Capítulo 20: Besos

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Jungkook sabía que estaba probando una cucharada de su propio veneno, luego de haber estado provocando a todos los miembros a diestra y siniestra, de cualquier modo que se le ocurriera. Pero estar en la contraparte de la situación era odioso, odioso y doloroso, si consideraba la erección entre sus piernas.

La respiración de Seokjin en su nuca, tibia y enloquecedora, y uno de sus brazos en sus caderas en un semiabrazo casual mientras hablaba sobre no sabía qué cosa con Yoongi que estaba en su propia cama, lo tenían al borde de un abismo.

Estar cubierto por una manta ocultaba lo que había causado esa cercanía, y se cuestionó si eso era culpa de no haberse masturbado antes de invadir la habitación que compartían los mayores.

No, mejor dicho, la culpa la tenía Namjoon y sus ronquidos atronadores; y que sus audífonos hubieran elegido pasar a mejor vida.

—No es cierto, ¿verdad? Ey, ¿siquiera me estás escuchando, Jungkook?

—No, hyung, es que... es que hace frío —se excusó.

Para su pasmo, Seokjin lo apretó un poco más contra su cuerpo, y sus ojos se abrieron de sobremanera. Tragó en seco y se relamió sus labios, tratando de calmar 'aquello'.

—¿Mejor?

El tono de Seokjin había sido dulce y Jungkook sintió como si el mundo dependiera de su respuesta.

Su "Sí" entrecortado, en una voz que dio la impresión de irse ahogando hasta hacerse casi imperceptible, causó que el otro chico le girara hacia él.

—¿Estás enfermo? —preguntó, tocando sus mejillas que hervían en contraste del sudor helado en su frente—. Porque podría ir a prepararte un té caliente con miel y limón...

—Solo necesito agua. No te preocupes, hyung —dijo, intentando levantarse para ir a la cocina, pero fue detenido.

—Voy —declaró Seokjin, y no interesó cuánto se negó Jungkook, tuvo que resignarse.

Yoongi había mirado al intercambio en silencio, pero ni bien quedaron a solas, le hizo un gesto para que se le acercara. Un poco curioso, lo obedeció y siguió su indicación de poner la frente al alcance de su mano.

—En efecto, no tienes fiebre —dictaminó Yoongi después de revisarlo—. Entonces, ¿qué ocurre, maknae? ¿Qué te perturba? —quiso saber a continuación, haciendo que se sentara al filo de su colchón.

—Yo...

Yoongi podía tener una lengua muy afilada y atacaba las heridas con sal y limón, pero también era de los que más se preocupaba...

Además, había que aceptarlo, su frustración tuvo una victoria limpia y redonda, así que lanzó por la borda su discreción usual:

—La cercanía de Seokjin-hyung me ha causado, uhm, problemas. —Apenas vocalizó su revelación, el calor se intensificó en sus mejillas, lo cual empeoró cuando la reacción que tuvo Yoongi fue la largar una risotada burlona y pellizcarle una mejilla—. Hyung, ¡no te burles!

—A veces olvido que eres adorable.

—No es cierto.

—Lo es, aun con esos músculos híper-desarrollados —contradijo Yoongi—. En cuanto a lo de tu problemita...

—No es un problemita —se quejó Jungkook y con un bufido, regresó a la cama de Seokjin.

—Uh, ok, con el problema gigante en tu entrepierna, pues, ¿es que acaso no has notado lo servicial que es Jin? Él podría ayudarte.

Con las mejillas nuevamente calientes y rojas como manzanas maduras, Jungkook aplastó la cara en la almohada luego de murmurar frases que, para su suerte, Yoongi no escuchó, ya que se había acomodado para dormir.

Cuando llegó Seokjin, se encontró forzado a beber del vaso de agua que le había traído.

—De verdad solo era sed —formuló, dejando el vaso a la mitad en la mesa de noche.

Quería que Seokjin quitara su expresión de preocupación y acarició su mano, sonriéndole y agradeciéndole.

—Se me ha quitado el sueño —determinó Seokjin en un murmullo fastidiado al cabo de unos minutos, luego de haber apagado la luz y haberse acomodado. Aunque Jungkook estaba por disculparse, fue interrumpido—: ¿Me quieres acompañar en una aventura?

Sin responderle, Jungkook lo siguió al ver que se incorporaba. Salieron al pasillo donde Seokjin le tomó de la mano, haciéndole correr hacia la azotea.

El frío de la noche se encargó de borrar cualquier conato de excitación sexual y su piel se erizó. Seokjin sacó dos almohadones. Era evidente que iba ahí a menudo y le ofreció uno antes de acostarse de espaldas, la inmensidad del cielo quedando a su disposición.

—Hyung... ¿cómo sabes si estás enamorado? —preguntó sin más, contemplando las estrellas.

Con tranquilidad, Seokjin posó sus dedos en su mentón, obligándolo a subir sus labios hacia él, e inició un contacto breve y seco con su boca.

—Si no reaccionas de forma violenta, y por el contrario te gusta... Si esa sonrisa idiota que tienes ahora mismo en el rostro se amplía un poco más, es que estás enamorado

Jungkook parpadeó lento, intentando asimilar las palabras y de un segundo a otro, sus mejillas se hallaban al rojo vivo. Esta vez era por un motivo distinto al de las veces anteriores. Seokjin le sonrió con cariño y apartó la mirada, sintiendo que el corazón se le había subido hasta la garganta.

—Hyung...

—Mira qué bonita está la noche, Kookie —lo interrumpió Seokjin, halándolo hacia él—. Disfrutemos un rato más y volvamos, no quiero que nos enfermemos, ¿está bien?

Sin querer ponerle nombre a los sentimientos que provocaban ese estado tan caótico en su mente, Jungkook asintió y se obligó a disfrutar del calor de Seokjin y de sus brazos alrededor de su torso.

Era una sensación parecida a la que le provocaba Jimin y en ocasiones Taehyung, y sin embargo, al mismo tiempo, era distinta, como bosquejos diferentes de una misma esencia.

Pasados unos momentos, recién cayó en cuenta de lo que acababa de suceder: había sido besado. Un beso seco y que apenas duró un segundo, sí, un beso que quería repetir, por lo que inclinó la cabeza hacia Seokjin y este, entendiendo la indirecta, acercó su boca a la suya.

Reacción de combinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora