Capitulo 4:

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Ginny se volvió, hacia donde provenía la voz que había escuchado. Allí, frente a ellos, había dos magos, con aspecto cansado y malhumorado. Uno de ellos llevaba un reloj grande de oro, y el otro sostenía un gran rollo de pergamino y una pluma de ganso.

Los dos vestían como muggles, o al menos eso veía Ginny, aunque dudaba mucho de que los verdaderos muggles se vistieran así. El hombre del reloj vestía un traje de tweed con chancletas y su compañero llevaba falda escocesa y un poncho.

--¡Basil! ¡Que gusto verte!-- dijo James, mientras Hermione, Harry y Ron se levantaban del suelo --¡Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos!--

--Es verdad...-- se limitó a responder el hombre de la falda escocesa

James tomó la bota y se la entregó al tal Basil, quien la lanzó a una caja con otros trasladores que tenía a un lado. Ginny vio en la caja un periódico viejo, una lata vacía de algo que no reconoció y un balón con forma extraña.

--Así que como siempre, conseguiste entradas para el Mundial-- agregó Basil, en un tono cansado --Qué bien viven algunos... Nosotros llevamos aquí toda la noche... Será mejor que salgan de ahí: hay un grupo muy numeroso que llega a las cinco y quince del Bosque Negro. Esperen... voy a buscar dónde están... Potter... Potter...--

Miró unos segundos la lista del pergamino.

--Está a unos cuatrocientos metros en aquella dirección. Es el primer prado al que llegan. El que está a cargo del campamento se llama Roberts. Diggory... segundo prado... Pregunta por el señor Payne--

--Muchas gracias, Basil-- respondió Remus

James les hizo una seña a los chicos y estos lo siguieron, junto con Remus.

Se adentraron en el páramo desierto, sin ver nada más allá de la niebla. Después de unos veinte minutos, llegaron hasta una casita de piedra, junto a una reja. Al otro lado de la reja, Ginny vio las formas fantasmales de las miles de tiendas puestas en la ladera de la colina, en medio de un gigantesco campo que se extendía hasta el horizonte, en donde vislumbró el perfil de un bosque.

Se despidieron de los Diggory y caminaron hacia la puerta de la cabaña. De ella salió un hombre, al que Ginny si reconoció como un verdadero muggle, pues su vestimenta y rostro confundido al ver las miles tiendas en la colina, lo delataban. Comenzó a pensar que tal vez era el único muggle de por allí.

Cuando se volvió para mirarlos, James miró a Remus para que hablara, pues él era el más amable y cordial.

--¡Buenos días!-- le saludó alegremente Remus

--Buenos días-- respondió el muggle, en un tono indeciso

--¿Es usted el señor Roberts?--

--Sí, lo soy. ¿Quiénes son ustedes?-- el muggle frunció el ceño

--Los Potter... Tenemos reservadas dos tiendas desde hace un par de días, según creo, ¿Verdad?--

James asintió confirmando lo que decía su amigo.

--Sí-- dijo el señor Roberts, viendo una lista que tenía pegada en la pared --Tienen una parcela allí arriba, al lado del bosque. ¿Sólo una noche?--

--Efectivamente-- asintió Remus, con una sonrisa amable

--Entonces ¿Pagarán ahora?-- preguntó el muggle

--¡Ah! Sí, claro...-- dijo James, retirándose un poco de la casita para revisar sus bolsillos --¿Cómo se cuenta el dinero muggle?-- le preguntó a Remus en un susurro

--¿No apartaste el dinero antes de salir de casa?-- respondió el castaño, también en voz baja, pero con un tono enojado

--¡No soy tan organizado!--

Nuevo Comienzo (4 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora