Capítulo 6: Mile High Club

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Como debían cumplir con una presentación en Seúl que no había sido planificada con mucha antelación, Big Hit no puso reparos en gastar un poco más de dinero para regresarlos a tiempo a Corea del Sur. El avión tenía escasos pasajeros que fueran ellos o su staff, y gracias a los cielos, ninguna fan.

El viaje de regreso desde Taiwán no era largo, y Namjoon, que acostumbraba a llevar consigo un libro para leer, se dispuso a hacer tal cosa. Se habían sentado según orden de llegada y Yoongi estaba a su lado, cubierto con una manta y durmiendo. O creyó que estaba durmiendo hasta que sin previo aviso, el otro chico giró, sus ojos abiertos de par en par y adornados con ojeras.

—¿Yoongi-hyung? —preguntó Namjoon, apartando su libro.

—Hay una tonada en mi cabeza que me atormenta —contestó en voz baja para no perturbar a quienes sí dormían—, porque no defino si proviene de un sample o es la melodía de alguna canción.

—Uhm, tal vez pueda ayudarte. Tararéala.

Primero, Yoongi lo miró con fastidio; segundo, aún con fastidio, se inclinó hacia él y procedió a tararear la tonada. Namjoon quiso sonreír al acordarse inmediatamente de dónde provenía: era la música melosa y mala de las escenas introductorias de una película porno que habían visto en grupo meses atrás. Taehyung duró semanas canturreándola a cada momento libre para molestia colectiva.

Al contárselo, Yoongi quedó con expresión neutra, luego hizo una mueca y siseó.

—Mátame —murmuró, sus blancas mejillas con un leve sonrojo—, o mejor, mata a Taehyung.

Ahora sí Namjoon no guardó su sonrisa y estaba por iniciar su lectura cuando Yoongi se enderezó en su asiento. La mueca de antes seguía contorsionando sus facciones, y se puso los audífonos únicamente para sacárselos de nuevo y apartar la manta.

—No hay muchos pasajeros —dijo lo evidente—, y tu mención de esa película, pues...

Había ocasiones en las que Namjoon necesitaba que le deletrearan todo, y no por falta de inteligencia sino porque era un despistado. Esta no fue una de esas ocasiones. Elevó las cejas, le echó un vistazo a su alrededor y asintió.

Yoongi le dirigió una mirada cargada y se levantó. Namjoon hizo una cuenta regresiva que empezó en doscientos cuarenta, y al llegar a cero, fue hacia la parte trasera del avión donde estaban ubicados los baños. Fue cuidadoso en tratar de no despertar a nadie y mantener a raya su naturaleza atolondrada. No tuvo que adivinar dónde se había metido Yoongi, ya que este haló de su brazo ni bien pasó por uno de los cubículos y sin demora, lo besó.

La diferencia de sus tamaños era notable, así como la incomodidad del espacio reducido... y pronto olvidó eso.

Jungkook movía su cabeza con suavidad, sus labios formando las palabras que el audio en sus audífonos le instruía. Frunció su nariz y exhaló desesperanzado. El inglés no era lo suyo, no había "Golden maknae" que valiera con ese idioma del demonio que tan difícil se le hacía de aprender. Detuvo la grabación y bajó la visera de su gorra; las gafas negras que no se había quitado por sus ojos hinchados, le ayudaron a fingir que dormía.

Seokjin había sido claro: debía observar. Y sus últimas observaciones lo habían dejado con la atención puesta en alguien en especial.

La imagen del cuello amoratado de Yoongi otra vez apareció en su mente, igual que la extraña situación en la que se encontró involucrado con Taehyung y Jimin hacía poco. Ante lo segundo, las orejas le ardieron y se hundió en el asiento, negándose a pensar en ello.

Su mirada se perdió hacia la nada y aprovechó para tomar una foto a las nubes. De reojo vislumbró a Namjoon que desaparecía en dirección de los baños, y su ceja se arqueó al recordar a Yoongi pasando unos minutos antes. Lo que no recordaba era haberlo visto regresar. Estiró el cuello y comprobó que los sitios previamente ocupados por los dos raperos, seguían vacíos.

Se levantó y con el pretexto de también ir a los servicios, se dirigió hacia la puerta con el "CLOSE" encendido. Verificando que no hubiera nadie alrededor, se acercó lo más que pudo para escuchar el interior, y sus pupilas se dilataron de sorpresa. Pequeños golpes secos y sonidos quedos.

Regresó a su lugar atormentado por los sonidos que, por un segundo, creía haber escuchado.

—¿Te pasa algo? —la voz de Yoongi, el cual se sentó a su lado con el ceño fruncido, le sorprendió.

Antes de formular una respuesta, Namjoon se escurrió por el pasadizo hacia su asiento, y las manos de Jungkook se humedecieron por un sudor frío. El presentimiento empozado en su estómago se había cristalizado.

—No —se forzó a decir.

—Todo el mundo considera que estás raro, y a decir verdad, normal no te ves.

Yoongi trató de acariciarle la cabeza con la mano y en un acto no deliberado, Jungkook se apartó hacia atrás para evitar que lo tocara. El gesto de incredulidad del chico mayor y su propia sorpresa lo obligaron a soltar un "lo siento" apresurado.

—No sé qué tengas, pero cuentas con varias personas dispuestas a ayudarte a solucionarlo. —Con esto, Yoongi se marchó.

Mordiéndose el labio inferior, Jungkook quiso luchar con la idea que había tomado forma en su cerebro.

El cuello con marcas de dientes de Yoongi no había sido una imaginación suya, así como tampoco lo era el que Namjoon y este se hubiesen encerrado buen rato en el baño del avión. Su lógica le dictaba entonces que Yoongi estaba involucrado con el líder y Seokjin a la vez... y esa lógica también le indicaba que estaba jugando con los dos.

El abrumador peso de su conclusión lo aplastó. Debía hablar con alguien y debía hacerlo ya si no quería que el agujero negro en su estómago lo devorara.

Reacción de combinaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora