Capítulo 2: "Es en los pequeños detalles donde reside la verdad"

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El que compartía habitación con Namjoon era una de las mentiras mejor contadas dentro de Big Hit, pensó Jungkook rodando por la cama, aburrido. El líder pasaba tan poco tiempo en el cuarto que casi era acreedor del privilegio de ser el único miembro del grupo con espacio propio. Eso nunca le había molestado hasta que poco a poco fue dándose cuenta que estaba, de cierto modo, aislado del resto.

Un golpe suave en la puerta y el rostro de Seokjin apareciendo con una sonrisa, le hizo abandonar sus reflexiones.

—¿Ya vas a dormir? —le preguntó.

Apenas Jungkook se negó, Seokjin se lanzó en la cama, haciéndolo rebotar en el colchón.

—¿Qué tienes? —volvió a preguntar, acomodándose—. Desde la mañana te veo taciturno.

En respuesta, se encogió de hombros. Si había algo que sabía hacer bien, era convertirse en el centro de atención de todos sus hyungs. Su rostro compungido era algo que volvió gelatina a su madre y a Seokjin, quien apartó los cabellos que le caían en la cara y depositó un beso en su frente.

—Vamos, dime.

Jungkook exhaló hondo, y durante diez minutos habló sin parar de lo apartado que se sentía por momentos de los demás. Dio ejemplos claros y expresos de cuando era dejado de lado, mencionando por último las oportunidades en las que todos iban a los saunas. Ahí fue donde Seokjin lo interrumpió:

—Sabes que no te dejan entrar porque eres menor de edad.

—Pero eso es lo que no entiendo: ¿Por qué no eligen uno al que yo sí pueda entrar?

—Bueno, sí —cedió Seokjin después de unos instantes de silencio.

—Y no es lo único. Si me quieren tanto como dicen...

—O como demostramos —cortó—. Es decir, si revisas el fancafe, de idiotas por ti no nos bajan.

—Igual no comprendo por qué a veces siento un trecho grande, grande entre nosotros.

Seokjin acarició la cabeza de Jungkook en un ademán afectuoso y luego, sin aviso previo, lo apretujó entre sus brazos. El maknae no era precisamente el mismo adolescente menudo que era en sus épocas pre-debut; todo lo contrario, en realidad, pero por más músculos que desarrollara o creciera en altura, para ellos seguía siendo un niño.

Era el bebé del BTS, y así mismo se lo dijo.

—No soy ningún bebé —gruñó Jungkook, liberándose de su abrazo opresor.

Sin contener una risita, Seokjin se sentó en la cama.

—Kookie, abre los ojos y fíjate en lo que te rodea. Te aseguro que es en los pequeños detalles donde se nota lo mucho que alguien se preocupa por uno.

Jungkook frunció el ceño y estaba por replicar otra vez cuando Namjoon ingresó al dormitorio, audífonos puestos en sus orejas, un libro en la mano y el mismo talante distraído de siempre que andaba en su mundo.

Advirtiendo que la conversación era finalizada sin quedar satisfecho, se propuso actuar como siempre hacía cuando quería conseguir algo: de forma metódica y constante. Seokjin había dicho que fuera observador y esa sería su marca de inicio.

Porque si era cierto lo que le había dicho, algo de lo que no se había percatado sucedía.

La pregunta era qué.

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