió nada raro de inmediato, pero pronto se dio cuenta que no era bien recibido. El ambiente era un poco tenso y los movimientos de Yoongi cuando estaba acomodándose fueron demasiado rudos.

—¿Interrumpí algo? —cuestionó a Seokjin en volumen bajo.

Quería confirmar que no eran ideas suyas.

Su interlocutor negó con la cabeza y con una sonrisa amable, y apagó la lámpara.

Más cansado que curioso, Jungkook dejó caer los párpados... pero los abrió de sopetón a los escasos segundos, el sueño difuminándose como un relámpago. Su cerebro adormecido de repente lo había atacado con la estampa del cuello de Yoongi, un cuello que mostraba marcas rojizas de dientes.

¿O el sueño era tanto que lo había imaginado?

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